—No me digas que ya te estás aburriendo de Keith.
—¿Qué? No, no es eso... es solo, en la playa se puso algo intenso, es todo — respondo. Ted deja el interés en sus apuntes y me mira, como reflexionando sobre lo que digo.
—¿Él se puso intenso? — se da una pausa y lo medito — Simón, vives en su casa... Le trajiste una serenata frente a toda la universidad y apenas ha pasado ¿Qué? ¿Cinco meses? Perdóname amigo, pero creo que los dos son igual de intensos.
—Si bueno — no tengo forma de discutir eso — pero empezó a hablarme de almas gemelas y esas cosas de libros de amor, no es que me asusté, es que... no lo sé, es el primer tipo que me toma tan pero tan en serio.
— ¿Y eso es malo?
—Maldita sea Ted, necesito hablar con un amigo no con su psicólogo interior— reclamo, volviendo a tocar. Los ordinarios, como les dices por estos lados a los exámenes de final de semestre, están a la vuelta de la esquina. Y si serán mis últimos exámenes y mi último concierto de repertorio, quiero darlo todo.
Les pedí a Ted y a Dan que me dejaran practicar acá algunos días a la semana, porque me da la impresión de tener a todo mundo harto con el guitarreo en casa de Keith, y porque realmente no practico cuando lo tengo cerca, más bien tonteo y acabo tocándole una canción de la sirenita.
—Mira Simón, si los dos están de acuerdo con quererse así de fuerte allá ustedes, ninguna relación es igual a otra. Aunque pienso que deberían enfriarse la cabeza un poco... después de todo te iras antes de navidad — enarca las cejas — porque aun te iras ¿Verdad?
—Voy a regresar a San Ernesto después de retirarme de la uni y sacar mi documentación.
— Ya... — Ted se pone serio, tanto que intimida — ¿Y sabes cómo funciona eso? No voy a felicitarte por dejar tu carrera, pero ya que estamos, pon los pies en la tierra por unos treinta segundos. Necesitas tener un contrato en México listo y firmado para que en tu país te den la visa de trabajo. Tiene que solicitarla tu jefe... ¿Ya tienes un trabajo entonces?
—No, pero...
— Pero nada hombre — me interrumpe — y luego me dices que Keith se pone intenso — se acerca un poco más al notar que mi sonrisa se desvanece dentro del espiral llamado responsabilidad — los apoyo, no pienses lo contrario, si quieres quedarte en México porque crees tener más oportunidades y además por él, hazlo, yo lo hice. Pero si te quieres quedar solo por este romance... piensa mejor las cosas.
Vuelve a tomar sus apuntes y yo me regreso al repertorio, desconcentrado.
Podría arriesgarme y empezar a buscar trabajo antes de acabar el semestre con la ingenuidad en una mano y la sirena en la otra. Me he pasado la vida cantando y hasta ahora me doy cuenta que no sé hacer nada más. Podría ser incluso más lanzado y pedirle trabajo a Don Juan, que tan amable se veía, limpiaré mesas o lo que sea, aprendiendo de lo que oigo y ganando dinero a solo dos horas de Keith.
— Quiero quedarme por el paquete completo, Keith, amigos... oportunidades. Muchos músicos chilenos han tenido que llegar a México para ser valorados, claro que no estoy a su nivel... pero quiero intentarlo — digo, dejando a la sirena sobre la cama de Dan.
— Inténtalo hasta que toda américa cante tus canciones entonces huevón, y ahora déjame estudiar o te tiro la guitarrita por la ventana.
Nos metemos en lo nuestro hasta que cae la noche, Ted es excelente compañía, quiero preguntarle por su experiencia al dejar su país, pero me da la impresión de que si vuelvo a abrir la boca va a cumplir su amenaza.
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Simón y Keith
RomantizmSimón: "...- ¿Qué te pasa Simón? - pregunta, regañando, aunque luego estalla en risa, acomodándose el cabello que ahora le cae mojado sobre la frente. No lleva sus anteojos y no sé si sea la luna, la oscuridad, el paisaje o solo mi cabeza. Es el chi...