-Si logras sentir algo no dudes en decirlo -indica el médico colocándose en mis pies.
Asiento en un gesto de temor, cierro los ojos para concentrarme, en realidad no quiero ver cuándo me pinchen o intenten hacerme cosquillas porque me decepcionaría tanto como lo suelo hacer -¡Ay! -grito de repente al sentir un objeto punzante.
Abro los ojos de inmediato sorprendida, la única sensibilidad que había conseguido hasta hoy era de cosquilleo, pero esto, esto es más fuerte, he sentido el pinchazo. El médico me observa sonriente y James parece igual de emocionado que yo. El hombre de bata blanca me coge una de las piernas mientras comienza a ejercitarla, moviéndola en diferentes direcciones y posiciones, parpadeo un par de veces al sentir un poco de movimiento de lo que hace, aunque no mucho aún.
-¿Lo sientes? -pregunta mientras sigue haciendo los movimientos.
-Solo algunos, un poco -respondo insegura. Volteo a ver a James, quien sostiene mi mano y me dedica una tierna sonrisa.
-Vas mejorando Ann -comenta haciendome sonreír-. Ahora, intentaremos mantenerte de pie.
Con su ayuda nuevamente, llegamos hasta unos tubos metálicos, que por alguna extraña razón me recuerdan a la academia, en unos similares practicaba mis calentamientos y posiciones antes de comenzar. Esfumo mis pensamientos y me concentro en lo que me interesa, me sostengo de cada uno de los tubos, quedando mi cuerpo justo en medio. Mis brazos comienzan a doler y cuando pienso que caeré mis piernas me ayudan a determe, pero en un segundo vuelven a flaquear.
-Lo has logrado, vas muy bien, si sigues así quizá te recuperes más pronto de lo esperado. -Los ánimos del médico me hacen sonreír. No pensé que en realidad esto serviría, me siento alegre por fin.
La sesión ha sido bastante agotadora y finalmente estamos de regreso en el departamento. Solo quiero tumbarme en la cama y dormir una larga siesta, aunque en realidad estoy muy emocionada, siento que poco a poco recupero el movimiento, y eso sin duda es algo que me pone feliz.
El timbre de la puerta suena haciéndome fruncir el ceño. ¿Quién será? James me observa con la misma cara de confusión mientras se dirige a abrirla. Tarda unos instantes en hacerlo y me giro con la silla de ruedas para saber de quién se trata. Abro la boca sorprendida cuando me encuentro a Lideth adentrándose hasta el interior del departamento.
-Hola, Ann. -Saluda mostrando una dulce sonrisa, que devuelvo por cordialidad.
-Me sorprende verte aquí, ¿Cómo sabías mi dirección? -pregunto intrigada.
-Llamé a Samantha, ella me ha dado la dirección, espero que no te moleste -responde mostrándose apenada.
Desde las veces que fue a visitarme a Denver entabló conversación también con Sam, se puede decir que se hizo amiga de ella también.
-Claro que no, me da gusto verte. Y dime ¿Qué te ha traído por aquí? -pregunto curiosa mientras la invito a tomar lugar en la sala de estar.
-Quería saber qué tal te va, los ensayos no son lo mismo sin ti -dice sonriendo-. Y además hay un asunto del que te quiero hablar.
-¿Cuál asunto? -cuestiono preocupándome.
Ella parece indecisa sobre hablar pero no desvío mi mirada de ella hasta que decide hacerlo. -Después de tu caída en el teatro -comenta insegura, solo escuchar eso me causa intriga-, todos pensaron que se trataba de un accidente, por esa razón no comenzaron una investigación.
-¿Y qué tiene que ver eso? -interrumpo desesperada.
-Se me hizo muy extraño que la tela se rompiera así nada más, siendo que eran dos de las que te colgabas, ¿No era extraño que las dos telas se hayan roto? -cuestiona haciéndome pensar. Sí, era muy extraño-. Bueno, el punto es que no le presté atención a mi sospecha hasta hace algunos días. Hablé con Mark explicándole sobre eso, y nos pusimos a revisar las cámaras de seguridad de todo el teatro, duramos horas viéndolo, y debo decirte que lo que te sucedió no fue un accidente Annette, alguien dañó las telas antes de que tu subieras, y alguien que estaba consciente de que con el peso de tu cuerpo terminarían por romperse. Pero lo más extraño es que en las cintas que capturó la cámara se veía la silueta de una mujer.
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El arte de amar
Lãng mạnAnnette Collins es una chica que nace con el arte en su sangre, su mayor deseo siempre ha sido lograr ser una bailarina de ballet profesional y reconocida por el mundo, todo se complica cuando por azares del destino, se queda sola con su hermana men...