Capítulo 3

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Salgo del apartamento. No quiero llegar tarde en mi primer día. Al salir me doy cuenta que el elevador está en mantenimiento, así que bajo por las escaleras. Gracias a Dios decidí ponerme mis zapatillas blancas. Debido al clima, mi outfit es abrigador: un sweater blanco, jeans ajustados y un cárdigan negro. Dejé mi cabello exactamente como ayer, liso y suelto.

La puerta de Eddie se abre y sonríe. Tiene dos carpetas grandísimas y su morral cuelga de su hombro.

—Buenos días —dice y cierra su puerta.

—Buenos días —digo.

—Primer semestre versus último semestre—dice señalando mi pequeña cartera. Llevo el cuaderno cinco materias en una mano. En realidad, creo no necesitarlo mucho el primer día.

Reímos.

—Sí, eso creo —digo, y bajamos juntos las escaleras.

— ¿En qué escuela te inscribiste? —dice.

—En la Escuela de Diseño y Tecnología. ¿Y tú?

—Parsons.

— ¡Vaya! —digo. Sé bien que es de las mejores escuelas de diseño del país.

—Queda a unas pocas calles de la EDT. ¿Quieres que te lleve?

—Claro, me serviría mucho. Debo aprender a usar el metro hasta que compre un auto —digo.

—Para ir en metro solo necesitas una tarjeta, como ésta —dice sacando de su bolsillo un pedazo cuadrado de plástico —. Puedes llevártela. Yo tengo dos más —Quizás deba seguir el consejo de mi madre. Ser más social; hablar un poco más y estaré bien.

—Gracias, eres muy amable.

—A sus órdenes, princesita —dice sonriendo.

— ¿Princesita? Es usted muy formal señor Eddie —bromeo. Salimos del edifico y Eddie abre la puerta de una camioneta Chevrolet negra y dice:

—Adelante, es un placer para mí que me acompañe en esta fría mañana —dice, y reímos.

Eddie conduce por la ciudad. Me fijo en él un momento. Conduce con los dedos abiertos, y recuerdo una nota en el periódico de mi padre en la cual decía que las personas que conducen de esa manera, son personas muy seguras de sí mismas. Me sorprende mirándolo al parar en un semáforo y mis mejillas se tornan rojas.

— ¿Es tu primera vez en Nueva York? —dice.

—No. Hace unos meses vine con mi madre para la matrícula de la escuela, pero nos fuimos el mismo día.

—Tu madre es encantadora.

—Eso mismo dijo ella.

— ¿De mí? —pregunta sonrojado.

—De ti.

— ¡Vaya! —dice y yo río.

—Mira, esta es la calle de tu escuela. A una cuadra queda la parada del metro.

—Vale — digo, y en segundos Eddie para en frente de la escuela EDT <<Escuela de Diseño y Tecnología>> —. Gracias por traerme.

—No hay de qué, princesita —dice, y, cómo no, mis mejillas se calientan.

Bajo de la camioneta y me adentro en las instalaciones. Encuentro con facilidad la primera clase. Dibujo. Todos los puestos están ocupados y siento la mirada de los que serán mis compañeros.

—Llega un poco tarde, señorita... —dice la profesora con cabello rizado y corto.

—Lara Brown —digo.

—Tome asiento, Lara, y comenzamos con la clase —sonrío levemente, y me siento en el último puesto.

—Bien me presento. Soy la profesora de dibujo, Patricia. En esta clase, aprenderán técnicas muy importantes para la elaboración de sus diseños. Pasaré una hoja en blanco a cada uno de ustedes. En ésta quiero que dibujen un maniquí. No importa si es mujer u hombre. Tendrán que dibujar la prenda de vestir que más les guste. Puede ser su vestido favorito, o como lo prefieran. Intenten ponerle mucho color —reviso mi pequeña cartera y caigo en cuenta de que solo traje un bolígrafo negro y un lápiz —. Para mi clase traigan mucho material: tizas, pinceles, pintura, lápices, y demás —dice la profesora caminando por el salón. Acto seguido, hace rotar las hojas en blanco.

Respiro profundamente y decido dibujar en sombras. Hago una chica con piernas largas y cabello largo como el mío. Dejo simples los detalles del rostro, y dibujo el vestido que llevé en mi graduación, tipo tubo, justo en la rodilla, abierto en forma de sombrilla. Lo termino en menos de cinco minutos y veo a mi lado una chica de cabello rubio y largo. Está empezando a dibujar el vestido. Mira mi dibujo y abre los ojos como platos.

—Eres rápida —dice. Tiene los ojos muy azules. Parece una modelo. Lleva botines negros de tacón, un jean oscuro y chaqueta roja.

—No traje colores. Por eso he terminado rápido —sonrío.

—Es muy bonito igualmente —dice.

—Gracias —digo.

—Soy Grace —se presenta.

—Soy... —digo, pero me interrumpe.

—Lara Brown —asiento y reímos.

—Tenemos un invitado..., si la señorita Lara deja su conversación un momento podremos seguir con la clase —dice la profesora. Primer día y la profesora ya me odia —, gracias —. Sonríe falsamente—. Muy bien, ya pueden pasar —dice, y tres chicos pasan al salón con cuadros en las manos. No se ven ya que están al revés —. Ellos son estudiantes de arte de último semestre. Les pedí que trajeran el trabajo final del semestre pasado. Lo que quiero lograr es poder hacer una pequeña comparación mientras les explico. Ahora, ¿Quién quiere pasar al frente con su dibujo?

— ¡Yo! —dice una chica que está sentada adelante.

El primer chico, Calvin muestra su cuadro. La pintura está muy bien hecha. Es un chico que solo lleva jeans sueltos. Tiene el pelo cubriéndole la cara y los brazos detrás de la cabeza. Luego es el turno de la chica que pasó. Muestra su hoja de papel. Dibujó a una chica con falda tipo princesa.

—Como pueden ver aquí, la pintura de Calvin tiene colores sólidos, pero bien difuminados. Esto es muy importante para que el dibujo sea realista. Gracias. Puedes tomar asiento — dice la profesora—. ¿Quién quiere pasar? —dice, y un chico levanta la mano —. Adelante, Jeremy, muestra tu cuadro, por favor.

Jeremy voltea el cuadro y aparece una chica pintada al oleo. Tiene un vestido azul suelto. Está de espaldas con la cabeza girada. Es hermosa la pintura. Luego el voluntario que pasó voltea la hoja. Es una chica con una gorra de los Yankees, pero va totalmente desnuda. Tiene los brazos en la cintura, y al ver la hoja, las personas del aula silban.

—Por muy desnuda que esté, las proporciones no coinciden. Las extremidades deben tener un tamaño específico en relación con las demás, como pueden ver en el dibujo de Jeremy. Siéntate por favor —dice. Al parecer es el turno del último chico. Está recostado en la pared y mira la ventana —Aaron, es tu turno —dice la profesora, y el chico, sin darle importancia, camina hacia ella —. ¿Quién va a pasar? ¿Nadie? ¡Vamos!, no sean tímidos. ¿No? ¿Nadie? Lara, pasa adelante, por favor —me lo esperaba.

Hilos de Amor (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora