Diario de Clio

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Día 5 desde la boda:

He observado a Hugo con detenimiento y puedo asegurar que no es feliz, estoy arrepentida de haberlo atado a mi.

Día 30:

Después de un mes, por fin hemos consumado nuestro matrimonio. Aunque sus caricias son mías, me da la impresión de tener un hielo en mi piel. Me he esforzado mucho por ser una buena esposa, pero ¿De qué me vale fingir? Si de todas formas no me ama.

Día 80:

Esta mañana recibí una noticia desde Encantia, al parecer James y Sofía ganaron la competencia de Derby volador, no es una sorpresa. Sin embargo, Hugo parece estar perdido en su lectura sin importarle nada de lo que ocurre a su alrededor.
Lamentablemente él se retiró del equipo unas semanas antes de nuestro matrimonio, sé lo difícil que debe ser, saber sobre la mujer que amó sin poder tenerla a su lado.

Cuando le conté sobre el triunfo de nuestros amigos, solo contesto de forma directa y sin entrar en detalle, posteriormente retomó su lectura.

¿Romeo y Julieta? ¿Tiene algo que ver con nuestra historia?

Él la ha leído infinidad de veces durante estos meses, comienzo a pensar que trata de decirme algo indirectamente.

1 año después:

Decidí que sería bueno para Hugo volver a practicar patinaje artístico. Ser el esposo de una reina, no sería obstáculo para su felicidad. Verlo alegre era lo más importante para mí.

Cuando lo hice partícipe de mi decisión, él sonrió como no lo había hecho en este año de matrimonio.
Realmente no había experimentado tanta felicidad en toda mi vida.

La pista de patinaje no queda muy lejos del castillo y periódicamente suelo observarlo desde la ventana de mi estudio.

Cuando se encuentra en el hielo parece convertirse en otra persona. A menudo me hace recordar al Hugo de 10 años. Aquel niño que se encontraba lleno de vida y sueños.  Realmente me gustaría volver a esa época.

Dos años de matrimonio.

Han pasado dos años desde que nuestras vidas se unieron. Las cosas han ido mejorando con el paso de los años y de vez en cuando, él suele sonreírme de manera discreta.

No puedo negar que estuve a punto de desistir, pero últimamente he negado está posibilidad, quizás pueda tener una oportunidad de lograrlo.

Mi madre hizo que Hugo se atragantara con la comida está mañana. Comentó que sería bueno que trajeramos al mundo a un heredero, ya que teníamos dos años de casados y aún no habíamos podido concebir a uno.
Hugo y yo no tenemos intimidad a menudo y la idea de tener un bebé para él era casi imposible.
Aunque no lo dijo frente a mi madre, cuando nos encontramos en nuestros aposentos me hizo saber su decisión.

“No tendré un bebé", habló con furia mientras golpeaba uno de los estantes.

Realmente sentí miedo al observar su mirada llena de odio. Tal vez para él tener un hijo era igual a dejar ir su libertad para siempre.

No se volvió a hablar del tema en los meses siguientes.

Tres años de casados:

Hugo había estado evitandome los meses pasados. sin embargo, un día ocurrió nuestro tan deseado acercamiento.

Un mes después me enteré de que sería madre. Yo no podía caber de la emoción, pero la reacción de Hugo me mantenía preocupada.

Con cuidado me acerque hasta la pista de patinaje, con un par de zapatitos en mis manos. Los había guardado en una caja perfectamente adornada y esperaba que fuera un buen regalo para el futuro padre.

Cuando me vio, se acercó a mí con la misma expresión de siempre, una sonrisa forzada acompañada de una mirada triste.

“¿Qué pasa?" Me dijo sin que yo pudiera emitir una palabra, lo único que pude hacer fue extender la pequeña caja que traía en mis manos.

La abrió rápidamente sin demostrar ningún tipo de emoción. Al ver los zapatitos solo pudo apretar la caja con fuerza. Yo no sabía que pasaría después, pero sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

Con delicadeza los limpio y me dijo “Felicidades" como si fuera una persona ajena a mí.

Me aleje de él y lo observé desde la lejanía.

Hugo seguía llorando como si su mundo se hubiera acabado, no sabía si estaba emocionado o creía que nuestro bebé era un estorbo para él.

Definitivamente nunca dejaré que mi pequeño lea estás palabras.

Dos meses de embarazo:

Está mañana salí corriendo al baño. Las náuseas y dolores abdominales aumentan conforme avanza el embarazo.
Hugo parece indiferente ante todo, pero, aunque lo intente, sé que está feliz por nuestro bebé.
Anoche mientras dormía, lo descubrí tocando mi estómago. El futuro padre, quería sentir los pequeños movimientos de nuestro hijo.

No me gustaría decirle, pero me he sentido un poco enferma, mi presión arterial ha subido y tengo un mal presentimiento acerca de esto.

Tercer mes de embarazo:

Hoy se celebró la fiesta en honor a mí bebé, asistieron muchas personas y eso me llenó de felicidad.
Mi amiga Amber asistió sola, en parte fue un gran alivio, ya que no podría volver a ver a la cara a Sofía. Siento que destruí su vida... Además, James me miraría con reproche.

He pensado en muchos nombres para el pequeño, si fuera un varón me gustaría que se llama Roderick, en cambio si fuera una niña... El nombre más apropiado que se me ocurre es, Sofía. Seguramente Hugo estará en contra, pero debo hacerlo para calmar mi conciencia. Tal vez de esa forma, podría mimar y querer a mí pequeña Sofía, solo así sentiría que estoy pagando mi deuda con la que fue mi amiga.

Esas fueron las últimas palabras que Clio escribió antes de cerrar su diario.

Hugo entró rápidamente a la habitación y dejó su chaqueta sobre un perchero.

~¿Te pasa algo? Habló al ver la palidez en el rostro de su esposa.

~Hugo... Si me pasará algo ¿Seguirías con tu vida?

~¿De qué hablas?, Nada te pasará. El doctor dice que estás perfectamente.

~Escribiré algunas cartas para mí bebé y tengo planeado entregarle cada una en un momento especial de su vida. De esa forma, ella sabrá cuanto la amo.

~¿Ella? Pero tú madre prefiere un varón.

~De todo corazón, espero que sea una niña.
Susurro antes de tomar nuevamente su diario.

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