Nos encontramos volando hacia Londres, después de acabar con la fiesta tan agotadora. Todo resultó mejor de lo que había esperado, mis sueños se quedaron cortos ante la emoción. Estar abrazada junto a James es la mejor sensación del mundo, estamos a pocos minutos de aterrizar finalmente a nuestra luna de miel, este viaje que marcará el comienzo de una nueva etapa para nuestras vidas.
—¿Recuerdas nuestro primer viaje a Miami? —pregunta James curioso.
—Como olvidarlo, iba durmiéndome, y tú, tiernamente me extendiste tu brazo abriéndome espacio para acomodarme en tu pecho. —Le recuerdo con una sonrisa.
—Sí, íbamos en un viaje de aerolínea, y ahí te permití entrar en mi pecho, pero no solo eso, te metiste hasta lo más profundo de mi corazón. —Su mano acaricia mi mentón con suavidad mientras dice cada palabra.
—Y tú te robaste mis sueños, mis pensamientos desde ese momento, te metiste profundamente en mi, con tan solo un beso, y ese extraño humor de don hielo —suelto divertida haciendo que él se ría por el apodo que ya habíamos olvidado.
—Lo intentaría cada día nuevamente de ser necesario, le diste un giro a mi monótona vida, aunque suene cursi le diste color, me enseñaste lo que es realmente luchar por lo que amas y hacer lo que deseas sin importar las personas que se opongan. —Me besa nuevamente tomándome por sopresa.
Lo miro anonada y sonrío como estúpida al recordar todos esos momentos maravillosos. Algo que nunca olvidaré, los tonteos de niños pequeños, los enfados, los paseos por la playa de Miami, y sobre todo, los besos que comenzaron esta historia de amor.
Cuando finalmente aterrizamos en nuestro destino, una limusina nos espera ya en el aeropuerto, impresionada abro la boca como tonta pero James me hace cerrarla de un beso fogoso. Me toma la mano y me adentra hasta el interior de la gran bestia, y no, no a la suya, no aún.
Al llegar al lugar donde nos hospedaremos mi sorpresa aumenta el doble, es un hotel cinco estrellas, con una fachada impresionante, moderna, puertas, ventanales y decoración de cristal. Por dentro se ve increíble, escaleras de mármol y elevadores metálicos, mientras que en la sala de espera se encuentran los sillones forrados de piel en tonos beige con destellos dorados. No podía dejar de contemplar las plantas colgantes que caen del techo, o las hermosas lámparas que adornan las paredes.
La chica de recepción nos atiende rápidamente y con una amabilidad agradable. Nuevamente recuerdo nuestro primer viaje a Miami, ese en el que me equivoqué al hacer la reservación y terminé durmiendo al lado de James enfundada en mi horrorosa pijama de vaca. La mujer extiende la tarjeta a James y enseguida el botones aparece detrás nuestro para ayudarnos con el equipaje. Caminamos hasta llegar al elevador y una vez ahí James presiona el piso de la suite nupcial, ¡Joder! Hasta el nombre sonaba muy tentador.
Al llegar entramos y a los pocos minutos el botones aparece entregándonos nuestro equipaje, le agradecemos y lo siguiente que hacemos es desempacar lo indispensable, lo que menos quiero hoy es ponerme a acomodar ropa. —¿Esperaremos hasta mañana para la noche de bodas? —pregunto al ver que son las cinco de la madrugada.
—Claro que no pequeña, cada noche aquí, será nuestra noche de bodas —dice con voz rasposa, haciendo que mis hormonas despierten inmediatamente.
—Entonces tendremos dos semanas muy divertidas —respondo juguetona y él asiente siguiéndome el juego.
Me alegro de haberme puesto un juego de corsetería muy sexy debajo del vestido holgado que traigo. Fue el regalo de Sam y dijo que sería perfecto para mi noche de bodas, ahora comienzo a creer que me harán falta unos cuantos más, aunque no es el único que he traído.
El ambiente es cálido y perfecto, la oscuridad se ilumina con la luz de las velas, mientras que los pétalos de rosas rojas sobre la cama y el suelo hacen que la escena se vuelva más sensual y provocativa. James me toma entre sus brazos y me besa con delicadeza, saboreando mis labios con sus perfectos besos. Su lengua juguetea con la mía pidiéndome aumentar la intensidad y mi cuerpo reacciona al instante, me besa con más ferocidad mientras que sus amplias manos me agarran del trasero haciendo que mi sexo roce con su piedra de ahí abajo. ¡La temperatura aquí adentro explotará!
En cortos movimientos me carga en horcajadas sobre él y antes de llegar a la cama lo veo encender un pequeño equipo de música que la deja de fondo, caemos en la cama pero se separa de mí para abrir la botella de champagne que reposa sobre una plateada charola flexible. La destapa haciendo que la espuma caiga sobre mis piernas desnudas, lo que me hace ahogar un pequeño gemido por lo frío que está. Sirve dos copas y me acerca una, la bebemos lentamente para después sentir cómo va dejando besos helados sobre mis hombros de una forma sensual y excitante.
Me besa y lo recibo gustosa una y otra vez, sus caricias son como una adicción de la que no quiero escapar, sus dejos juguetean con el tirante de mi vestido hasta que por fin se deshace de él dejando ver el juego de corsetería rojo que tanto esperaba mostrarle. Él me mira atónito junto con una sonrisa satisfactoria, su mirada me analiza con lujuria mientras que sus manos no pierden tiempo y viaja con suavidad por cada espacio desnudo de mi piel. Sentirlo me vuelve loca, tanto como la primera vez, y desesperada le quito la camisa para acariciar su cuerpo también, la profunda mirada de esos ojos grisáceos me hacen desear más.
La noche se vuelve eterna entre besos, caricias y jugueteos, me siento frenética y con un mundo de emociones sobre el cuerpo, no puedo creer todo lo que James me ha hecho sentir, desde una simple mirada, hasta una profunda caricia. Se adentra en mí una y otra vez mientras aumenta el ritmo a como nuestros cuerpos lo necesitan, grito su nombre repetidas veces, ahogando gemidos de placer y clavando mis uñas en su espalda por las arcadas que me provoca, mientras que él me besa con deseo una y otra vez sin salir de mí.
Terminamos agotados, envueltos entre las sábanas, cuerpo a cuerpo, sintiendo las respiraciones aceleradas, el temblor que aún sigue en mis piernas, las mariposas de mi estómago, y toda la revolución de emociones que este hombre provoca. Me recuesto sobre su pecho mientras que él acarcia con ternura mi cabello y besa mi frente en un gesto dulce. Mi móvil suena indicándome un mensaje, lo cojo aún sin saber si debería hacerlo, no quiero que nada arruine el momento, pero al hacerlo me preocupo al ver que se trata de mi médico. Pestañeo un par de veces y lo abro:
“Señorita Collins, debido a su gran avance me complace decirle que ya puede retomar sus ensayos de baile, hemos revisado las radiografías y usted ya se encuentra totalmente dispuesta para regresar a su vida cotidiana, que la disfrute y un saludo.
Pd: cualquier duda puede visitarme en el consultorio para aclararla.”
Chillo emocionada haciendo que James me observe con diversión. Le enseño el móvil y lo toma curioso, su cara de asombro aparece justo al terminar de leer el mensaje. —¡Esto es increíble! —suelta emocionado y me atrapa en un abrazo.
—Sí, por fin la vida me devuelve la felicidad que alguna vez me quitó —respondo sonriente. Sin olvidar a mis padres, pero sabiendo que aún así, ellos estarían orgullosos de mí y compartiendo nuestra felicidad como solían hacerlo siempre.
Entonces la canción de Melendi “El amor es un arte" nos acompaña concluyendo así nuestra noche maravillosa. La escucho con atención perdiéndome entre la letra, esa misma canción que James puso una vez cuando nos entregamos en su habitación, cuando no sabíamos si lo nuestro tendría un futuro, pero aquí estamos, a pesar del tiempo y a pesar de las adversidades.
Porque el amor corazón no se mide,
el amor es un arte,
unos versos de Allan Poe, si no,
una obra de Miguel Ángel
pero con tu pelo,
El concepto de amor verdadero
no lo entiendo y tampoco lo quiero,
Una estación de Vivaldi amor
que sonando en tu cintura,
hay que aprender a tocarla
sin leer la partitura,Es el caballo de Troya
que cambia la historia
y a veces te arranca la piel,
y si tú me preguntas por los sentimientos ¡Qué voy a saber!
Tengo que contestarte... El amor es un arte.La música presente en este capítulo no es de mi autoría. Se titula “El amor es un arte” del artista Melendi. La canción principal que me ha inspirado desde el inicio. Dejo el link en multimedia.
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El arte de amar
RomanceAnnette Collins es una chica que nace con el arte en su sangre, su mayor deseo siempre ha sido lograr ser una bailarina de ballet profesional y reconocida por el mundo, todo se complica cuando por azares del destino, se queda sola con su hermana men...