Carrera contra el tiempo y el calor, eso es junio para mí. Los exámenes vienen y si planeo irme a fin de mes debo de poner dedicación extra al estudio, no quisiera tener que irme a un extra. Aunque mis planes eran matarme toda la semana estudiando como siempre tengo a César, Simón y a mi madre diciéndome que eso no será sano así que cuando puedo me tomo un descanso para olvidar el estrés y dormir más de cuatro horas al día.
Hoy es uno de esos días en que me tomo un tiempo libre, mi hermana me invito a una celebración por el bautizo de mi sobrina más pequeña, se supone debería haber ido a misa también pero olvide por completo el detalle y me quede dormido.
En el patio de la casa de mi madre la familia come ceviche de soya, hablan entre ellos que si el trabajo esto, que si los niños entran al grado correspondiente y esas cosas. Mis sobrinos bailan al ritmo de la música de la radio, no puedo evitar pensar que la música de Simón es mucho mejor que lo que suena ahora, es gracioso imaginarlo en el centro de la fiesta, queriendo educar a los más pequeños sobre la buena música y no solo los ritmos pegadizos con letras mediocres. La voz de mi hermana hace que mi mente regrese a la realidad.
Las fotos del bautizo son pasadas a cada uno de los presentes en la mesa y mi turno llega, si no estuve en la iglesia mínimo tenía que mostrar interés y verlas. Se ve mi hermana con su esposo, Janeth y la bebe con los ojos llorosos porque le asustó el agua bendita, así se podrían resumir las fotos. Las miro todas mientras hablan de las vacaciones, lo que quieren hacer por separado y lo que quieren hacer como familia.
—Hay que ir a la playa todos— sugiere Manuel y los demás se animan— tú también debes venir Keith.
—No creo que pueda, pienso irme al extranjero estas vacaciones.
No se los habia mencionado antes, no encontraba el momento adecuado y por sus caras puedo ver que no era este. Todos hablan al mismo tiempo, habiendo tantas preguntas al respecto que no sé cómo contestar ninguna.
—Solo será un viaje corto y en solitario a Chile, nada por lo que deban preocuparse.
— ¿Chile? Pero si siempre quisiste ir a Europa— Manuel toma un sorbo de su soda— ¿Hay algo interesante ahí? — pregunta con claras intenciones.
—Quiero ver a alguien... Quiero ver a Simón.
El silencio se apodera de la mesa, lo recuerdan y eso les incomoda. No pienso ocultarles que sigo en contacto con él, no tengo porque si planeo que sea una constante en mi vida pase lo que pase durante este viaje. Respiro lento, espero los comentarios de cualquiera cuestionándome, o peor, pidiéndome que me retire. Mi madre es la única que se hace presente.
— ¿Estás seguro de querer ir? — está a mi lado— es muy lejos e iras solo, no quiero imaginar que haré si algo te pasa.
—Todo estará bien, si bien voy solo allá no lo estaré, te dije— intento calmarla acercándome a ella— me mantendré en contacto y estaré bien, lo prometo.
Sigue preocupada, pero se lo guarda, me abraza un segundo y cambia el tema uniéndose a una discusión entre mis hermanas.
Camino a la parada mis pies se topan con una pelota, unos niños gritan que se las devuelva y como está a la mano cruzo la calle para dárselas. En frente está el parque, aquel donde se crearon recuerdos hermosos y también los más horribles. Todo sigue igual, las mismas viejas bancas blancas, los grafitis en los botes de basura, el pasto que parece nunca ser cortado, la única diferencia significativa está en los árboles, los que por la estación recuperaron su color verde dándole más vida al lugar.
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Simón y Keith
RomanceSimón: "...- ¿Qué te pasa Simón? - pregunta, regañando, aunque luego estalla en risa, acomodándose el cabello que ahora le cae mojado sobre la frente. No lleva sus anteojos y no sé si sea la luna, la oscuridad, el paisaje o solo mi cabeza. Es el chi...