El invierno en Valparaíso es más húmedo de lo que pude imaginar, a veces, viendo desde la ventana me imagino que el mar se sale y me traga con departamento y todo, a veces, cuando el café está muy caliente y hace que el vidrio se empañe, imagino que se tragara toda la cuidad como dicen los sismólogos, dejando a Chile sin su arcoíris de múltiples colores.
Como un Simón sin Keith...Escribir canciones te vuelve una persona metafórica.
El clima está tan sombrío que solo tengo ganas de acostarme a ver una película con Logan a mis pies, pero Diego no se preparó toda la semana para que yo le falle, y se ha portado tan bien conmigo, dentro de las limitaciones de su forma de ser, que no lo merece la verdad. Saco al gato de mi regazo y me levanto del que ya se ha vuelto mi rincón favorito de la casa, el sillón que puse frente a la ventana de la sala.
Logan no es más feo porque no puede serlo, tiene poco más de dos semanas conmigo y aunque todavía temo que se muera, parece que se está recuperando. Una noche de lluvia bajé al oír sus maullidos desesperados y se lo quité del hocico a uno de los perros que se lo peleaban como trofeo, me pasé la noche en vela asegurándome de que respirara, al día siguiente Diego me acompañó a una clínica veterinaria donde lo curaron y me cobraron un ojo de la cara. Se llama Logan porque sus orejas puntiagudas y pelaje negro me asemeja el cabello de Wolverine, o porque estoy tan obsesionado con el hombre de adamantium que así lo imagino.
Keith detesta a los gatos, se lo he mostrado por video y sus caras le delataron de inmediato. Tomé el gusto de molestarlo dándole besos a Logan solo para ver cómo se molesta, que los gatos son sucios, que puede tener gusanos.
El abrigo que me traje del Espantoso azul me sirve ahora para capear las gotas de llovizna que caen mientras espero micro. Subo en ascensor para acortar tiempo, era mi maldito día libre y aquí estoy, por los pequeños pasajes camino al bar.
— ¿Qué se sirve su majestad? — Rocío me dice con ironía, tengo que admitir que nos estamos empezando a llevar bien, tanto que la invite al depa junto a su novia y a Diego porque quiero una excusa para comer pizza en grandes cantidades y hacerlo solo sería demasiado deprimente.
—Una Coca Cola porfa, con cinco hielos y en vaso de color rojo— pido, solo para irritarla. La verdad es que sentarme de público en una de las mesitas que solía limpiar se me hace raro, sobretodo porque hay muchos ojos sobre mí.
Rocío me levanta el dedo y se va a seguir recibiendo ordenes, es muy probable que no me traiga la Coca Cola.
"¿Qué haces?" Pregunta Keith en un WhatsApp, debe estar aburrido en su trabajo, cuando pasamos un rato sin hablar me pregunta eso.
"Veo el show de Diego" le contesto para ser honesto, aunque sé que todavía le causa conflicto la pseudo amistad que tenemos ahora, imaginármelo celoso me gusta un poco, así que espero su emoji indiferente y me concentro en el escenario.
Diego sale y casi no lo reconozco, la peluca rubia combina con su piel y sus facciones finas, no tengo idea de transformismo más que por los capítulos de RuPaul Drag Race que me obligó a ver hace ya mucho tiempo, pero podría jurar que sabe cómo maquillarse, porque se ve deslumbrante.
Cuando me decía que necesitaba el dinero jamás se me pasó por la cabeza que estuviera preparando su guardarropa para convertirse en toda una Drag Queen, se autodenomina Lola brillantina, y le queda, porque está brillando y hay que admitirlo de manera objetiva.
Mueve los labios, actuando las canciones con un nivel de sincronía tal que casi te lo crees, sé que quería cantar, intenté ayudarlo pero su voz simplemente no da. Baila, y lo hace bien, pero nada comparado con ese imitador de Shakira que me volvió loco.
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Simón y Keith
RomansaSimón: "...- ¿Qué te pasa Simón? - pregunta, regañando, aunque luego estalla en risa, acomodándose el cabello que ahora le cae mojado sobre la frente. No lleva sus anteojos y no sé si sea la luna, la oscuridad, el paisaje o solo mi cabeza. Es el chi...