Capítulo 5: Esta es mi familia

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MADDIE

El despertador suena provocándome un dolor de cabeza de mil demonios. A duras penas lo apago y me acurruco hacia el otro lado de la cama. No tengo ganas de levantarme, estoy demasiado cómoda y demasiado dormida. No pasa nada si no pongo un solo pie fuera de mi cama. Tampoco pasa nada si hoy decido no ir al instituto. Nadie me echaría en falta, sobre todo los profesores. Y yo a ellos pues tampoco. Hoy me toca a primera hora clases de matemática y ese profesor no me cae nada bien. Es nuevo, pero tiene cara de mala persona, y si hay algo en lo que no me equivoco es en las intuiciones. Así que decidido, por un día que no me levante no va a pasar nada. ¡A dormir!

Mi móvil vuelve a sonar dándome un susto de muerte, estaba tan concentrada decidiendo si ir o no al instituto que no me lo esperaba. Pero esta vez no es la alarma, es una llamada entrante. Da igual, sea quien sea puede esperar, nadie tiene prisa a esta hora de la mañana. Mi cama es lo único que me importa en estos momentos. Pero parece que la persona que está al otro lado de la línea no me entiende, porque no para de llamarme una y otra vez. Frustrada cojo el teléfono y lo tiro a la pared de enfrente. Sin más me acuesto otra vez. Pero no pasan ni dos segundos cuando mi mente analiza lo que acabo de hacer. Me levanto de un salto y sin querer mis pies se enrollan en las sabanas y caigo al suelo sobre mi mejilla derecha. Maldigo hasta que consigo llegar al teléfono móvil que no deja de sonar. Por suerte se encuentra intacto, ya que ha caído entre todos los cojines que estaban amontonados en un lado de mi habitación.

"-¿Diga?- pregunto cambiando el teléfono de una mejilla a la otra. Me arde el lado con el que he terminado aterrizando en el suelo.

-¿Dónde mierda tienes el teléfono Maddie?- pregunta Jack en tono enfadado, más bien preocupado.

-Lo siento es que... Estaba dormida aun- digo bostezando-. No quiero ir hoy a clases amor-. Hago pucheros pero enseguida me siento ridícula al darme cuenta que no me puede ver.

-Me has preocupado, estaba a punto de llamar a tus padres- me reprocha sin escuchar mi drama.

-Esta bien, no volverá a pasar. Pero...

-No Maddie, no te quedarás en tu casa.

-Pero...

-No- dice firme-. Vístete que en quince minutos salimos- ordena.

-Pero Jack, no me da tiempo, aun ni..."

Ni si quiera me deja terminar la frase cuando ya me ha colgado.

Bufo un poco agobiada y salgo corriendo hacia mi baño para comenzar a prepararme. Me doy una ducha rápida y en seguida me visto. Como el tiempo aun no está cambiando, sigue haciendo un poco de calor, me decido por un vestido simple de florecitas rosas, no me puedo detener mucho en qué ropa ponerme porque no tengo mucho tiempo. Vuelvo a entrar en el baño y me paso dos segundos frente al espejo. ¿Y ahora? ¿Qué hago con mi pelo? Esto es una de las cosas que odio hacer por las mañanas, arreglar mi pelo me lleva mas de quince minutos todos los días y hoy no tengo ni la mitad de ese tiempo. Así que me lo recojo en una trenza y ya está. Da igual como esté mi pelo, estoy llegando tarde.

Bajo corriendo las escaleras de casa, desde aquí se puede apreciar el olor a café recién hecho. Rezo para que alguien haya preparado algo porque solo me quedan... ¡Dios! ¡Solo me quedan cinco minutos! Corro hacia la cocina lo más rápido que puedo. Al llegar, veo que la gran isla está repleta de comida. Por un momento me quedo paralizada y muy sorprendida al ver a mi padre en delantal. Mi padre se da la vuelta y me mira con una enorme sonrisa.

Querida adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora