Capítulo 3: Ese timbre

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Aún no me creía que estaba recogiendo mis cosas para empezar mi último año en el instituto. El año pasado mis amigas y yo nos prohibimos hablar del último año, ya que los profesores nos lo recodaban cada vez que terminábamos un examen. Pero era casi imposible porque nosotras teníamos más ganas de irnos que los profesores de perdernos de vista. Así que aun mi mente no asimila que haya llegado el momento de empezar la última etapa de mi adolescencia. Es un poco cursi pensar de esa forma pero si me paro a pensar el instituto me ha dado cosas que jamás podré olvidar, y sobre todo me ha brindado la oportunidad de conocer a personas maravillosas que seguiré llevando conmigo para siempre. Está bien, creo que me está afectando mucho la vuelta al instituto.

Aunque no soy la única que está nerviosa aquí. Maddie ayer decidió de quedarse en casa porque no se podía quedar dormida. Decía que era porque se había levantado tarde después de la fiesta y había dormido mucho, pero yo sé que no ha pegado ojo porque está asustada igual que yo. Y eso sin contar a mi hermano Jack. Ayer por la tarde estaba haciendo una lista de lo necesario para el primer día de clases, repasándola cada vez que anotaba algo nuevo para que no se le olvidara nada. Y eso ya es bastante raro porque mi hermano no coge un lápiz salvo en los exámenes, y porque no queda más remedio. También las chicas están un poco revolucionadas con el primer día y los chicos ya no quiero ni pensarlo. Anoche mi móvil parecía el teléfono de una revista cuando se corre la voz de que Miley Cyrus y Liam Hemsworth están saliendo. No he recibido más mensajes en mi vida. Pero supongo que es normal, todos estamos alterados por nuestro último año.

Dejo de mirarme en el espejo de mi habitación cuando termino de asimilar que tengo que bajar para ir al instituto de Riverhill. Mis piernas parecen inmóviles así que tengo que hacer un gran esfuerzo para salir de mi cuarto. Otro tema que pronto será un problema es que tampoco asimilo que me tengo que levantar temprano, así que como todos los años Jack, Maddie y yo, estamos llegando tarde. Al salir de mi habitación me doy cuenta del desastre que es ahora mismo toda mi casa. Maddie corre de un lado para otro comiéndose una tostada y hablando por teléfono. Jack sale corriendo de su habitación aun sin vestir, con una toalla en su cintura que indica que se acaba de salir de la ducha, lo que me pone más nerviosa de lo que ya de por si estoy. Maddie corre detrás de él con la ropa para que se la ponga, aun con la tostada en el boca y el móvil en la oreja. Pero lo más raro de todo aquello era que todo a mi alrededor sucedía a cámara lenta. Yo caminaba a cámara lenta, Maddie masticaba a cámara lenta, Jack se ponía la camiseta a cámara lenta... Y tan solo quedaban quince minutos para que la alarma del instituto diera por comenzado el último año. ¡Dios! Ahora si que estaba nerviosa.

Después de mirar aquel reloj no sé lo que pasó, pero en menos de cinco minutos ya estábamos todos en la camioneta de Jack camino al instituto de Riverhill.

No fue tan difícil encontrar un aparcamiento después de lo tarde que llegamos, pero eso sí, el aparcamiento se encontraba en la otra esquina del campus por lo que tuvimos que correr para llegar a tiempo.

-Chicos... Ya estamos aquí...- balbucea Jack medio ahogado después de la carrera.

-¿Nos hemos perdido algo?- pregunta Maddie.

Los alumnos corrían de un lado para el otro histéricos. Parecía que la vida dependía de este primer día. Al menos los de nuestro curso no sabían donde meterse. Agitaban un papel en el aire y gritaban la clase que le tocaba a primera hora... ¡Mierda! Los horarios.

-Maddie, ¡los horarios!

-¡Joder! Vaya mierda de día...- grita Jack pateando el suelo.

-No se preocupéis, Ari y yo nos hemos encargado de recogerlos por vosotros- dice Danna extendiéndonos un folio con nuestros horarios-. Sabíamos que no llegaríais a tiempo.

Querida adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora