Capítulo 11

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Apoyada en la encimera tomo el café y pienso en lo sucedido. Quizás simplemente fue mi imaginación; quizás él no trataba de hacer nada. Fue amable, eso es todo.

—Hola? —dice Grace al otro lado de la línea. Decidí llamarla. Quiero hacer algo, distraerme un poco, y ella es buena compañía.

—Hola, soy Lara —digo.

—¿No vendrás al grupo de pintura? Estaba pensando en ir, pero solo conozco a Jeremy y no estoy de humor para coqueteos —dice y yo río —. Es verdad, no te rías —dice divertida.

—¿Quieres pasar al apartamento? Pediré comida —propongo.

—Sí, sí. Suena perfecto. Mándame por mensaje la dirección y salgo para allá — dice.

—Vale, te espero.

Grace se marchó del apartamento a las ocho. Comimos y vimos películas en el sofá. No le conté nada sobre Aarón; como que es el dueño de la cama en donde duermo. Acostado pienso en lo extraño que suena eso. ¿Habrá dormido aquí con alguien? De solo pensarlo me dan escalofríos y algo de asco en realidad. No estaría mal comprar mi propio colchón.

Las clases del viernes se pasan volando. Después de almorzar con Grace, llego al apartamento sobre las cuatro. Hago un poco de limpieza en general. Soy un tanto meticulosa en cuanto a los olores. A diario, un paquete de chicles no falta en mi bolso.

A las ocho me encuentro acostada en el mueble leyendo Romeo y Julieta. Tengo que confesar que soy gran fan de los clásicos, en especial de Orgullo y Prejuicio y de Cumbres Borrascosas. Soy un tanto romántica; y en cuanto toco un libro no lo suelto hasta terminarlo. Concentrada en las letras, leo encantada el primer encuentro entre Romeo y Julieta. El celular suena y leo el mensaje de Eddie.

—¿Estas ocupada? —leo.

—Estoy en el apartamento. ¿Quieres subir?

—Llego en un momento —dice y los conejos de mi pijama sonríen.

Corro a la habitación. No quiero que se note que me he arreglado. Después de todo estoy sola en el apartamento, un viernes leyendo Romeo y Julieta. Así que opto por unos pantalones de yoga y una camiseta negra sencilla. Miro mi aspecto en el espejo y poso delante de él unos segundos hasta que el timbre suena y abro la puerta. Él va vestido con una sudadera azul. Su amplia sonrisa lo hace ver de película.

—Pasa —digo.

—Te ha quedado muy bonito el apartamento —dice entrando.

—Gracias —digo sonriente. Lo cierto es que me gusta que noten mi trabajo —. ¿Quién puede explicarme qué haces solo un viernes en la noche? —agrego cuando nos sentamos en el mueble.

—Yo iba a preguntar lo mismo —dice. Su perfume es fuerte; huele como el perfume de papá. No me decido en qué tan agradable es para mí que huela a papá —. Pero, oye, ahora no estoy solo —Sus ojos se hacen chiquitos cuando sonríe.

—En eso tienes razón. ¿Quieres café? —Yo y mi café... Que alguien me salve de no acabar loca por la cafeína.

—Claro —dice acompañándome a la cocina.

—¿Cómo lo quieres? —pregunto sirviendo el líquido oscuro. Se me es imposible no pensar en Aaron y en cómo reímos ayer cuando yo casi me infarto viendo su reacción. Fue agradable.

—Negro y sin azúcar —dice y yo hago un gesto de asco, pero él no me ve. ¿Sin azúcar? Pero, ¿qué sentido tiene eso?

—¿No te parece muy amargo? —digo.

—No, siempre lo he tomado así —dice.

—Vale, pues así me queda más sencillo —digo pasándole el pocillo.

—Gracias —dice y entonces volvemos al mueble.

—Me gustaría decirte que he venido porque no tenía nada más que hacer, pero lo cierto es que no he podido dejar de pensar en ti —. De repente un nudo en mi estómago aparece; y con mis piernas cruzadas lo miro atenta.

—¿En serio? —digo.

—Sí, la pasé muy bien contigo —dice y noto como sus ojos brillan.

—Yo también la pasé muy bien —repito y Eddie se acerca a mí.

—¿Qué te parece si pedimos los helados que nos hicieron falta? —pregunta animoso.

—Si, por favor —digo y juntos reímos, es un sonido suave y encantador.

Los helados de brownie llegan y Eddie niega cuando le digo que pagaré. Sin embargo, le recuerdo que él pagó la cena el miércoles. Finalmente accede. Abro Netflix en el portátil. Los dos hemos visto casi todas las películas, así que decidimos ver Stranger Things. Ya que no soy de series, no veo muchas; pero al finalizar el primer capítulo no puedo evitar poner el siguiente. Concentrada en la serie me recuesto en el mueble y Eddie pasa su brazo detrás de mí y yo me congelo. Una criatura aparece y grito asustada. Me río apenada y el ríe a carcajadas.

El dolor de cuello me despierta, haciendo una mueca me doy cuenta que nos hemos quedado dormidos. Eddie tiene el portátil y agradezco a Dios que no se cayó. Lo cojo y me doy cuenta de la hora: dos y media de la mañana. Eddie se mueve y parpadea rápido. Cuando me ve sonríe, y no puedo evitar hacer lo mismo. Su cabello liso está despeinado y luce increíble.

—¿Qué hora es? —pregunta con voz soñolienta.

—Dos y media —digo y Eddie mira la pantalla del portátil —. No veas los capítulos sin mí —dice divertido.

—Entonces tocará que vengas seguido porque soy muy impaciente —digo.

—Por mi está bien —dice sonriente —, pero por ahora será mejor que me vaya —dice y asiento. En la puerta deposita un breve beso en mi mejilla y pide el elevador —. Adiós, princesita —sonrío por sus palabras. Me despido y cierro la puerta. Satisfecha, me voy a la cama.

Hilos de Amor (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora