Capítulo 7

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Al entrar en el apartamento, el silencio me reconforta. El metro, los autos y la gente crean un conjunto indispensable de las noches en Nueva York.

Decido llamar a Paula, quien no ha parado de mandarme mensajes de por qué no la llame ayer.

—Por fin te dignas en aparecer, amiga —dice Paula en la llamada.

—Yo no me tomé un año sabático, ¿recuerdas? —digo poniendo el portátil en la tabla de la cocina y abro la ensalada de pollo que compre en McDonald's.

—Es que a mí me parece imposible decidir qué voy a hacer el resto de mi vida con tan solo 18 años. ¿Cómo saber lo que voy a querer a los 25 ó a los 30? —Paula es el tipo de personas que te vende una media usada. Siempre sabe qué decir y cómo convencer a la gente.

Solo debes seguir tu sueño —digo llevándome un trozo de pollo a los labios.

—Sí, sí. Como sea. ¡Ahora sí cuéntame! ¿Qué tal Nueva York? Ya quiero ir a visitarte —dice y la veo en la pantalla. Tiene el cabello recogido y su sweater rojo favorito, el cual, las dos, compramos en la navidad del 2016. Es de las chicas que no necesitan una pizca de maquillaje para verse bien.

La temperatura es de cuatro grados. Subo la calefacción al máximo y me pongo mi pijama térmica. Paula y yo hablamos hasta las 11. Me alegra que seamos amigas aún. Después de tantos años no sé cómo hubiera sido no tenerla a mi lado. Cada vez que algún chico se metía conmigo por mi estatura, Paula siempre les gritaba que dejaran de ser estúpidos. Nunca me importó demasiado lo que dijeran de mí, pero tenerla siempre era bueno. En vacaciones no había día que no nos viéramos. Ella se quedaba en mi casa y cuando no, yo me quedaba en la suya. Finalmente me acuesto y mi celular vibra. Un mensaje de Eddie.

—Buenas noches princesita, mañana tengo libre en la tarde así que se me ocurrió que, si querías, podríamos ir por esa hamburguesa que aplazamos, avísame. Demonios creo que está muy tarde, en fin, espero tu respuesta... descansa. :)— 11:40 p.m.

—Hola, no te preocupes, estoy despierta. y claro, me encantaría :) — 11:42

—Vale, escríbeme cuando salgas de clase y paso por ti, nos vemos mañana — 11:42 p.m.

El sol ilumina totalmente mi cara. Anoche olvidé cerrar las persianas. Ya que el despertador va a sonar en 20 minutos decido apagarlo y arreglarme. Salgo de la ducha y pongo toda la ropa en la cama. No sé que ponerme y me demoro probándome unos conjuntos frente al espejo de cuerpo completo que compré hace unos días. Finalmente me decido por un jean de talle alto, unos botines negros de tacón bajo y un sweater negro que me llega hasta la cintura. Cuando estoy conforme con el maquillaje, recojo mi cabello en una cola de caballo y junto con mi bolso que va más pesado que ayer, salgo del apartamento.

La última clase es de la profesora Patric. Grace y yo corremos por los pasillos. Se nos ha ido el tiempo en la cafetería. Jeremy nos presentó a un grupo de chicos de su semestre, y en cuanto vi el reloj, salté de la silla y Grace hizo lo mismo.

— ¡Rayos! Otra vez llegaré tarde —digo, y segundos después nos paramos en la puerta del salón con la respiración agitada. Toco la puerta y ésta se abre.

—Señoritas —dice la profesora Patric sonriente—. Por favor pasen y siéntense —. Grace y yo nos miramos extrañadas y caminamos hasta nuestro puesto.

—Voy a pedirles que hagan grupos de seis personas para una actividad —al ver que nadie se mueve la profesora repone: —Pero ya, chicos, que el tiempo es corto —. Grace movió su puesto a mi lado y sonrió. Es el tipo de chica con la que te haces amiga rápidamente y eso me gusta.

— ¿Puedo hacerme con ustedes? —dice una chica con una gran sonrisa. Parece una chica de las que no les importa mucho su aspecto. Tiene el cabello muy corto; sin embargo su rostro es perfectamente afilado; pómulos altos y barbilla algo salida.

—Claro, necesitamos otras tres personas —digo, y enseguida Patric empieza a hablar.

—Lara, ¿puedes venir por favor? —. Me levanto del puesto y me dirijo hacia la profesora —. Oh no, trae todas tus cosas —dice y hago lo que dice. Camina conmigo hacia la salida y me pongo nerviosa. <<Seguramente me hecha>> —pienso.

—Profesora, prometo no volver a llegar tarde —digo abriendo mucho los ojos. Mi voz suena aun más aguda de lo que quisiera.

—No te dije que vinieras por algo malo, es más. Después de la clase que tuvimos quedé muy impresionada por tu trabajo, ahora mismo hay una charla de Jeff Koons. ¿Sabes quién es? Es de los artistas más cotizados en el país.

—Por supuesto él tiene una colección con Louis Vuitton —digo, y en verdad lo admiro muchísimo. Busqué de él en Internet.

—Así es. Me pidieron que llevara a unas personas de cada salón en los que dicto, así que, ¡felicidades!

— ¿Yo? ¡Gracias! —digo emocionada.

—Vé, vé, que llegaras tarde. Es en el salón de eventos del primer piso —dice la profesora y yo me apresuro a bajar. En la cima de las escaleras veo a Aaron, quien se dispone a bajar junto a mí, pero yo me apresuro a bajar primero. Es de esos chicos que visten oscuro, con ropa muy básica, pero aun así se ven con un estilo de no-me-importa-cómo-me-veo, pero-me-veo-estupendo. Mi teléfono suena y me saca de mis pensamientos sobre Aaron. Intento buscarlo en el bolso y en cuanto lo saco, se resbala y rueda por las escaleras. Me adelanto un poco hasta el escalón en donde está y me agacho a recogerlo. Aaron pasó justo a mi lado y bajó las escaleras.

—Caballero —digo entre dientes y Aaron se voltea. No lo dije tan bajo como quisiera.

— ¿Perdón? —dice él con voz gruesa y lo miro a los ojos. Tiene el ceño fruncido como siempre que lo he visto.

—Sí, claro que sí, te perdono —digo y me apresuro a bajar las escaleras. Intento poner la cara más seria que tengo. Pero no puedo y se me escapa una sonrisa de satisfacción. Camino lo más rápido posible y escucho sus pasos detrás de mí.

Hilos de Amor (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora