El Amor de Clio

La ayuda

La reina Esther se encontraba leyendo las noticias sobre el encarcelamiento de Hugo.

~Siempre supe que era un mal hombre ¡Envenenar a su padre es un pecado!

En ese momento su pequeña nieta entró a la habitación, sin pedir permiso.

~¡Abuela! Debes leer esto.

~¡Qué te he dicho sobre entrar de esa forma! ¿Dónde estan tus modales? Afortunadamente yo te criare de ahora en adelante.

~¿Por qué? ¿Qué pasó con mi papá?

~Esta encarcelado, por intentar hacerle daño a tu abuelo. Habló sin ser considerada.

~Mi papá quiere mucho a mi abuelo, jamás haría algo así. Comentó extendiendo la carta de su madre.

La reina Esther la tomó sin ningún interés. Sin embargo, conforme leía las palabras de su hija, su corazón comenzó a ablandarse a tal punto de provocarle el llanto.

~Mi madre es muy buena, ¿No, abuelita?

~Lo era y amaba mucho a tu padre. Comentó abrazándola con fuerza.

~Quiero ir con mi papi, él nunca se pierde mis cumpleaños.

~Te llevaré, pero primero debo arreglar algunos asuntos con el duque Charles. Comentó antes de salir de la habitación.

Unos minutos más tarde, la mujer se encontraba en el carruaje esperando a su pequeña nieta. Ambas viajarían a Albuquerque.
Así fuera difícil para la pequeña Sofi ver a su padre encarcelado, la reina Esther consideraba que debía ser madura y afrontar todo tipo de situaciones, ya que se convertiría en la reina de Corinthia.

Quizás no podía hacer mucho, pero intentaría salvar al padre de su nieta a como diera lugar.

Al llegar al castillo, lo primero que hizo fue pedir hablar con el rey Garrick, sin importar que el hombre aún permaneciera postrado en la cama.

~¿Aún sigues tomando estás gotas? Habló levantando un pequeño frasco.

~¿A qué te refieres?

~Al parecer aún te suministran veneno, dado que Hugo está en prisión es imposible que él sea el responsable.

Garrick tomó el frasco y lo lanzó por la ventana.

~Axel no está aquí, Hugo está en prisión y Charles tiene mi corona.
Es el único responsable. ¿Cómo haré para quitarle mi trono? Y liberar a mi hijo.

~Haremos que caiga en su propia trampa, por el momento, no comas ni bebas nada, más tarde te traeré comida.

La pequeña Sofi había bajado rápidamente hasta el fondo de las mazmorras, buscando a su padre en cada una de las celdas.

Cuando finalmente lo encontró. Notó que su mirada estaba apagada y las ojeras comenzaban a hacerse presentes. Ahora sus ojos avellana, parecían tener menos brillo de lo habitual.

~Papi... Estoy aquí. Lloró abrazandose de los barrotes.

Hugo no perdió tiempo e intento llegar hasta donde se encontraba su pequeña hija.

~Feliz cumpleaños mi querida Sofi, ¿Recibiste la carta de mamá? Susurro con cuidado.

~Asi es, mi madre me dio toda su sabiduría. Ella era maravillosa.

~Realmente lo era, me hubiera gustado descubrirlo antes.

~Pero mamá quiere que Sofía me cuide, quiere que se convierta en tu esposa. Como debió ser ¿Por qué dijo eso? Preguntó con curiosidad.

Hugo sabía que no debía contarle la verdadera historia a su hija, aunque algún día conocería toda la verdad.

~Sofia y yo hemos sido un buen equipo, por eso lo dice.

Hugo cerró los ojos por un momento y recordó su niñez.

Flashback.

~¿Así que no te gusta ninguna princesa? Susurro James con picardía.

~No deberías burlarte, estás en mí misma situación. Contestó Hugo con seguridad.

~Me gustan los cañones y el pudín, no las niñas. Pero nuestro querido Zandar ya fue atrapado por Hildegard.

Zandar se encogió de hombros e intento callar a los niños al ver que Amber, Clio y Hildegard se acercaban.

~¿De que hablan chicos? Preguntó la rubia.

~Seguro de cañones, es de lo único que hablan. Se quejó Hildegard.

Sin embargo la pequeña y retraída Clio se encontraba detrás de las chicas.

~Deberían ser como Clio, jamás se mete en lo que no le incumbe. Comentó Hugo provocando el sonrojo de la princesa.

~¿Tú crees? Preguntó con pena.

~Asi es, eres distinta a tus superficiales amigas. 

El primer día de Sofía en la escuela real no había sido muy bueno.
James la había hecho caer en una fuente unas horas antes.
Mientras caminaba empapada por los pasillos, decidió observar a los niños desde lejos. Sabía perfectamente que no podría encajar con ellos, ya que había sido educada en un pueblo, sin ningún tipo de lujo.

~Mira Amber, allá esta tu hermana favorita. Se burló Hildegard.

Hugo levantó una ceja al ver como la niña temblaba de frío.

~¿Qué le pasó? ¿Por qué está mojada?

~James le dió la bienvenida a la escuela. Se rió Amber.

~No lo digas, aún me siento mal por eso. Se lamentó el príncipe rubio.

~Asi es la vida aquí, creo que debemos respetar las tradiciones. Comentó Hugo haciendo a un lado a todos para acercarse hasta ella.

Clio apretó sus libros con impotencia, pues el niño ni siquiera la había vuelto a mirar.

~¿Qué te parece la escuela, Sofía? ¿Aún crees que eres parte de nosotros? Aunque te vistas con las mejores telas, nunca serás una princesa. Se burló Hugo tirándole su tiara.

Amber y Hildegard se rieron, mientras, James, Zandar y Clio observaban con tristeza.

Sofía salió corriendo sin mirar atrás.

Hugo dió media vuelta y tomó a Clio de la mano para llevarla a otro pasillo.

Las mejillas de Clio se encendieron al imaginarse una romántica declaración de amor, sin embargo Hugo, rompió sus ilusiones.

~Mi padre me pidió que te invitará a ti y a tu familia al baile de esta noche. Es el cumpleaños de Axel y le interesa que asistas. Comentó guiñandole el ojo.

~Claro que iré... Alcanzó a decir antes de que Hugo diera media vuelta y desapareciera.

Esa noche, Clio no perdió la esperanza de bailar con él, pero durante el baile, Hugo se mantuvo jugando con Dereck a las espadas, sin importar lo que ocurría a su alrededor.

Fin del Flashback.

La princesita Sofí comenzó a llorar y su padre intento curar sus lágrimas.

~Saldré de aquí, verás que para Wassalia tendrás una nueva mamá, una nueva familia ¡Lo prometo!

Los ojos de Sofí se iluminaron y sus ilusiones comenzaron a volar.

Charles por otra parte, no se daría por vencido con Sofía. Deseaba poseerla, tenerla solo para él y mientras él viviera ¡nadie más la admiraria o anhelaria!