Metamorfosis

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~¡Ganamos! sonrió Vaughn chocando los puños con Vans.

~¿Qué pasa? Comentó Sofía, notando que James y Hugo desviaban la mirada.

~Díselo tú Hugo, a mí me odiara. Murmuró el rubio.

~No lo haré, me odiara a mi.

~¡Díganme que hicieron!

~Yo te lo diré, hicimos una apuesta, si nosotros ganábamos aceptarías salir conmigo. Interrumpió Vaughn con fascinación.

~¡Deben estar locos! Yo no soy un objeto, mucho menos pueden apostarme como si yo les perteneciera. Gritó dando media vuelta.

Hugo intento seguirla, pero James lo detuvo.

~Déjala, se le pasará más tarde. Sonrió de forma astuta, mientras corría detrás de ella.

Clio caminó rápidamente hasta donde se encontraba Hugo y notó la mirada perdida del joven.

~¿Te encuentras bien?

~¡No! Contestó con ira, intentando pasar de largo.

~Veo que mi pañuelo no te brindo suerte, me disculpo por eso.

~No creo que debas disculparte, de todas formas fui un tonto... Ahora Sofía no querrá volver a hablarme. Gritó extendiendo la tela.

Clio recordó que Hugo atesoraba con cariño el pañuelo que Sofía le había obsequiado, así que pensó que si hacía lo mismo, el príncipe la mantendría en sus pensamientos.

~Yo no lo creo así, eres su mejor amigo y debes estar para ella. En cuanto al pañuelo, ¡quedatelo!, quiero que lo conserves y lo observes cuando te sientas solo. Susurro recibiendo una mirada de agradecimiento por parte del príncipe.

~¿Crees que deba ir a verla?

~Creo que debes hacerlo. Exclamó apretando ligeramente la falda de su vestido.

~Me alegra que no seas una niña tonta, estoy cansado de lidiar con ese tipo de mujeres. Contestó tocando su hombro.

La princesa se tocó el hombro con felicidad, mientras observaba como Hugo se alejaba de ella.

Él estaba dispuesto a hacer las pases con su verdadero amor, era tonto pensar que podría lograr su cariño. De todas formas ninguna chica lo había logrado. Aunque existía una capaz de volverlo loco, si tan solo se lo propusiera. Además su nombre era conocido por todos en la escuela real.
Si tan solo pudiera ser como ella, con una brillante cabellera castaña, un carácter agradable y unos intensos ojos azules. Fácilmente podría lograr su amor.

En ese momento apareció junto a ella, una extraña mujer, con un vestido amplio y piedras preciosas adornando su cabeza.

~¿Te gustaría convertirte en Sofía, solo por un día?

~¿Quien eres? Eso... Estaría mal.

~¡Vamos niña! La vida es un riesgo, además soy tu hada madrina, ¡No estoy aquí para hacer el mal!

~Bueno... Unas horas no le harán mal. Además, Sofía tiene una vida maravillosa, puede compartirla un poco.

La mujer movió su varita y un brillo rodeo a Clio haciendo que se convirtiera en Sofía.

~Mírate al espejo, eres quien siempre soñaste ser.

La princesa observó su reflejo y con felicidad tocó sus mejillas enrojecidas.

~No puedo creerlo, ¡soy Sofía!

~Puedes hacer todo lo que tú quieras, sin el temor de ser reprendida o juzgada, por lo que tengo entendido, todos adoran a esa niña. Sonrió de manera perversa haciendo que Clio perdiera su buena voluntad por un momento.

El Amor de ClioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora