El enmascarado

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Charles se encontraba dando vueltas alrededor de su habitación. Ya habían pasado 6 años y ni siquiera había logrado nada más que una amistad con Sofía. Reconocía que el corazón de la princesa se encontraba atrofiado, pero nunca pensó que sería casi imposible ganar su pequeño amor.

La boda de su hijo estaba próxima. En un año, el joven se convertiría en un monarca y reconocía que era más de lo que podía ofrecerle.

El hombre comenzó a buscar entre sus pertenencias. Periódicos viejos, cartas antiguas y algunas pinturas salieron a relucir. Una de ellas llamó su atención, era un retrato de su niñez durante una carrera de Derby.

Reconocía que era guapo, no muy diferente a su sobrino menor, pero su corazón no era puro. Durante su juventud había hecho muchas cosas de las que no se arrepentía, pero que  había decidido olvidar.
Tal vez, volver a ser vil y despreciable podría ayudarlo.

En ese momento tuvo una idea y sin pensarlo tomó su saco y se dirigió a la salida.

Sofía se encontraba recogiendo algunas flores para entregárselas a su madre. James, por su parte, estaba listo para ser enviado al frente de un batallón extranjero. Aún no sería reconocido como jefe de caballeros, pero su rango lo había hecho ascender en la armada de Encantia.

Los temas sentimentales no estaban en sus planes, la pérdida de Clio aún le dolía en el alma, pero seguiría adelante con su vida y lograría lo que se propuso en el pasado.

~Prométeme que volverás sano y salvo. Comentó Sofía, mientras le ponía una toalla alrededor del cuello.

~Asi lo haré, no te preocupes por mí, pronto todos mis sueños se harán realidad, como se los prometí en el pasado. Entonces volveré y afrontaré mi rol como duque de Encantia.

Una lágrima rodó por la mejilla de Sofía y James la encubrió con un beso.

~Te extrañaremos mucho, me sentiré muy sola cuando te vayas. Ya sabes, Amber se casará y tú te irás.

Charles se encontraba llegando a Encantia.
El hombre notó la proximidad entre ambos jóvenes y con cuidado se acercó para escuchar mejor la conversación.

~Cada día pensaré en ustedes. ¿Recuerdas lo que creíamos cuando éramos niños?, Un espíritu mágico nos guiaría durante nuestra separación y te cantaría cada noche como lo haría yo. Cuando me extrañes, cierra los ojos y piensa en mí, seguro sentirás el latido de mi corazón y escucharás a ése ser cantando para ti. ¡No debes llorar, mi pequeña princesa! Intentaré volver para la boda de Amber, ¡solo debes esperar!

Sofía se aferró al pecho de su hermano y el rubio la estrechó entre sus brazos.

Charles esbozo una sonrisa, pero no una común, esta vez, su sonrisa estaba llena de maldad.
Con cuidado dió unos pasos en retroceso, procurando no ser escuchado por los príncipes de Encantia.
Era mejor que Sofía no se enterará de su visita, así todo sería más fácil.

Esa noche James partió rumbo a Wei-Ling, su futuro no estaba escrito, así que cualquier cosa podría pasar, pero él estaba decidido a vivir, no se dejaría vencer tan fácilmente.

Apenas se fue, Sofía se encerró en su habitación y comenzó a llorar por su hermano. Seguramente no lo sabía, pero Amber tenía la misma sensación, pese a que parecía estar calmada.

Una guerra era un tema delicado, aunque el rey Roland había tratado de frenarlo, James era demasiado obstinado.
Como caballero sentía la necesidad de ayudar a las naciones vecinas y Wei Ling lo necesitaba en ese momento.

Cuando cayó la noche, una sombra se acercó hasta la habitación de la princesa y con cuidado abrió la ventana procurando no despertarla.

Una tormenta azotaba Encantia acompañada de estruendosos truenos.

Sofía escuchó cómo la ventana se abría y procuró mantenerse en silencio para ser la primera en atacar.

Cuando el hombre se acerco hasta su cama, ella tomó una de sus sábanas y saltó sobre él para atraparlo, sin embargo él logro esquivar su ataque.

Lo único que pudo observar antes de que huyera, fueron un par de ojos avellana reluciendo frente a ella.

En seguida supo la respuesta. ¡Hugo había entrado en su habitación!, La cólera comenzó a subir a su rostro, pero no podía negar que le causaba una gran fascinación su porte.
Se encontraba vestido con un traje oscuro que le permitía perderse entre la noche, seguido de un antifaz y un sombrero que cubría gran parte de su frente.

La princesa caminó hasta el balcón y se dejó perder en sus pensamientos.

Mientras tanto Charles se encontraba llegando a la escuela real. Flora, Fauna y Primavera todavía vivían en una pequeña cabaña cercana al instituto.

El duque tocó la puerta hasta que las tres hadas acudieron a su llamado.

~Duque Charles, hace mucho tiempo que no nos honraba con su presencia. Saludo Flora.

~Es un placer volver a verlas. Disculpen si las molesto a estas horas de la noche. Vine desde Albuquerque porque hay una cosa que me mantiene intrigado.

~¿De que se trata? Preguntó Primavera.

~Me gustaría que me dijeran todo lo que saben sobre el pasado de la princesa Sofía, como ustedes saben, ella y mi sobrino han sido grandes amigos desde la infancia y él desea hacerle el regalo perfecto para su cumpleaños. Cualquier pequeño detalle podrá ayudarlo.

~¿Por qué no vino él? Preguntó Fauna.

~Tiene una pequeña hija que lo absorbe la mayor parte del tiempo. Así que me pidió que las visitará y les diera su saludo.

Flora sonrió y comenzó a contarle la historia de Sofía, desde que ella vivía en la pueblo hasta que se graduó de la escuela real. Incluyendo cada pequeño detalle acerca de su personalidad y aficiones.

Charles tenía cada vez más herramientas, para entrar en la mente de la princesa, sin que ella lo notará.

La princesita Sofí se encontraba buscando a su padre por todo el castillo, llevaba haciéndolo más de media hora sin tener éxito.

Cuando entró a su habitación, lo encontró sentado sobre el marco de la ventana. Parecía que intentaba huir o que había vuelto de alguna parte. Sus cabellos se encontraban desordenados y su traje totalmente mojado por la lluvia.

~¿Qué pasa mi niña? Susurró con delicadeza.

~¿Dónde estabas?

~Estaba en el balcón, pero las puertas se cerraron y tuve que entrar por la ventana. Sonrió mientras la tomaba de la mano.

Fue así que juntos se dirigieron a tomar su cena.

El Amor de ClioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora