— ¿Qué? —pregunto viendo a Aaron. Observo cómo el viento soplaba su camisa desbotonada.
—Te pregunté si estabas bien. Saliste corriendo de ahí abajo —dice recostándose en el barandal.
—No. Bueno, sí, solo un recuerdo con esa canción —digo limpiándome la mejilla.
— ¿Te la dedicaron? —pregunta y saca una cajetilla de cigarrillos.
—No, no es nada...y creo que es mejor que me vaya. No me gusta ese olor —digo sincera. Odio a más no poder el olor del cigarrillo.
—Espera —dice y me vuelvo a mirarlo—. Prometo no fumar —dice y pone sus manos abiertas en el aire.
—Está bien —digo volviendo—. Debería avisarle a Eddie que estoy aquí — digo.
—Ah sí. Están saliendo, ¿no es así? —pregunta y cruza los brazos sobre el barandal. Se le ve el cabello claro y no recuerdo haberme fijado alguna vez en el color.
—Sí, me pidió que fuera su novia el miércoles —digo y sonrío al recordarlo.
— ¿Y le dijiste que sí? —pregunta como si la respuesta no fuera obvia. Lo miro, pero frunce el ceño.
—Sí... —digo.
—Ah —es lo único que dice. Eleva su mirada y yo lo imito. Las estrellas se ven con claridad y observo el Cinturón de Orión y una hermosa luna brillante.
—Cuando pequeña pintaba mucho la luna —digo observando el cielo.
—Es hermosa —dice él con su voz gruesa.
—Siempre he sentido que tiene poder sobre mí.
—Es mi astro —dice él y esta vez soy yo quien frunce el ceño.
—Y el mío —digo y Aaron me mira.
— ¿Cuándo es tu cumpleaños? —decimos al mismo tiempo.
—Siete de julio —decimos juntos. Es una gran coincidencia, y no puedo evitar reír.
—Jamás conocí a alguien que cumpliera el mismo día que yo —digo mirándolo. Su cabello es tan delgado que incluso sin viento se mueve sedoso.
—Ni yo —. Sus ojos se centran en los míos y aparto la mirada —. ¿Por qué haces eso? —pregunta.
— ¿Qué cosa? — <<Lara, como si no supieras a lo que se refiere>>
—No sostener la mirada —dice.
—No lo sé. Tus ojos son... Los describiría como fuertes —digo.
— ¿Fuertes? —pregunta casi como para él solo —. Es una buena descripción. Aaron mira detrás de mí y sonríe. — ¿Quieres hacer algo divertido?
— ¿Divertido? —pregunto y él asiente —. Que no incluya drogas ni esas cosas —digo y Aaron ríe. Su risa es fuerte y sincera. De esas con las que te brillan los ojos.
—No te drogaré. Es solo un poco de Adrenalina —dice caminando.
—Bueno. Pero tampoco se aceptan robos en tiendas y salir huyendo —advierto en serio.
—Que sí. Vamos —dice y lo sigo hasta el otro lado de la terraza sube por la barandilla y mi corazón da un vuelco.
— ¿Qué crees que haces? —pregunto exaltada.
—Tranquila, hay escaleras, ¿lo ves? —dice y yo me aproximo. Mi corazón vuelve a latir en cuanto compruebo que son las escaleras de emergencia. En una especie de balcón Aaron me mira impaciente —. Baja, no te caerás, he estado aquí muchas veces.
—Muy bien, aquí voy —digo. Bajo los escalones con el corazón en mi mano y me tranquilizo cuando estoy en el balcón. Es estable y me encuentro con Aaron —. Guau! —digo mirando hacia abajo; estamos a varios metros.
— ¿Te dan miedo las alturas? —pregunta Aaron.
—No como tal. Me da miedo que algún clavo este mal y caer —digo y nos sentamos en las escaleras.
—Entiendo —dice él, pensativo—. ¿Pero si fuera así? Me gusta pensar que las cosas no suceden al azar, pero no es fácil.
— ¿El qué? —pregunto interesada.
—Creer en que simplemente pasan sin razón, pensar en que nosotros lo provocamos y no alguien más —explica.
— ¿Dios?
—Sí, precisamente por eso lo digo. ¿Sabes esa frase de "Dios sabe lo que hace con nosotros"? —asiento—. En ese caso, por ejemplo, si hago algo malo, si soy el que clava mal el clavo o hacer algo que no debería ser, digamos un pecado, Dios sabe lo que hace conmigo, porque lo sabe todo, sabe qué sucederá; así que es cuando pienso en que puedo hacer lo que yo quiero en cualquier momento, en cualquier lugar. Al fin y al cabo Dios sabe por qué lo hace. ¿Entiendes a lo que quiero llegar? —deja caer sus manos en su regazo y me mira expectante. Sin razón aparente, las palabras de Aaron inspiraron confianza en mí como si pudiera decir cualquier cosa que yo quiera, y no puedo dejar de mirarlo.
—Entiendo que sería vago pensar en no hacer nada por nadie, incluido nosotros mismos; dejando todo al olvido al escudarnos en esa razón. Pienso que bien sabe lo que hace, pero bien hizo en hacernos criaturas avariciosas, para que cada día hagamos algo, pensáramos, planeáramos o creáramos algo y así poder conseguir el bien que creemos merecer: riquezas, admiración o nuestra propia aprobación —digo y él me observa fijamente mientras hablo.
—En eso tienes mucha razón, me gusta eso. Me gusta como piensas. Normalmente soy yo el que dice cosas así y la gente no logra entenderlo, ni siquiera se esfuerzan —coloca uno de mis mechones rebeldes detrás de mi oreja; su tacto me genera escalofrío, y lo hace justo cuando sus ojos claros chocan con los míos, y esta vez no aparto los míos. Como el día en <<mi, su, nuestro>> apartamento observa mis labios y con rápidos movimientos los intercala con mis ojos.
—A veces las personas coinciden y eso no es al azar —susurro. Puedo sentir su cálido aliento y el olor de su perfume varonil.
—A veces las cosas deben pasar, supongo —dice a escasos centímetros.
Aaron junta sus carnosos labios a los míos y mi respuesta es inmediata abro los labios y el besa mi labio superior luego el inferior, mete su lengua fugazmente, y una corriente casi eléctrica recorre mi cuerpo. Me toma por la cintura poniéndonos de pie sin separarnos. Me apoyo en la ventana de un apartamento que tiene las luces apagadas. Me besa apasionadamente y sus manos fuertes se posan en mi cintura atrayéndome a él, y a pesar de lo bien que me siento, lo aparto bruscamente.
—No, no, Eddie. ¡No! —grito. No debí hacerlo ni por lo que más quisiera. Estoy con Eddie y mi propia moral no me da para serle infiel a nadie, pero aquí lo hice, aquí y ahora, y con Aaron, con su primo.
Me Apresuro en subir las escaleras; y una vez arriba salto hasta el piso de la terraza. No me fijo en si Aaron viene atrás mío y bajo las escaleras lo más rápido posible hasta entrar en el apartamento de Frank. Mi corazón late fuerte y mi cabeza va a mil por hora. Pensamientos brotan de cada neurona en mi cerebro. No puedo creer lo que hice. Sé que debo reaccionar y evitar lo que pase, lo sé, pero no lo hice y ahora tengo que saber que no puedo cambiarlo. Los cuerpos de la gente chocan con los míos y las luces no hacen más que marearme. Me adentro en la habitación y veo a Eddie que ríe feliz con un vaso rojo en la mano. Me quedo parada en la puerta y sus ojos llegan a mí.
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Hilos de Amor (COMPLETA)
Teen Fiction(EN CORRECCIÓN) Si te esta gustando la historia no olvides regalarme una ⭐️ gracias por leerme! Lara Brown, es una chica de Los Angeles. Su mayor sueño siempre fue estudiar diseño de modas, por lo cual se muda a nueva York a cumplir sus metas. Dife...