El arte de amar

capítulo 16

Me dirijo nuevamente con James, su semblante cambió repentinamente, es una de las cosas que me saca de quicio de éste hombre. Nos dirigimos a su auto y me abre la puerta educadamente, le agradezco al subir mientras lo veo rodear el auto, una vez que sube en el lo pone en marcha. El trayecto es un poco largo y extraño, es como si nos hubieran comido la lengua los ratones, aunque normalmente así son los momentos con él, nos envuelve un silencio un poco incómodo, pero aveces tan relajante.

-¿A dónde vamos? -pregunto curiosa, ya que James no me ha dicho a donde me llevará.

-A mi casa -responde él relajado mientras me observa de reojo. Espera, ¿escuché bien?

-¿A tu casa? -suelto aún incrédula, volteo a él y no tiene expresión alguna, se encuentra concentrado en el camino.

-Si, necesitamos hablar tranquilos después de comer, pueden preparar lo que gustes.

Tiene razón, tenemos tanto de que hablar, y no podemos hacerlo en un lugar público porque seguramente terminaremos mal, y no quiero más de esos chismes de prensa sin sentido.

Aparca el auto enfrente de una casa enorme, tiene un portón eléctrico en color marrón junto a un grande cerco. Al entrar se puede apreciar un verdoso jardín, con una gran variedad de flores y plantas, los colores en él resaltan de forma diversa. También hay un camino de piedras diminutas y pequeñas florecitas alrededor de éste, ambas enmarcando la entrada. ¡Joder! ¿Como es posible que existan éstas casas tan enormes? Intento ocultar mi asombro, ya que tampoco soy una chica superficial y no me gustaría que pensaran eso de mí. James me abre la puerta y salgo inmediatamente después de agradecer, no se mueve de la puerta y nos observamos detenidamente por un momento.

Enseguida me indica que caminemos, y que bueno, porque si seguía así me volvería loca. Al adentrarnos nos recibe un señor vestido con un traje gris con camisa blanca, James lo saluda y me presenta con el, lo saludo extendiendo mi mano y el la recibe gustoso. Me quedo impresionada al ver la belleza de este lugar, es una casa enorme, tiene mucha cristalería y está perfectamente ordenado todo. Los colores tenues resaltan con las decoraciones de los cuadros en las paredes, donde se encuentran infinidades de pinturas al óleo, me quedo asombrada y siento la mano de James que se entrelaza con la mía, dirigiéndome a la sala de estar. Nos sentamos en un sofá amplio y cómodo.

-¿Qué quieres comer? -pregunta sonriente, quitándose el saco de su traje, lo que me deja ver su marcado abdomen, aún con la camisa encima. Su cuerpo se ve mucho mejor, pero intento quitar esos pensamientos de mi cabeza.

-Lo que sea, mi estómago no es tan selectivo -suelto divertida y James sonríe ante mi comentario, debo admitir que me siento más relajada.

-De acuerdo. -Sonríe y le habla a alguien. Enseguida aparece una señora de algunos cuarenta años y James le pide que prepare la mesa, la mujer esboza una tenue sonrisa al voltear hacia a mí y le devuelvo el gesto.

Me siento muy nerviosa, pero a la vez relajada, no sé cómo puedo pasar de un extremo a otro. James se acerca un poco más a mi y nuestros cuerpos quedan a una distancia casi inexistente, observo sus labios húmedos que encienden mis ganas de besarlos, esto es lo que él provoca en mi.

James POV
Mi cuerpo queda tan cerca de Anette, quisiera tomarla y besarla como tanto deseo, pero sé que debemos hablar, ayer me comporté como un idiota al decirle todas esas palabras, sé que dentro de mí eso es lo que quise decir, lo que sentía, pero no soporto estar distante con ella, la extraño como si fuera una parte importante de mi ser, de mi existencia.

Sus ojos observan mis labios y me abstengo de besarla, no tengo idea de cuanto más pueda hacerlo, pero tengo que hablar de todo esto que me hace sentir, todo lo que ella provoca en mí. Sé que la he lastimado, aunque en ningún momento fue esa mi intención, pero eso es precisamente de lo que la quería alejar, no quería lastimarla, aunque admito no puedo, no quiero estar lejos de ella.