El enemigo acecha

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Poco después de que Sofía salió del castillo de Albuquerque, Hugo había comenzado a tirar todo lo que se encontraba a su alcance, provocando que la pequeña bebé estallará en un llanto imparable.

Charles había notado la manera tan apresurada en que la princesa se había marchado y la desconfianza había comenzado a hervir en su sangre. Así que sin pensarlo, se apresuro a ver a su sobrino.

Su asombro fue mayor al encontrarlo sentado en medio de un sin fin cosas.

~¿Qué significa esto Hugo?

~Déjame solo. Susurro.

~¿Qué le hiciste a Sofía?, Su mano aún permanece marcada en tu rostro.

~Le hice saber cuánto la amo y desprecio, se sintió como una reina y como si no valiera nada, todo al mismo tiempo. Era lo que querías ¿No? De alguna u otra manera seguí tus consejos. Sofía no volverá a acercarse a mi. ¡Ahora tienes el camino libre!

~¡Respetame Hugo! Soy tú tío. Además tú sabes cuánto me interesa y si le hiciste algo, te juro que...

~¿Qué me harás?, Te recuerdo que soy el hijo del rey y si Axel abdica incluso podría gobernar Albuquerque. Contestó a modo de burla.

Charles se quedó en silencio ante esta afirmación.
Hugo realmente estaba harto de todo, quería desaparecer e incluso había comenzado a comportarse como un adolescente caprichoso.

Axel pasaba por el corredor cuando escucho todo el alboroto, así que decidió hacerle una visita a Sofía antes de que su tío lo hiciera.

El joven pelirrojo no tenía otra intención que amenazarla con lo que había escuchado y visto horas antes.

~¿A qué debo el honor, príncipe Axel? Habló intentando parecer cortés.

~Seré claro, tú y yo jamás nos hemos llevado bien, incluso podría afirmar que te odio.

Sofía soltó una sonrisa e intento mantener la cordura.

~Si me odias, ¿Cuál es el motivo de tu visita?

~Vi lo que pasó hace unas horas y la forma en la que te le ofreciste a mi hermano, si no quieres que esto llegue a oídos de tu padre, te recomiendo que te alejes de él de una vez por todas.

~¿Estás tratando de amenazarme?, Si en realidad observaste la situacion, debiste haber notado que no fui yo quien provocó a Hugo. Pero no te preocupes, si tú intención es que me aleje de él, ¡lo haré! Porque tengo dignidad y él me trato como si no valiera nada.

Axel sonrió con picardía y se acercó hasta ella para apretar sus mejillas con las yemas de sus dedos.

~Veo que eres muy lista, nos entenderemos bien. Habló soltando el rostro de la princesa.

Sofía corrió hasta el espejo, para notar que los dedos de Axel aún se mantenían marcados en sus mejillas.
El joven soltó una mirada de desprecio antes de salir de la habitación.

Así pasaron algunos días, ni siquiera Charles la había visitado y eso la mantenía inquieta. Seguramente el rumor de lo que había pasado ya se había esparcido por todo Albuquerque ¿Y si llegaba a oídos de su padre? ¿Cómo podría decirle la verdad?

Sofía se hundía cada vez más en su desesperación.
Estaba a punto de llorar, cuando el duque Charles apareció frente a sus ojos. De inmediato creyó que lo había llamado con el pensamiento y se rió para sí misma.

~¿Te encuentras bien?, No había querido ser imprudente, sé que tuviste una discusión con mi sobrino.

~No fue nada, típicas peleas de viejos amigos. Sonrió intentando parecer segura.

Charles se sentó junto a ella y juntos contemplaron el pequeño lago que se encontraba frente a sus pies.

~Te contaré una historia de cuando tenía tu edad, tal vez eso te haga sentir mejor.

Sofía lo escuchó con atención mientras el hombre le relataba la historia de su vida.

~Yo a penas era un joven de 20 años cuando tuve que pelear en una pequeña guerra para salvar la paz de Albuquerque. Me habían entrenado toda la vida para ser un guerrero, tú sabes, lo típico que deben hacer los príncipes. Yo no estaba de acuerdo con eso, sentía que en la vida había más que vivir bajo los roles de género.

Los ojos de Sofía comenzaron a agrandarse con cada palabra. ¡Le había pasado exactamente lo mismo! Y nadie la comprendía tanto como él.

~Garrick siempre fue un fiel creyente de que los hombres de la familia debían ser fuertes, prácticamente perfectos. De esa manera educó a sus hijos. Yo siempre me mantuve en silencio, pero un día decidí ya no hacerlo, amaba practicar ballet y lo hice sin tener miedo a los prejuicios.
No sabes lo fuerte que me sentí el día que pude presentarme frente a una gran multitud, interpretando el lago de los cines ¡fue algo realmente hermoso!

~Tambien práctico Ballet. Contestó Sofía con los ojos llenos de ilusión.

~Algún día podríamos bailar juntos. Tú eres como Odette y yo soy como el abuelito del príncipe.

Sofía no pudo evitar soltar una pequeña risa, sin embargo se arrepintió de inmediato.

~No debe exagerar duque Charles. Usted es solo unos años mayor que mi padre.

Fue así como la mente de Sofía comenzó a ser invadida por Charles.

Cada cosa que hacía le recordaba a él, siempre quería pedir su opinión y no sabía el por qué. Quizás poco a poco se iba encaprichado con él, o sus ansias de olvidar a Hugo la hacían caer a los brazos equivocados.

Así pasaron 6 años de convivencia.
Sofía había cumplido su promesa y no había vuelto a ver a Hugo. De la misma forma, él había seguido su vida, viendo crecer a su pequeña hija. Aunque en los días de soledad, aún deseaba estar junto a su amada.

El cumpleaños número 6 de la pequeña Sofi había llegado y con ello una gran responsabilidad para Hugo. Una de las cartas de Clio debía ser entregada a la princesita.

~¡Feliz cumpleaños Sofi! ¿Cómo te encuentras? Habló Hugo caminando hasta la cama de su pequeña.

~Estoy muy bien, ¿Tienes un regalo para mi? Preguntó saltando alrededor del colchón.

~Tengo uno, es una muñeca de porcelana, cabe recalcar que está hecha con los materiales más finos...

La niña lo interrumpió para quitarle el sobre que tenía entre sus manos.

~¿Esto también es un regalo para mi?

~Es de tu madre, ahora sí me permites te seguiré contando sobre tu muñeca. Fue traída desde Freezenburg...

La niña comenzó a abrir la carta sin importar lo que su padre decía, ella moría de ganas de saber el contenido de la carta de su madre.

~Veo que te gustó más el regalo de tu madre. Susurro con tristeza.

~Claro que no, es solo que nunca había recibido nada de ella. Saltó mientras comenzaba a leer.

El Amor de ClioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora