James POV.
Tal vez Ann piense que estoy dormido, aunque la verdad me he quedado despierto un poco más para contemplar su dulzura, su cuello reposa cerca de mis labios haciendo que su fragancia natural llegue hasta lo más profundo de mi ser... Nunca me imaginé en una situación así. Para ser sincero, no tenía ni puta idea lo que esto se sentía, mi relación con Scarlett no fue ni un porciento relacionado a esto, sin tomar en cuenta que a nuestros padres solamente le interesaba hacer crecer sus fortunas, y yo por imbécil me dejé manipular por los engaños de mi padre.
Su mensaje aún me tiene desconcertado, estoy seguro que algo se trae entre manos, no negaré que en cierta parte me preocupa, pero de ninguna manera aceptaré su estúpida propuesta de hacer mi esposa a Scarlett, eso ni aunque me vuelva loco. No sé en qué momento ha sido que todo se ha ido de mi mente, ahora eso no me preocupa, no me interesa el qué dirán, no me interesan las amenazas de mi padre, me importa poco perderlo todo si eso me permite mantener a mi lado a Annette, me importa poco cualquier cosa que no sea ella.
Como era de esperarse Ann se levantó temprano, así que no podría bajar ni salir de la habitación hasta que ella vuelva. Me quedo recostado sobre la cama asegurándome que la puerta tenga seguro, no me arriesgaría a que mi pequeña cuñadita llegara y me encontrara aquí.
Observo el reloj y son las siete y media, supongo que no falta mucho para que Ann vuelva, me levanto de la cama y me dirijo a su baño... Tendré que usarlo sin pedirlo, ya que no está aquí para hacerlo. Me lavo la cara despertándome por completo, el agua fría me relaja haciendo que me refresque enseguida.
Revuelvo algunas de las gavetas que se encuentran pegadas a la pared, en busca de algo que me ayude con la limpieza bucal, para mi suerte después de buscar mucho me encuentro con un cepillo de dientes que está empaquetado aún. Bueno... Esto me servirá, ya después lo repondré.
-¿James? -Percato la voz de Ann hablando de una manera casi inaudible.
Salgo del baño cepillandome los dientes y ella me recibe con un gesto en su rostro de sorpresa, lo que me hace reír aún con el palo en la boca. -¿E... Estás usando mi cepillo?, ¿el mío? -pregunta sorprendida y a la vez con un deje de diversión, como si fuera lo más loco del mundo.
-Ah.. ¿ejte? -suelto divertido señalando el cepillo de mi boca con la mano que tengo desocupada-. Ahh.. jolo un poco -agrego inmediatamente sin poder hablar bien por la misma razón.
Me mira con el ceño fruncido sin decir ni una sola palabra, mientras tanto intento controlar las ganas que tengo de reír. Sinceramente no entiendo cómo hay personas que lo hacen en realidad, a mí en lo personal no me gusta ni lo haría, no porque me de asco su saliva o algo por el estilo, sería estúpido poner ese pretexto pues me encanta besarla y saborear cada parte de su piel. Pero no me parece algo higiénico.
-Almenos tendrás mis bacterias -bromea en tono burlón y estallo en carcajadas regresando al lavabo para terminarme de enjuagar.
-Solo te estaba bromeando -respondo aún entre risas mientras me acerco a ella.
-¿He? -cuestiona sorprendida.
-Que te estaba bromeando, he estado husmeando en tu baño, y para mí suerte encontré uno. -Beso sus labios con ternura y una sonrisa se dibuja sobre sus labios.
-Ni creas que me lo creí eh. -Rueda los ojos, lo que me hace reir.
-No eh, tampoco me di cuenta de tu cara de asco -reprocho victimizándome ante la situación de una manera poco creíble.
-¡Claro que no! Solo, me sorprendí, eres un hombre tan formal, elegante, limpio y siempre estás cuidando cada detalle de tu persona, por eso me extrañó que usaras mi cepillo así de la nada. -Se cuelga de mi cuello haciendo que sus piernas rodeen mi cadera.
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El arte de amar
RomanceAnnette Collins es una chica que nace con el arte en su sangre, su mayor deseo siempre ha sido lograr ser una bailarina de ballet profesional y reconocida por el mundo, todo se complica cuando por azares del destino, se queda sola con su hermana men...