Keith: Kilómetros.

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— ¿Quieres dejar de moverte? — regaño a César.

— ¿Quieres bocetear más rápido? — se queja, el sketch no sale y ya lleva más de media hora en la misma pose.

—No puedes apresurar el arte.

—Pero si al artista, corre perro o Pepe se aburrirá de esperar.

— ¿Tienes prisa Pepe? — pregunto.

— ¿Prisa? Ver como se sonroja porque lo miramos fijo es lo mejor— se ríe— claro que no tengo prisa.

Me río con ellos, por la dignidad de mi amigo no digo nada y sigo dibujando. Las cosas con César han vuelto a la normalidad después de unas semanas, y eso, junto a cómo va todo con Simón, me ha mejorado el humor.

Las videollamadas se volvieron costumbre, el expresarle lo que pienso libremente genera confianza y hace la situación menos incomoda, al menos desde mi punto de vista. Lo recuerdo ahora, tocando aquella canción en el bar, y cada tanto sonrío.

— ¿Qué pintas? Aun no entiendo porque César está así— Pepe está de píe a mis espaldas, lo siento, y sé que está viendo mi boceto sin forma— para mi sale bien.

Me giro y entre sus manos tiene uno de mis bocetos anteriores, me quita un peso de encima que le agraden, para mi no son lo suficientemente buenos, no expresan lo que quiero hacer.

—Quería hacer un elfo de primavera, creando vida a su alrededor— explico, como siempre la fantasía no me podía faltar— pero no me convence.

—Quizás deberías descansar y probar otra idea.

No es mala idea, pero no llevo tanto trabajando para rendirme ahora. Mi vista pasa de José a César, y quizás sea por la canción en mi reproductor o por la forma en que José mira a mi mejor amigo, pero surge una idea.

Con todo el impulso ya estoy tomando las cosas y les pido que me sigan a la cocina.

Toda la escena es rara, César sentado de rodillas en la mesa y Pepe parado frente a él con sus manos apoyados en el borde de la tabla, lo ideal hubiera sido hacerlo en una piscina, pero hay que improvisar en tiempos de crisis.

Pienso contar otra historia en este cuadro, una sobre el reencuentro de dos amantes al legar la primavera.

—Todas tus ideas son muy de niña, pero ya sabes que me gustan así.

—Me parece interesante, un elfo y una sirena enamorados... reencontrándose.

Asiento y ambos se quedan quietos, mirándose con una intensidad que espero se vea reflejada en el trabajo final.

Termino rápido esta vez, les agradezco y se retiran a su cita, Pepe opina que fue divertido, César me revuelve el cabello diciendo que le debo una, lo que es incorrecto, le debo varias.

Saco mis pinturas y un lienzo en blanco, adelantare cuanto pueda de mi cuadro en este tiempo, aprovechando también para hablar con Simón antes de ir a visitar a mi madre.

— ¡Feliz cumpleaños! —grita mi sobrina cuando llego a casa.

No están mis hermanas ni tías como las otras veces. Solo mi madre, Manuel y Janeth. No puedo pedir nada mejor, son los únicos que necesito estén para estar contento.

—Su cumpleaños es mañana.

—Déjala Manuel, mañana no podremos verlo— lo regaña mi madre antes de abrazarme.

Si, mañana es mi cumpleaños, pero debido al horario de mi madre en el trabajo y del mío no habrá posibilidades de celebrar juntos. Así que acordamos reunirnos hoy.

Simón y KeithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora