Tardo un momento en darme cuenta que esta aquí no solo en espíritu sino detrás de mí respetando mi necesidad de intimidad pero ofreciéndome en silencio su fortaleza y esperanza.
—Marina...—la angustia en su voz me hace cerrar los ojos.
—Estoy bien. Soy pobre, no tengo casa y me siento algo patética y seguramente cuando mi padre se entere de lo que he hecho me matara pero de momento estoy bien.
—Haría lo que fuera para remediar todo esto—volteo la cabeza y sonrió entre lágrimas.
—Lo sé—al verme los ojos húmedos Alberto se acerca dándome el abrazo que tanto necesitaba.
—Lo he perdido todo—murmuro abrazada a él ocultando mi rostro en su pecho—Las recetas, las vajillas de mi madre, el traje de baño favorito de mi padre...
Se me escapa un sollozo y no trato de ocultarlo. No tengo que hacerlo se que Alberto me abrazara hasta que le pida que me suelte.
—Mar... lo siento tanto—solloza acariciándome el cabello.
—No te preocupes. Todo se arreglará. Ya me sobrepondré— Él se echa hacia atrás para mirarme y sonríe cogiéndome mi rostro entre sus manos.
—Sí, te sobrepondrás.
—Va a ser complicado y carísimo—frunzo el ceño.
—Tengo mucho dinero considéralo tuyo—el ofrecimiento me hace reír.
—Ni hablar—digo.
—Lo digo en serio—me fulmina con la mirada.
—Alberto... No me refería a eso al decir que sería carísimo.
Me ha encantado pasar la noche con él. Y la forma en que la me mira me deja siempre sin aliento. Ya no pienso en él como una aventura pasajera y estoy dispuesta a decírselo aunque la idea me aterre más que perder el café.
—No estás sola Mar, quiero que lo sepas.
—Lo sé—asiento.
—Quiero decir que tienes a Jessica y a Red que te quieren y harían lo que fuera por ti. Y me tienes a mí aunque sé que sólo me consideras tu esclavo sexual—suelto una carcajada y el sonríe al oírme pero enseguida se pone serio.
—Quiero que lo nuestro sea más que una aventura de una noche, Mar.
Una vez más me deja sin aliento.
—Alberto...—profundizo la mirada nerviosa a punto de comenzar a temblar—Creo... Creo que nunca había conocido a nadie como tú y eso...
— ¿Por qué te digo lo que pienso? —eleva una ceja.
—No—contesto—Jessica y Red también lo hacen pero tú tienes algo que ellos no tienen.
— ¿Qué? —pregunta.
Incapaz de expresarlo con palabras me acerco al agua y hundo los dedos de los pies en la arena mojada. Él hace lo mismo y se detiene junto a mí tomándome de la mano pero sin decir nada.
—Aquí tienes un ejemplo —digo al cabo de un rato entrelazando mis dedos de la mano con los suyos—No necesitas llenar el silencio. Puedes dejarme ser, puedes dejarme pensar.
— ¿Hay algo más que te guste de mi? —pregunta curioso.
— ¿Además de tu cuerpo? —pregunto riendo al ver su incomodidad—. No puedo evitarlo. Eres muy atractivo, Alberto Gritti.
—Sí, pero esperaba que fuera algo más que simple atracción física.
Lo miro fijamente, le tomó la otra mano y siento que se me derrite el corazón cuando él agacha la cabeza para besarme.
ESTÁS LEYENDO
Seduceme
RomansaValía la pena romper todas esas reglas por un chico como él. Regla numero uno: Nada de citas a ciegas. Después de haberse enfrentado a muchas citas a ciegas obligada por sus amigas Marina Allier no está dispuesta a volver a tener otra cita a ciegas...