S36

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Durante la semana siguiente me mantengo ocupada. Tengo el café, que afortunadamente esta a pleno rendimiento con la actividad del final del verano. También tengo a mis amigos, el surf y otro montón de cosas en mi vida, además de mi obsesión por hacer brownies comestibles.

Pero estar en el agua sólo me recuerda al chico con el que sueño todas las noches. Y no me ayuda que Jessica se divierta preguntando por él, ni que Alberto me llame todas las tardes para pasarnos horas hablando por teléfono.

Para cuando llega el sábado y me estoy vistiendo para reunirme con él, apenas puedo mantenerme en pie. Me voy a acostar con él, aunque no precisamente para dormir. Bien al contrario, me meteré en la cama con él para movernos mucho; una clase de ejercicio que me fascina.

Y después, terminare con él y podre seguir con mi vida. Así ha sido siempre, y así será esta vez. Lo besare con ternura y me iré. Y nunca lo volveré a ver.

Desde luego, será algo mutuo no tengo grandes ilusiones sobre mí misma. No me considero gran cosa; de hecho, se que puedo ser bastante difícil, que soy una solitaria natural y que no estoy hecha para las relaciones.

Con todo esto en la cabeza salgo bien temprano de mi casa para caminar hasta la de Alberto. Le he propuesto que nos reuniéramos en un lugar amplio para poder aprender a bailar con libertad y espacio, pero él se ha reído y ha dicho que quiere intimidad.

Intimidad. Me suena bien.

No me sorprende que viva en la zona más elegante y cuando llego a la entrada me quedo mirando la casa de playa más grande que he visto en mi vida. No tengo idea de por qué no se me había ocurrido que Alberto Gritti ya tiene su propia casa. Probablemente tiene más dinero del que puedo soñar y más formas de gastarlo de las que puedo contar. Con cierta incomodidad, llamo al portero electrónico y espero.

—Hola—dice el por el altavoz—Estas muy apetecible.

Miro lo que había tomado por un espejo y me doy cuenta de que es una cámara. Rió, porque, a falta de ropa apropiada para bailar me he puesto unos shorts oscuros y dos camisetas de tirantes, una encima de la otra, además de una sudadera para protegerme del frío de las primeras horas de la mañana. No se puede decir que estoy exactamente elegante.

— ¿Necesito una clave para entrar o qué? —pregunto.

—No, sólo una sonrisa—dice.

Oírlo me hace sonreír.

La puerta se abre para dejarme entrar, camino hasta la casa, detrás de la cual está mi adorado océano. Me paró frente a las escaleras y echó un vistazo. La finca, hectáreas y hectáreas de césped y jardines naturales, me deja sin habla.

No podía imaginar cómo será tener tanto terreno, con una playa privada, libre de bañistas y de suciedad. Es el paraíso en la tierra.

—Esto es demasiado para mí —murmuró mientras subo varios escalones, preguntándome si Alberto tendrá criados y cocineros.

Me recuerdo que he venido porque tenemos una conexión sexual. Una atracción que me calienta la sangre y que me implora que pase a la acción.

Que pase a la acción con él. Además, he gastado mucho dinero en aquellas clases de baile, y la tacaña que hay en mí no lo va a desperdiciar. Pero por mucho que mi mente insista en que es una mala idea, mi cuerpo espera que aprender a bailar signifique tener las manos de Alberto encima todo el tiempo.

El día de ayer se me olvido por completo subir el capitulo por eso se les dejo hoy aparte de que no me sentía muy bien de ánimo.

Me gustaría mucho que me digan de que parte del mundo están leyendo Seduceme así que estaré leyendo sus comentarios. Y si quieren saber de mi un poquito mas todas mis redes sociales están en el perfil!!

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