La princesa de los pastelitos

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Sofía se quedó dormida al lado del príncipe Hugo.
A la mañana siguiente notó su descuido, pues se encontraba recargada sobre la orilla de la cama.
Con sigilo salió rápidamente de la habitación, esperando no ser descubierta, sin embargo, el príncipe Axel la había visto escabullirse del cuarto de su hermano.

En un abrir y cerrar de ojos ya había pasado una semana desde su encarcelamiento en Encantia.

Aunque Hugo intentaba ocultarlo, disfrutaba demasiado la compañía de Sofía, a pesar de disfrazarlo con bromas pesadas.

El príncipe Hugo y Sofía se encontraban sentados en uno de los jardines del palacio. La castaña leía con emoción un libro para su majestad, cuando las trompetas de la puerta principal sonaron.

~Principe Hugo, su prometida está aquí.

El rostro del joven se llenó de avaricia y con seguridad caminó a su encuentro.

~¿Cómo estás, mi más bella flor?

Amber se apresuró a besar a Hugo, sin importar el protocolo de cortejo.

~Estoy mejor ahora que puedo verte. Contestó mientras observaba a Sofía de reojo.

~¿A qué debo tu visita?

~Quiero pasar la tarde contigo.

~No puedo, más tarde Sofía y yo visitaremos los prados de Albuquerque, ella debe taparme del sol, para que pueda disfrutar del paseo.

~Hugo... No estoy de acuerdo, siento que la estás apreciando y me dan celos de solo pensar que puedan terminar juntos.

~Ella no se compara a ti, mi reina. Exclamó acariciando sus cabellos.

Amber decidió calmarse y fingir que todo estaba bien.

~Esta bien, vendré mañana y saldremos juntos, te tengo una sorpresa. Comentó dándole un último beso.

Sofía se quedó observando, mientras su corazón latía con fuerza. No entendía por qué, pero le dolía verlos juntos a pesar de que aborrecía a Hugo.

Apenas llegó a Encantia la rubia comenzó a tirar todo lo que se encontraba a su alrededor.

~¡Violet! Traeme hojas y papel, le enviaré una carta al rey Garrick.

Sofía se alejó un segundo de Hugo y fue hacia las orillas del lago, ahí se encontró con el príncipe Axel que permanecía acostado con un libro en la cabeza.

~Su majestad, lamento importunarlo.

~No lo haces, eso es lo que soy, solo que debo fingir con nuestro padre, no merece tener dos hijos rebeldes.

~No lo sabía.

~No le dejaré a Hugo mi trono, así que no pienses que podrás subir de estatus social.

~No pretendo eso...

~Entonces dime ¿Qué haces aquí? ¿Por qué saliste de la habitación de Hugo? Seguro te prometió que se casaría contigo, pero como no eres la heredera de un reino, estoy seguro que no le interesas ni un poco, para él eres solo un juguete que puede tirar y recoger cada que tiene ganas de divertirse.

Sofía comenzó a temblar de miedo cuando Axel se acercó de manera dominante a ella.

~No es lo que está pensando, vine al palacio por mi voluntad, además, soy la sirvienta de su hermano, solo me aseguraba de que no tuviera otra pesadilla de nuevo.

En ese momento Hugo soltó un gritó, apartando a su hermano de ella.

~¿Otra vez, tú? Deja de buscar una excusa para desprestigiarme frente a mi padre, tú naciste primero, pero yo soy el preferido.

El Amor de ClioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora