Simón y Keith

Keith: Un poco loco.

Los ordinarios llegaron en menos de lo que esperábamos, todo un semestre a punto de concluir, es increíble lo rápido que se va el tiempo cuando tienes buenos días. Sabiendo lo que está por pasar me gustaría detener el reloj un momento... sé que no se irá permanentemente, pero tengo miedo de que algo allí pueda hacerlo cambiar de opinión sobre todo esto. Es una estupidez pensar así, en todo este tiempo he aprendido que no tengo motivos para dudar de él, pero a veces es inevitable callar a las voces inseguras de mi cabeza, sobre todo cuando estoy solo en el silencio de la casa.

Me tiro en la cama a revisar mi celular, terminé de estudiar hace poco y al ver que ya me pongo a pensar idioteces prefiero distraerme en otra cosa. Tengo varios mensajes de César, hace ya unos días que nuestra amistad ha vuelto a ser la misma de siempre y no puedo estar más contento.

"Más te vale que estés estudiando y no en otras cosas, no te quiero ver llorar por reprobar luego"

Le sigo el juego echándole en cara la peda a la que fue hoy con sus compañeros de clase. Luego le escribo a Simón para desearle buenas noches, quería ir a su habitación, pero él también tiene exámenes y prefiero dejar que estudie tranquilo.

La mañana llega y me siento nervioso, no por mi examen, sino porque hoy vienen mis parientes de visita. Dios sabe que los amo, pero fuera de mis calificaciones sé que soy el prospecto favorito para las quejas, al menos con la familia de mi padre siempre es así. Quiero pasar tiempo fuera de casa, por eso le pido a Simón que vallamos al cine a ver la nueva película de Pixar, Coco, después de clases.

—Eso no es desayuno Keith— me regaña mi madre al verme comer un plato de cereal— come algo más.

—Comeré una manzana de camino y listo— le doy un beso de buenos días justo antes de que comience con su sermón de hábitos alimenticios. Está atareada haciendo una lista de ingredientes para preparar la comida, pues es ella quien cocina en las juntas familiares mientras que mis tías traen alguna otra botana.

Simón llega justo a tiempo, nos saluda adormilado y come su pan con queso antes de que nos peleemos el baño para terminar de alistarnos e irnos.

Las primeras horas de clase son para entregar calificaciones finales y para que los profesores busquen terminar el programa de estudios antes de el examen, y claro, la ultima hora es el examen en sí. Toda la clase está nerviosa, en especial Dan.

—Te juro que estudié con Jessica todas las tardes, pero ni así siento que estoy listo.

—Pasarás. Entregaste un buen trabajo, te ganaste un punto extra, lo harás bien—intento animarlo.

Todos los alumnos de arte están reunidos en esta sala, sentados en filas con la vista al frente. El profesor llega unos momentos después, algo molesto, dando las normas en tono estricto: Sin voltear, sin pedir cosas, sin hablar, todo contestado a pluma. Tenemos cuarenta minutos, ni más ni menos. Nada de eso ayuda a que uno puedo rendir el examen tranquilo, pero es la misión del profesor intimidarnos.

Contesto como puedo y a lo que aprendí, equivocándome en varias de seguro, pero comparando a la cantidad que creo responder correctamente, tengo confianza de pasar la materia. Termino cinco minutos antes y espero a Dan afuera para despedirme y preguntarle qué tal.

Al salir Simón decidimos ir al cine de la plaza cercana, durante todo el camino hasta la misma sala no paro de decirle datos curiosos sobre las películas de la compañía, no sé cómo me aguanta.

Después de un cortometraje de Frozen que no termina de gustarme comienza la película e intento controlarme cada vez que veo algún detalle en la animación que me alucine, somos los únicos mayores sin niños de la sala y con eso basta, no necesitan oír mis acotaciones.