Capítulo 29

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Llego al edificio totalmente cansada. No creo soportar más el metro de New York. Me dispongo a ir hasta el elevador y, al saludar al portero, me fijo en que está mirando detrás de mí. Miro. Es Eddie. Mi corazón empieza a latir rápido. Y es que en realidad no puedo soportar verlo sin sentirme horrible conmigo misma. Eddie se acerca a mí y, sin hablar, presiona el botón. Yo me quedo parada viéndolo y pensando en si debería subir por las escaleras. Pero no lo hago. Tal vez sea una buena ocasión para pedirle perdón, como dijo mi madre.

—Escucha —decimos al mismo tiempo, una vez estando dentro del elevador.

—Eddie, nunca quise hacerte daño. Esa noche no supe qué me pasó, y me sentí fatal. Te juro que quería hablar contigo, decirte lo que había pasado. No te mereces lo que te hice; sin embargo sabía que si lo hacía, si yo te lo decía claramente, te ibas a poner bravo. Sé que fui muy egoísta al mentirte de esa forma. No sabría cómo pedirte perdón. Sólo quiero que sepas que lo siento con todo mi corazón. Es sólo que... no quería que lo nuestro terminara. Muchas veces estuve a punto de decírtelo, pero no pude. En verdad, lo siento tanto —finalizo. Eddie mira sus zapatos.

—No te imaginas lo que siento. No espero que entiendas cómo te metiste en mi corazón, por lo feliz que estaba a tu lado. Siento haberte gritado así ayer, pero me duele. Creo que no podrías imaginar el inmenso cariño que te tengo. No sé qué tan cierto sea que digas que fue solamente esa noche ya que ayer los vi muy juntos. Solamente te pido, como tú dijiste, tiempo. No creo poder asimilarlo tan rápido. Solamente quiero que me contestes una cosa: ¿crees que podríamos solucionarlo? ¿Quieres que olvidemos esto y seguir con lo nuestro? Yo estaría dispuesto, princesita. Solamente te pediría tiempo, asimilarlo todo y, claro está, no quiero verte cerca de Aaron.

En este justo instante, las puertas del elevador se abren. Eddie pone su mano en esta, y agrega: —Solamente piénsalo.

Sale del elevador dejándome sola con mis pensamientos. Ahora mismo estoy más confundida que antes. ¿Debería volver con él? ¿Cómo puede perdonarme después de lo que hice ? ¿Cómo podría volver con él? No me siento nada lista como para hacerlo. No sé ni siquiera lo que siento ahora mismo. Todo este tema con Aaron me afecta. Y, como dijo mamá, no puedo estar con Eddie si no estoy segura de mis sentimientos. El elevador llega a mi piso. Abro la puerta y me encuentro con una inmensa oscuridad. Me preparo un sándwich. Lo como en silencio pensando en todo lo sucedido hoy. Y pensando en que mañana llegará Paula. Algo bueno por fin.

— ¿Hola? —contesto soñolienta —. El sol no deja que abra bien los ojos. Me fijo en el reloj: 9.00 a.m. Ay, no. Anoche Paula me dijo que la recogiera, pero su avión aterrizaba a las 8.45 a.m.

—Lara, ¿en dónde estás? No me digas que dormida —protesta Paula.

—Sí. Lo siento. Salgo para allá —digo poniéndome de pie.

—No. Pásame la dirección y tomo un taxi.

— ¿Segura? —pregunto.

—Sí, amiga —dice.

Le doy la dirección y en seguida me pongo a arreglar todo el apartamento. Barro el piso y lavo los platos. Después de que todo se ve bien, me dirijo a arreglarme. Decido usar el sweater rojo, que las dos tenemos, jeans oscuros, los cuales en la parte inferior doblo, y me pongo mis Converse. Me maquillo y hago una raya un poco gruesa en los ojos. Por último, solo desenredo un poco el cabello, ya que los rizos de ayer se ven aún muy bien.

Pongo el café en la cafetera y el delicioso aroma me reconforta. Preparo pancakes y los primeros que salen me los como con miel. Luego pongo otros para guardarle a Pau. Saco los pancakes, los pongo en un plato y luego los guardo en el horno. El timbre suena y abro la puerta emocionada.

— ¡Amiga! —gritamos las dos y nos damos un gran abrazo.

— ¿Qué tal el vuelo? —pregunto retirándome de la puerta para dejarla pasar. Tomo una de sus maletas y la entro.

—Normal. Aburrido, en realidad —dice ella —. Amiga esto es hermoso. No puedo creer lo increíble que es este apartamento —dice mi linda amiga.

— ¡Lo sé! Ven que te muestro —digo halándola del brazo hasta mi habitación.

—Lara, en la cámara no se veía tan grande. Me encanta —dice tirándose a la cama y yo hago lo mismo.

—Eso mismo pensé yo. Ven te muestro todo.

Le muestro a Paula el apartamento y las dos emocionadas como niñas chiquitas. Así somos cuando estamos juntas.

—Te preparé pancakes —digo cuando entramos en la cocina.

—Ay sí. Ya extraño tus deliciosos pancakes —dice y se sienta —. ¡Café! Lara, por favor dame café. Mi padre prohibió el café en la casa por un artículo del periódico.

— ¿El periódico de papá?

—Sí.

—Qué raro que papá lo aprobara. Ama el café, incluso más que yo —digo llevando a la mesa los pancakes y el café.

—A veces publican cosas, solo porque sí, supongo... —dice y yo me siento frente a ella.

—Eso creo. Bueno. ¿Está bien? Si dices que no, nos quedaremos aquí haciendo lo que tú quieras.

— ¿Qué? —dice llevándose un pedazo a la boca.

—Un chico nos invitó a una fiesta hoy. Como la del fin de semana pasado.

— ¡Genial! Acabo de llegar y ya hay fiesta.

— ¿Sí quieres ir?

— ¡Claro! Como si no me conocieras —dice y yo río. Es verdad: le gusta mucho salir. A mis 15, fue ella quien me llevó a mi primera salida.

—Bueno, entonces le escribiré a Jeremy —y es lo que hago. Le mando un mensaje: "sí iremos a la fiesta :)"

— ¿Está bueno? —pregunta llevándose el pocillo a la boca.

—Lo que está es bien flechado por Grace.

— ¿Tu amiga?

—No sé qué tan amiga sea ahora.

— ¿Y eso? ¿Pelearon?

—Algo así. Jeremy ya respondió. Dice que pasará por nosotras a las ocho y media.

—¡Genial! ¿Vamos de compras? —dice emocionada y yo asiento igual —. Compremos vestidos para esta noche.

— ¡Suena genial!

Hilos de Amor (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora