Simón: Hips don't lie.

17 2 0
                                    


—No se me ocurre nada— digo, mirando la televisión con poca gana.

Keith dibuja, tira líneas que no entiendo para allá y para acá. Diseña disfraces según dice, está seguro que su mamá accederá a ayudarnos. Si de mí dependiera iría a la tienda de disfraces más cercana y arrendaría un traje de Deadpool para mí y para Keith uno de Spiderman, pero seguro no querrá ponerse mallas, y tampoco me queda dinero. Es fin de mes y ya deben depositarme lo del intercambio.

—¿Y si nos vestimos como Keith y Simón? Podría funcionar— continúo haciendo zapping, no hay nada bueno así que freno en Cartoon Network, están pasando Hora de aventura. Cuando vivía con mi tío solía verla a ratos. No pensé a Keith le gustara tanto, abre sus ojos y su boca y se pone a dibujarnos.

— ¡Tengo una idea! — exclama.

Me quedo viendo lo que hace, a nosotros, y nuestros disfraces. No demora nada en dibujarme, no puedo describir lo que me produce verlo así de ensimismado, con sus rodillas arriba apoyando su cuaderno en sus piernas, hecho un ovillo de inspiración. Cuando veo que usa el lápiz rosado para colorear su traje, lo detengo. Se está pintando el traje de La dulce princesa.

—No me voy a vestir de mujer, lo siento pero paso— le digo y el libera su mano de la mía para seguir pintando. Me pone una camisa escocesa roja, como la mía.

—No serás mujer menso, son sus versiones masculinas... Marshall lee y el príncipe Gumball, aparecieron en unos capítulos y ahora internet los ama.

Me detengo a mirar, según su boceto tengo casi todo lo que necesito, de hecho, es más o menos como me visto a diario. Solo necesito colmillos de vampiro, peinarme, y un poco de maquillaje para verme pálido.

Me gusta Marceline, es ruda y toca guitarra, su versión masculina me gusta aún más cuando Keith me muestra algunas imágenes de Tumblr, aunque me asusta un poco lo que los fans pueden llegar a dibujar. Keith está acostumbrado a ese mundo, incluso guarda algunos dibujos en su memoria y revisa lo que han subido sus artistas favoritos.

—Ósea, no le dirás a tu mamá que sales con un hombre, pero le pedirás que te haga el traje de un príncipe rosado de dudosa sexualidad... y seguirás creyendo que ella no se lo sospecha— comento— buen plan moreno, una forma poco común de salir del closet.

—Ella no pensara eso— contesta, poniéndose de pie con su diseño listo— o si, puede que sea buen plan.

Se encierra en el cuarto de sus padres, los escucho hablar y reír. Si tuviera una mamá así no le escondería nada, pero no puedo meterme en algo tan personal.

Aprovecho de practicar el repertorio, no sé cómo Keith pretende que doña Rosa termine un disfraz tan elaborado en su día de descanso, al rato sale del cuarto y se cuela en el mío.

— ¿Y? ¿Ya se abrazaron y lloraste y le dijiste que me quedare en México a molestar?

Me mira burlesco.

—No, me hará el traje y le quedara hermoso porque es la mejor.

Reímos. Hoy no podemos abrazarnos con libertad por los rincones, su padre y su hermano están en casa. He notado que Manuel me mira extraño estos últimos días, pero al mencionarlo con Keith no me quedo nada claro, dice que Manuel sería el último en notarlo. No estoy tan seguro.

Faltando algunas horas para la fiesta decidimos ir al centro para comprar lo que nos queda. Algunas tiendas tienen adornos colgados, no todas, creo que en Chile Halloween se ha masificado más que por estos lados. El teléfono de Keith no deja de sonar, estan organizando quien lleva qué, y cada tanto se detiene a mirar. Sé lo que espera, y aunque la idea no me agrada me gustaría, por él, que pudieran reconciliarse como amigos y ya.

Simón y KeithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora