Keith: Almas gemelas.

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A medida fui creciendo dejé de creer en muchas cosas. Dragones, magos, fantasmas y una infinidad de fantasías, que, a pesar de continuar gustándome, asumí como tramas de cuentos infantiles. Hay algo, solo una cosa en la cual nunca dejé de creer.

—¿Has escuchado de las almas gemelas?

—Claro, alguien igual a ti con quien el destino te empareja o alguna estupidez... algo así.

—No es alguien igual a ti — corrijo — es más bien... Alguien que te completa, que tiene lo que a ti te falta o necesitas. Comprensión, apoyo, amor, confianza, cosas que no encontraste en nadie más, o al menos no como esperaste, lo encuentras en solo en aquella persona.

Mi discurso es una completa tontería, pero es la forma en que yo lo entiendo, la forma en que él me hace verlo sin darse cuenta.

—No importa que tan diferentes sean — dice y yo asiento con lentitud.

—Pese a tales diferencias, encajan, como dos piezas de rompecabezas — tomo su mano y la uno con la mía, alzándolas lo suficiente para que las vea — no son iguales, pero quedan perfectamente. No puedes cambiar el hecho, no quieres hacerlo de todos modos.

Sonrío y él lo hace, quizá por reflejo, tal vez porque entiende de lo que hablo, no tengo forma de saberlo.

—Algo así no existe... — dice quitando su sonrisa y caminando a la ventana— son solo cuentos.

—¿Tienes forma de saberlo?

—No, pero suena tan irreal y perfecto...

— Simón, nada es perfecto, ni siquiera hablando de almas gemelas — camino hasta estar a su lado — los problemas existirán siempre, pero lo especial de esto es que no importa lo que pasé, el lazo que une a dos almas no se romperá. Seguirán juntas pese a todo, incluso sin estar juntas lo estarán en el plano emocional.

—Hablas tan serio de todo esto ¿De verdad lo crees?

—Claro, dos almas destinadas a encontrarse en cada vida, nacidas para estar la una con la otra ¿Hay algo mejor en lo cual creer?

—Puede ser...

Hay silencio, tiene razón, hablo demasiado en serio de un simple cuento para románticos empedernidos, lo cual, según yo, no soy.

Creencia estúpida o no, prefiero guardarla conmigo porque al final, quiera o no, el anhelo de encontrar a alguien es humano, a mi parecer.

—No intento hacerte creer Simón... — le aclaro, posando mi mano en su brazo— Solo compartía contigo un pensamiento — suspiro — Y la idea irracional de que me haces sentir algo así. Que en esta vida y en otras eres tú a quien he amado.

—Otras vidas... Reencarnación — se recarga en el marco de la ventana — si eso fuera cierto probablemente viví los cincuenta, rocanrol, swing, tantos buenos ritmos.

—Le apostaría a los ochenta — aguanta la risa, he respondido muy serio a algo que ha dicho como chiste — solo decía.

—Eso explicaría porque amo tanto las bandas de rock latino de la década, seguro morí joven y me quede con ganas de seguir protestando con música— le doy un leve golpe y se queja.

—Con esas cosas no se juega — le regaño.

—¡Quizá fuimos mujeres! Eso explicaría tus caderas de Shakira — sonríe, picando mis caderas con sus dedos, haciéndome dar un pequeño brinco.

—Eso no funciona así Simón — digo apenado mientras miro a la ventana para que no vea mi sonrojo — pero podría ser, no siempre reencarnas en el mismo género.

Simón y KeithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora