Capítulo 1

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Ahora.

Supe que empezaba el mejor día de mi vida al sonar la alarma de mi celular. No pude pegar ojo en toda la noche y, a pesar de que son las cuatro de la madrugada, no tengo ni pizca de sueño.

<<Mudarme, ir a la ciudad, entrar a la universidad...>> Cada minuto que pasa se hace más real. Me levanto rápidamente de la cama y entro en la ducha.

Las gotas calientes recorren mi cuerpo y me reconfortan mientras lavo mi cabello. Al salir de la ducha me apresuro. He planeado mi ropa la noche anterior: un jean, zapatillas blancas con líneas negras, una camiseta blanca sencilla y por último mi chaqueta favorita negra. Seco mi largo cabello y lo aliso. Me maquillo sutilmente y termino de empacar lo que me falta.

—¡Wow, ya estás lista! —dice mi madre al entrar en mi habitación.

—Sí, ma. Estoy tan emocionada... —sonrío.

—Okay. Acabo de llamar a Eddie, el chico del apartamento y dice que... —se apresura a decir mi madre, pero la interrumpo.

—¿Sabes la hora que es? Debió estar dormido —me río pensando en cómo mi madre está aun más nerviosa que yo.

—Lo sé, pero el vuelo hasta Nueva York es de solo cuatro horas. Y recuerda que en cuanto estemos allá iremos al apartamento. En fin, me dijo que, aunque el apartamento está amoblado, faltan algunas cosas que debemos comprar —dice mi madre caminando hacia la puerta.

—Vale, eso quiere decir ir de compras —digo, y en silencio mi madre mueve sus brazos emocionada. Reímos a carcajadas y meto mi cepillo de cabello a la maleta.

— Ya casi debemos salir, date prisa —digo, y corre por el pasillo hacia su habitación.

<< Cómo la voy a extrañar. >> — pienso.

Al bajar las escaleras mi padre está sentado en el comedor de la cocina tomando café. Me ve y sonríe.

—Buenos días — dice mi padre.

—Buenos días, Pá —digo dejando mi maleta de mano en el piso.

— Preparé café, y las galletas que te gustan están en el cajón de arriba —dice y sonríe. Amo las galletas de chispas de chocolate —. Tu hermano está dormido, pero se sentirá muy triste si no te despides. Además de que estaremos solos, ya sabes cómo se pone sin tu mamá —dice, y yo asiento mientras me sirvo una taza de café.

—Sí, es cierto. En un momento voy y lo levanto. De todas maneras mamá volverá en solo un día —respondo con la boca llena de mi adorada galleta. Ojalá en Nueva York se consigan.

—Te quiero mucho, Lara —dice mi pequeño hermanito, y lo abrazo. Tiene las mejillas rojas por el frío de febrero. El hombre del taxi ya ha llegado y mi padre está terminando de poner el equipaje en el maletero.

—Yo también, David, pero podrás ir al apartamento cuando quieras. Igual yo vendré a casa en vacaciones y esas cosas —digo y revuelvo su cabello rubio.

—Vale, eso espero —dice el pequeño de cinco años.

—Ya está todo —dice mi padre y se acerca a mí y me abraza—. Pórtate bien, y estudia mucho. ¿Eh? no muchas fiestas —dice y yo me río.

— Tres o cuatro a la semana papá. No es nada —bromeo y mi hermanito abre los ojos como platos. En realidad no soy una chica que le vaya mucho salir de fiesta. Sin embargo, vivir un poco la experiencia universitaria no me caería nada mal.

—Ja! De eso nada —dice mi madre como si leyera lo que pienso y mi padre niega divertido.

Ya está amaneciendo y la neblina espesa empieza a desaparecer. Mis papás se despiden con un pequeño beso y mi mamá le promete a David que le traerá algo de Nueva York y de inmediato el rostro triste de mi pequeño hermano cambia y dice:

—¡Pero vayan, vayan! No quieren llegar tarde —dice él empujando a mamá hacia el taxi mientras todos reímos.

Minutos después estamos en camino al aeropuerto. Mamá le paga al taxista y bajamos. En el aeropuerto esperamos la llamada del vuelo, mientras bebo café con crema. La adicción al café, tal cual como mi padre.

El vuelo es tranquilo. Mi corazón como siempre se acelera cuando el avión corre por la pista. Se me hace imposible respirar hasta que se estabiliza en el aire. Las cuatro horas se pasan literalmente volando.

—Señores pasajeros, les habla el capitán de cabina. En pocos minutos aterrizaremos en la ciudad de Nueva York. Permanezcan sentados y abrochen sus cinturones de seguridad —mi felicidad aumenta, la vista es preciosa, grandes edificios y a lo lejos un pedazo verde, el Central Park. Es de las primeras cosas que quiero hacer, visitar el parque. Solo espero que en la universidad pueda hacer un grupo de amigos como el que tenía en casa. Ayer mi mejor amiga Paula organizó una pequeña fiesta de despedida para mí.

—Te voy a extrañar — dijo finalmente cuando minutos antes había dicho que no me hablaría más porque según ella la estoy abandonando.

— ¿Video llamada cada noche? — dije alzando los hombros.

—Cada noche —dijo. Y con el antebrazo limpió las lágrimas que caían por sus mejillas.

Al bajar del avión, recogemos el equipaje y tomamos un taxi. Busqué la dirección en la conversación por chat que había tenido con el chico del apartamento, Eddie. Le dicté la dirección al hombre mientras conducía por la ciudad. Miré asombrada por la ventanilla. Todo era hermoso; tal cual como en las películas, miles de tiendas, hoteles, restaurantes, bares. Estoy tan emocionada de ir de compras como mi madre. Al poco tiempo entramos al parqueadero de un gran edificio en Brooklyn. No es el lugar más lujoso de la ciudad, pero es bastante bonito. Lo vi por Internet, pero estando aquí luce mucho mejor.

Sacamos el equipaje del auto, y momentos después avisamos al portero del edificio que buscábamos al propietario del apartamento 502. Antes de que el hombre respondiese, un chico salió del elevador y nos dirigió una sonrisa

—Ustedes deben ser Lara y Eleonor. Un gusto en conocerlas finalmente. Soy Eddie —extendió su mano y yo la estreché. Miré a mi madre quien no disimulaba su cara de alegría.

Hilos de Amor (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora