La maldición

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Sofía lloraba mientras era forzada a subir al carruaje de Hugo.
Amber veía con satisfacción aquéllos sollozos, mientras James y Clio observaban con tristeza.
A pesar de no estar de acuerdo, no podían hacer nada para salvarla.

~Deja de llorar, me lastimas lo oídos. Exigió Hugo girando la cara.

~Debo ver a mi madre, ¡no puedes llevarme de esta manera!

~Tu madre será bien recompensada, lo prometo, ¡ahora deja de llorar o te echaré al calabozo!

Sofía intentó frenar sus lágrimas, sin embargo, tenía miedo de su futuro, no sabía que pasaría con ella y eso la llenaba de terror.

Unas horas más tarde, el carruaje aterrizó y las puertas fueron abiertas.

Hugo bajó rápidamente y extendió su mano para que ella la tomara. Al no hacerlo simplemente la forzó dándole un tirón de brazo.

~Cuando llegues frente a mi padre, desplegaras una sonrisa. No quiero que él sospeche lo que está ocurriendo, si lo sabe ¡tendrás problemas!

Sofía asintió y limpió los residuos de lágrimas que permanecían en su rostro.

Las trompetas sonaron dando la bienvenida al príncipe menor de Albuquerque.

~Buen día hermanito, ¿Dónde estabas?

Hugo se puso recto y sonrió de manera confiada.

~Arreglaba mi futuro.

~¿A qué te refieres?

~No seré tu sombra nunca más, ¡te lo aseguro!

Axel frunció el ceño, estaba dispuesto a gritar, cuando observó la mirada temerosa de Sofía.

~¿Y esta jóven?, ¿es parte de tu plan?

~No te incumbe, tú no eres el dueño de mi vida. Contestó tomando a Sofía por el brazo.

~Soy tú hermano mayor... Solo quiero lo mejor para ti. Agregó antes de ver a Hugo seguir de largo.

Cuando Hugo y Sofía llegaron frente al estudio, el príncipe le lanzó una mirada inquisidora.

~Ya lo sabes, mi padre no debe enterarse. Diré que te encontré en medio del bosque y me apiade de ti. Dijo antes de pasar un pañuelo por la cara de Sofía.

Hugo giró nuevamente la vista y con seguridad toco la puerta.

Poco a poco la puerta se fue abriendo hasta revelar a un gran hombre de cabellos plateados.
Hugo se veía totalmente pequeño a comparación del rey. Sofía no sabía cómo explicar su aspecto, pero le parecía un hombre sumamente amable, aunque también podía ser severo si ameritaba la situación.

~¿Cómo estás campeón?, Habló extendiendo sus brazos hacia Hugo.

El joven sonrió y se acercó rápidamente a él.

~Muy bien papá, quiero hablarte de algo ¿Puedes?

El rey miró a Sofía y alzó una ceja.

~Espero que no hayas hecho algo indigno.

~Verás, esta tarde mientras paseaba por el bosque encontré a esta chica. Estaba llorando porque no tiene dinero para mantener a su madre enferma, así que me compadecí de ella y le di trabajo en el castillo, será mi sirvienta personal. ¿Qué opinas?

~Tú nunca te compadeces de nadie. Intervino Axel entrando a la habitación.

~Soy igual a ti, hermano. Contestó mirando con molestia al pelirrojo. ~¿Qué dices papá?

El rey Garrick cruzo los brazos y lo medito por unos momentos. Después se acercó hasta Sofía y notó como sus ojos se enrojecían.

~¿Realmente necesitas trabajo?, Susurro sin dejar de mirarla.

Sofía se tapó la cara y Hugo corrió a tomarla entre sus brazos.

~Esta muy transtornada. Contestó mientras le susurraba al oído ~No lo arruines.

~Lo siento mucho rey Garrick, sí necesito un empleo, mi madre y yo necesitamos el dinero.

El rey cambio su cara de severidad por una de comprensión.

~El trabajo es tuyo.

~Muchas gracias. Sonrió Sofía haciendo una reverencia.

~Se quedara aquí, naturalmente. Exclamó Hugo haciéndose notar.

~¿Donde vives?, Preguntó Axel.

~En Encantia.

~Tardarías muchas horas en llegar. Haré que te den una habitación en el castillo. Contestó Garrick.

~Yo me encargo de todo. Alzó la voz Hugo sacándola de la habitación.

El rey Garrick y Axel intercambiaron miradas.

~Sé que Hugo planea algo, él no es empático.

~No es malo, solo teme no ser aceptado.

~¿Hugo, no aceptado? Parece que no conoces a tu hijo. Se burló recibiendo una mirada dura por parte de su padre. ~Lo siento, no debí hablarte así. Susurró bajando la mirada.

Hugo y Sofía recorrían los grandes pasillos. El príncipe pensaba con detenimiento que recámara entregarle a la jóven.

~¿Por qué haces esto? ¿Qué más da? ¡Déjame ir!

~No puedo hacerlo, algo me dice que debo retenerte a mi lado.

Por fin el príncipe abrió una habitación y la hizo entrar.

~Mañana temprano debes ir a mi cuarto. Empieza el verdadero trabajo. Se despidió guiñandole el ojo.

Sofía se recargo sobre la puerta y comenzó a llorar.

En ese momento un golpe la hizo alertarse.

~Abre la puerta. Exigió la voz al otro lado.

Aunque Sofía sintió miedo, tuvo que acceder.

~Dime la verdad, ¿Hugo te tiene presa? No sé que interés tiene en ti, pero no debe ser bueno.

~No pasa nada príncipe Axel, vine por mi propia voluntad.

~Seguramente te amenazó. Conozco esa sonrisa confiada, sé que planea algo.

Sofía quería contarle todo, ¡pero estaba asustada!, Tenía miedo de Amber y de volver a la prisión.

~No pasa nada, se lo aseguro.

Axel la miró con desconfianza y decidió retirarse. Aunque no se detendría hasta descubrir la verdad.

Al salir de la habitación, Hugo se encontraba esperándolo.

~¿Por qué te metes en mis asuntos?

~¿Por qué eres tan rebelde?

~¡Axel déjame!, No eres mi padre. Espero que no le hayas dicho nada. Ella es totalmente fiel a mi.

~Lo veremos Hugo.

Mientras tanto, Clio se encontraba tratando de hacer contacto con Prisma.

Los pedazos de espejo, todavía permanecían en la alfombra. Ella había pedido que no fueran limpiados hasta que encontrará la forma de salvar a Sofía.

~¡Prisma! Por favor ¡Ven a mi!, La voz de Clio retumbó por las paredes haciendo que comenzará a escucharse eco.

En ese momento Prisma apareció frente a sus ojos.

~¿Qué quieres niña?, Tienes todo lo que soñabas.

~No es así, mi mejor amiga es despiadada, Sofía está sufriendo y Hugo... Él, es malvado, puedo verlo en sus ojos. Es la clase de persona que no se detiene hasta lograr sus objetivos.

~Aunque ruegues no deshare el hechizo. Cómo Sofía no se convirtió en noble, no adquirió su amuleto de Avalor, por consiguiente, no se convirtió en protectora. En resumidas cuentas. No interferirá en mis planes.

~Debe haber una forma de revertirlo.

~La hay, pero no la escucharás de mi boca.

El Amor de ClioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora