capítulo 13

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—¿Te encuentras bien?. —Me despierto rápidamente al escuchar la voz de James. ¡Joder! Justamente estaba cuidando de no quedarme dormida y me pasa esto.

—Este... Yo... Estaba... —Mi estúpido cerebro no encuentra ningún pretexto y ahora parezco solo una loca que no sabe hablar.

—Descuida, creo que te quedaste dormida, ahora despierta bien que tenemos trabajo. —Me indica que lo siga y así lo hago, nos dirigimos a su escritorio y tomo asiento ahí enfrente de él.

—Annette, verás, tenemos que crear una presentación para los señores Bennett, vendrán el día de mañana a ver reflejada en estadísticas la inversión que harán. —Lo observo e intento entender todo lo que me dice. Bueno, la última vez que hice una presentación fue en bachillerato y estoy segura que no será nada parecido a esto.

—Por favor, trae todos los documentos que te di el viernes, los ocuparemos —ordena y asiento dirigiéndome a mi cubículo para recogerlos. Al parecer este día si será pesado.

Llego nuevamente con los documentos ya acomodados y enseguida me va indicando que hacer, solo tengo que dictarle algunas cifras y otros datos que están en las hojas. Bueno, eso no parece tan complicado, lo relaciono como el copy paste. Observo a James trabajar tan dedicadamente y no puedo dejar de imaginar cómo habrá sido en sus inicios. Me contó que empezó a trabajar aquí a los dieciocho años,  ¿Habrá sido igual de serio y formal?, ¿o simplemente tuvo que aprender a serlo con el paso del tiempo?

—Annette. —Su voz me saca de mis pensamientos, haciéndome sentir apenada por mi tonta distracción. Veo en lo que me quedé y le sigo dictando.

—¿Pasa algo? —pregunta arqueando una ceja, pero nimodo que le diga que es él lo que me pasa ¿verdad?

—No, nada, disculpe, no volverá a suceder.

Sus ojos nuevamente pasan al ordenador y proseguimos con el trabajo. Después de dos horas, finalmente terminamos la presentacion, cojo el móvil y veo que apenas son las diez con treinta, así que espero a que me diga lo que falta por hacer.

—Hemos acabado con esto, ahora solo imprime los documentos de las carpetas. —Me extiende una USB y me indica el nombre de los archivos.

—Perfecto, enseguida los tengo listos.—concluyo y nuestras miradas se cruzan una vez más. Desearía correr a abrazarlo y preguntarle qué fué todo lo que pasó el fin de semana, pero al parecer es algo que no se volverá a repetir.

Me dirijo a mi cubículo y conecto la USB en el ordenador, busco las carpetas y enseguida las imprimo. Algo llama mi atención al momento que estoy por sacar la memoria, hay una carpeta con mi nombre lo que despierta  mi curiosidad de inmediato. Me quedo boquiabierta y sé que no debería husmear en las  cosas ajenas, pero ahí dice mi nombre, así que literalmente es mía.

Abro la carpeta y para mi sorpresa, ahí se encuentra la foto que nos tomamos en el teatro de Miami, una sonrisa se forma en mi rostro al traer a mi mente esos momentos, recuerdo que se la mandé por texto y no puedo creer que la haya guardado. Pero eso no es todo, descubro que hay más al presionar la flecha siguiente, entonces me encuentro con una foto mía donde estoy durmiendo, la veo y me quedo totalmente intrigada. ¿Cuándo me tomó esa foto? ¿Y por qué lo haría? Creo que es de la primera noche que estuvimos allá, pues llevo puesta mi pijama de Vaca. Me causa mucha gracia recordar ese momento tan vergonzoso.

Preparo los documentos en sus respectivas carpetas y les pongo las etiquetas con los nombres, una vez listas me dirijo a entregárselas a James.

—Aquí está todo listo —aviso extendiendo la carpeta y la USB, de pronto su rostro se muestra algo tenso y me observa inquieto por un momento. ¿Habría olvidado que tenía esa carpeta? Quisiera preguntarle sobre eso pero no me atrevo, se daría cuenta que me puse a husmear entre sus cosas y eso no es algo ético de mi parte.

El arte de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora