Estoy con el corazón en la boca, no quiero imaginar si alguien de mi familia hubiera visto la nota. No estoy listo para explicar lo que pasa y menos aún afrontar las consecuencias. Las palabras hirientes y las miradas de decepción que tantos evadí simulando ser el modelo perfecto de hijo. Siendo sincero, la reacción de mi madre es la única que me preocupa, podría soportar los golpes de mi papá y las palabras hirientes de los demás, pero una mirada desaprobatoria de esa mujer puede romperme como nadie imagina.
Prometí no regresar a mi comportamiento de la infancia, pero ahora me siento así, impotente, indefenso y con miedo. Lo peor es que si algo pasa no solo me afectara a mí, sino a Simón... Él no vino a este país para este tipo de cosas.
Sujeto su mano con más fuerza, pese a mis propios temores, no quiero que nada malo le pase, no quiero algo lo aleje antes de tiempo. Porque si, aun con el miedo a mi familia, no quiero esto termine antes de tiempo. Es contradictorio.
— ¿Podríamos ir primero a mi salón? — no le miro, ni siquiera lo suelto aun, aunque se debería.
No quiero llegar solo a mi salón, no me siento tan confiado como antes. Odio esto.
— Claro — no lo miro, pero su voz me muestra que tampoco se encuentra bien.
Comenzamos a caminar por la universidad y suelto su mano, arrepintiéndome poco tiempo después, tomándolo del brazo con delicadeza. Intento sonreír, mostrarle que estoy bien y que él debería estarlo, que todo puede ser solo un mal entendido y es mejor olvidar todo. No lo logro, lamentablemente, si no logro engañarme a mí mismo, ¿Cómo esperaba convencerlo a él? ¿Cómo sonreír cuando el nerviosismo y la desesperación amenazan con ganarme la pelea? Antes, en aquella etapa de adolescencia que decidí olvidar, estoy seguro lo hubiera podido hacer. En ese entonces, el fingir positivismo y sonrisas era algo de todos los días, mientras por dentro me desmoronaba.
En clases me es imposible concentrarme en el examen. Las respuestas se mezclan con ideas espontáneas sobre qué hacer al respecto. La idea de acabar con esto cruza por mi mente, parece lo más sensato en mi cabeza, pero esta idea no concuerda con lo que mi corazón pide. En algún momento lo haremos, está hablado, pero ahora, teniéndolo tan cerca, no lo aguantaría.
En la cafetería buscó ocupar mi atención en otra cosa, lo que suele ser relativamente fácil estando con mis amigos.
— Reprobaré — suspira Dan — dos días repasando con Ted a la basura.
— Siento igual, no pude concentrarme — César se ríe al escucharme.
— Calma poindexter, aprobaras — César me sonríe, sonrió unos segundos y recuesto mi cabeza.
Su expresión cambia, seguro ya sospecha algo pasa, espero solo crea que es por el examen. Debería de, conoce como soy con mis calificaciones. No le he contado nada sobre la nota, y por el momento, no planeo hacerlo, sé lo que hará si se llega a enterar. Prefiero mantener la poca paz que pueda mientras tenga esa opción.
— ¡La carrera de facultades nos salvara wey! — Dan se emociona, como si esa fuera la respuesta a sus plegarias. Y quizá lo sea.
Cada año, a mediados de semestre, la universidad hace una competencia entre facultades, una carrera que consiste en dar una vuelta entera a todo su contorno. Fuera de los premios que se dan, lo interesante viene para los poco atléticos como Dan y yo, algunos profesores dan un punto extra por participar, a veces incluso te dan la posibilidad de exentar de un examen si ganas. Pero seamos sinceros, ganar es imposible para mí.
—Con tu facilidad para enfermar no creó sea bueno lo hagas — opina Ted y tiene razón — sol, aire, polvo, tierra, polen... No es buena combinación
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Simón y Keith
Любовные романыSimón: "...- ¿Qué te pasa Simón? - pregunta, regañando, aunque luego estalla en risa, acomodándose el cabello que ahora le cae mojado sobre la frente. No lleva sus anteojos y no sé si sea la luna, la oscuridad, el paisaje o solo mi cabeza. Es el chi...