Dos semanas después ya me siento como toda una neoyorquina. Diariamente Grace y yo nos vemos antes de clases para desayunar. Los martes en el grupo de pintura.
Aaron ya no aparece los jueves. No lo he vuelto a ver.
Los días en los que Eddie no está ocupado, salimos por las tardes. Este miércoles me dijo que quería mostrarme la ciudad. Yo encantada acepté. Sabiendo que íbamos a caminar mucho usé mis tenis blancos con rayas negras, a juego mi pantalón blanco, una blusita de tirantes negra y mi chaqueta de cuero sintético.
Vi a Eddie en la puerta del edificio esperándome. Nunca voy a poder olvidar como el sol iluminaba su rostro. Parecía una pintura. Hasta me ruboricé al ver cómo me miraba: igual de asombrado que yo a él.
Primero fuimos al acuario de Nueva York. El lugar es hermoso. Da la sensación de que caminas bajo el agua viendo la cantidad de peces arriba y a los lados. Saqué mi celular y nos tomamos selfies. En algunas reíamos; pero mi favorita es en la que Eddie está dándome un beso en la nariz y yo tengo los ojos cerrados. Eddie asegura que me veo adorable cuando me sonrojo por algún comentario tierno que él hace, pero yo aún no termino por acostumbrarme.
Después de comer, esta vez en McDonald's, decidimos pagar por mitades. Él protesta, pero yo lo ignoro. No me parece bien que pague todo. Estamos en el siglo veintiuno y cuando él me invite estará bien, pero mientras tanto no me hace sentir cómoda dejarle eso a él.
Finalmente llegamos al Empire State. Ignoramos los 101 pisos del edificio ya que solo queríamos ir al último para admirar la vista. Y ahí fue cuando Eddie hizo lo que jamás olvidaré...
—¿Me prestas tu celular? —dijo mientras el aire del atardecer movía mi cabello al azar. La vista era maravillosa, y los grandes edificios de la ciudad resaltaban en el cielo con tonalidades naranjas —. Quiero tomar una foto y creo que el tuyo tiene mejor cámara.
—Claro, ten —dije desbloqueándolo con mi huella y luego se lo pasé.
Vi que Eddie hizo rápidos movimientos en el celular, pero no le preste mucha intención. Pensé que simplemente estaría buscando la cámara. Respiré profundamente la brisa que llegaba y cerré los ojos por un momento. La sensación era exquisita.
—Mira —dijo Eddie entregándome el celular. Me dispuse a guardarlo cuando una llamada entró y vi la pantalla. Un tal "¿QUIERES SER MI NOVIA? <3" llamaba. Enseguida entendí. Había cambiado su nombre de contacto. Lo miré asombrada. Tenía preocupación e intriga en su mirada, pero cuando asentí con la cabeza un gran peso pareció desaparecer de su hermoso rostro y fue cuando sonrió ampliamente. Me abrazó contento y me alzó en el aire. Grité por estar literalmente en lo más alto de Nueva York; y segundos después reímos ruidosamente. Los rayos iluminaban nuestros rostros mientras Eddie me acercaba a él, tomando mi rostro en sus manos. Lo miré por unos segundos y cerré los ojos; lo besé con ternura. Estaba feliz por ese momento que para mí era el mejor. Nuestros labios fríos se movían al unísono y su cálida lengua envolvía la mía para luego plantar un suave beso en mi frente. Eddie y Nueva York eran el contraste perfecto para mí.
Hoy ya es viernes y con Eddie vamos a ir a la fiesta de un amigo suyo. El apartamento queda en Brooklyn. Solo una típica fiesta de universitarios, pero para mí es la primera. Modelé todo mi guardarropa decidiendo que usar, mientras Paula y yo hablábamos por video llamada.
—¿Y si te pones el negro con mangas largas? —dice mi amiga. Por su cámara no veo nada. Está acostada, cansada de verme con cada vestido que tengo. Ninguno termina de convencerme, pero el negro podría ser buena opción. Es sencillo, me queda justo en los muslos. Lo único que no me gusta es que es muy ceñido al cuerpo y siento que no puedo moverme bien.
ESTÁS LEYENDO
Hilos de Amor (COMPLETA)
Novela Juvenil(EN CORRECCIÓN) Si te esta gustando la historia no olvides regalarme una ⭐️ gracias por leerme! Lara Brown, es una chica de Los Angeles. Su mayor sueño siempre fue estudiar diseño de modas, por lo cual se muda a nueva York a cumplir sus metas. Dife...