—Hola, princesita, ¿estás bien? —pregunta Eddie acercándose a mí.
—Sí, solo me duele la cabeza y quisiera irme —miento. Excepto por lo de irme. En verdad quiero encerrarme en su... en mi apartamento por el momento —. Pero puedes quedarte, yo tomaré un taxi o un Uber.
—No, de eso nada, me iré contigo —en ese momento alza su vaso y dice: Te toca conducir a ti —. Yo asiento y nos despedimos de los chicos que conocí hoy.
— ¿Tomaste mucho? —pregunto abriendo la puerta del conductor.
—No, en realidad. Solo cerveza ¿Tú qué hiciste? ¿En dónde estabas? —dice en el asiento del co-piloto.
—Fui a la terraza y me entretuve en el celular — miento, y agrego: —Debemos hablar de algo —digo, pero su teléfono suena. <<Salvada por la campana>> pienso, pero estoy molesta, muy molesta conmigo misma. Mientras conduzco las imágenes de Aaron aparecen mi memoria. Él mira las estrellas y luego a mí.
— ¿Christin? ¿Qué pasa? ¿Por qué llamas a esta hora? —dice Eddie. Luego oigo, en el silencio del auto, a una mujer que le habla.
—Las muestras Eddie, no están, las azules o verdes, ese color que tú...
— ¿Las verde menta? ¿A qué te refieres con que no están? —dice mal humorado.
—Sí, esas. Las he buscado toda la noche. Necesito que mires si están en tu apartamento, si te las llevaste por equivocación.
—No estoy en el apartamento, pero llego y te escribo —dice Eddie y cuelga. Se le ve muy estresado.
— ¿Todo va bien? —pregunto.
—No, las telas del primer conjunto que hice no están; y las necesito para otros diseños. Un amigo que se fue a Paris me las trajo para mi colección del desfile. Debo buscarlas en el apartamento. Y si no están, no sé qué voy a hacer.
—Conduciré más rápido entonces —digo eludiendo el tema de Aarón. No creo que sea buen momento para soltar algo así, aunque en definitiva no creo que haya ningún buen momento para eso. ¿Por qué no me controlé?
Por la hora llegamos más rápido al apartamento. Eddie se quedó dormido. Sentí una punzada en el corazón al verlo. Una de culpa...
—Eddie, llegamos —dije para que se despertara.
— ¿Ya? Eres buena conductora, mi princesita —dijo y sonreí.
Entramos al edificio y pedimos el elevador. Busqué mis llaves en la cartera... mis llaves, ¿por qué no están mis llaves? ¡Ay no! Las olvidé. ¿Algo puede salir peor esta noche?
—Mis llaves no están.
—Busca bien —dice Eddie y yo revuelvo el pequeño bolso.
—Ya, y no están. ¿El portero no tendrá una llave o algo?
—No, las únicas personas que tienes la lleve original son los propietarios. Llamaré a Aaron.
— ¡No! —grito y él me mira incrédulo.
—Es el único que tiene llaves del apartamento, Lara —se lleva el teléfono a la oreja y el timbre suena.
— ¿Hola? Aaron, necesito un favor. Espera, ¿qué? —dice Eddie y me mira. Mi corazón late rápido y mi preocupación de que le diga algo aumenta —. No te escucho bien. Como sea Aaron, a Lara se le olvidaron las llaves y no puede entrar. ¿Tienes la llave original? ¿No? Yo tengo que madrugar por algo de la escuela, ¿podrías traerlas tú? ¿Qué le pasó a tu auto porque ya nunca sales con él? Joder.... —dice Eddie, claramente impaciente.
—Yo puedo ir a buscarlas —dije finalmente.
— ¿Segura?— asiento—. Pero llévate la camioneta. No me gustaría que estuvieras en un taxi a esta hora.
—Bueno —digo y presiono el botón del primer piso, y el elevador baja.
—Muy bien, Aaron, Lara ya sale para allá. Espérala abajo. De todas formas le daré tu número por si algo. Claro. Gracias, Primo. Okay, adiós —dice y cuelga —. Te mando el contacto por WhatsApp. Por favor, princesita, conduce con cuidado, y avísame cuando llegues —dice Eddie. Me pasa las llaves del auto y planta un beso en mis labios. La culpa no desaparece, y al tocarlo siento pena de mí misma. Debería decirle ahora mismo, pero me arrepiento y digo:
—Okay, adiós —
Arranco la camioneta y conduzco a gran velocidad por la autopista. Prendo la radio para sumirme en algo que no sean mis pensamientos. Ya conozco el camino, así que en menos de treinta minutos llego al lugar, estaciono y apago el auto. Cuando salgo veo a Aarón parado enfrente del edificio fumando un cigarrillo. Al notar mi presencia, me mira fuerte.
—Escucha. Antes que nada —digo y él me observa pasivo mientras exalta una calada de humo — lo qué pasó arriba fue una equivocación total. Yo estoy con Eddie y no pienso cambiar eso —digo convenciéndome, y toso por el horrible olor.
—Muy bien —dice inexpresivo. Tira el cigarrillo, se mete las manos a los bolsillos del pantalón y lo pisa,
— ¿Muy bien? —¿Es lo único que dirá?
—Sí, como tú quieras. Me da igual —dice y parece otra persona.
—Bien... ¿Las llaves? —pregunta. Espero que me las entregue e irme lo más rápido posible.
—Aquí las tengo —sereno señala su pantalón.
— ¿Me las vas a dar? Ya quiero irme —digo.
—No. — ¿Pero a qué juega? ¿Y por qué estoy de tan mal humor?
— ¿Cómo así que no? Le dijiste a Eddie que me las darías —digo y el frío empieza a hacer de las suyas y empiezo a temblar. Él lo nota y arruga el ceño.
— Dije que las tenía. Yo iré y abriré la puerta. Son mis llaves y no te las daré. Vamos antes de que te de hipotermia.
— ¿Por qué no me las das y te las entrego mañana?
—Que no —dice él y camina hacia la camioneta —. Dámelas, yo conduzco —dice y yo me niego.
—No, yo conduciré.
—Lo que yo creo es que estás cansada. Dame las llaves —dice con voz serena.
Y lo cierto es que así es. Estoy cansada y mis párpados pesan. Accedo a su petición y me entrega las llaves. Subo al coche, pero en el asiento de atrás. Quiero mantenerme lo más lejos posible de Aarón.
—Ay, por favor, ya supéralo. Fue un beso. La gente se besa —dice y me mira por el espejo retrovisor.
—Solo conduce —. Aaron me observa por un momento y luego arranca el motor.
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Hilos de Amor (COMPLETA)
Teen Fiction(EN CORRECCIÓN) Si te esta gustando la historia no olvides regalarme una ⭐️ gracias por leerme! Lara Brown, es una chica de Los Angeles. Su mayor sueño siempre fue estudiar diseño de modas, por lo cual se muda a nueva York a cumplir sus metas. Dife...