DANNA
Ahora mismo todo mi mundo se me venía encima. Hace una miserable hora, mi madre entró en mi habitación para decirme que tenía en casa otra de sus reuniones de negocios importantes y que lo más seguro es que se alargará hasta la hora de la cena, aunque no estaba segura. Ese no era el problema, yo podía encerrarme en mi habitación a estudiar. Además no se requería de mi presencia en esta reunión, cosa que agradecí. Desde lo ocurrido hace unos meses en una de esa cenas, mi participación en la vida laboral de mi madre se ha reducido a un porcentaje muy pequeño, he de decir que por decisión de las dos. El verdadero problema es que la reunión era con el hombre que vino aquella vez a cenar a mi casa. Sí, con el hombre que me puso las manos encima y que pretendió abusar de mi en mi propia casa. Que irónico ¿no? No pensé que tendría que recordar aquel momento horrible nunca más, pero ya estaba mi madre para recordármelo una y otras vez. Ella cree que todo lo que ocurrió fue culpa mía. ¿Cómo no? Yo soy la excusa perfecta a la que echar toda la mierda de su vida, siempre lo he sido y siempre lo seré. Lo que más me molesta de todo es que no pueda hablar ni ver a mi padre. Es increíble, no puedo comprender que es lo que he podido hacer que le haya sentado tan mal para que me trate con la punta del zapato.
Si echo la vista hacia atrás, no puedo decir que pasara una infancia horrible. De hecho la recuerdo muy feliz. Por aquel entonces mis padres estaban juntos, y aunque mi madre estuviera tan ocupada con su trabajo, el tiempo que pasábamos los tres juntos era muy divertido. Los fines de semana solíamos viajar y pasar el tiempo fuera de casa. Las navidades eran fantásticas. Viajábamos al pueblo de mis abuelos, al norte de California. Aquello era precioso cuando nevaba, y recuerdo estar por horas en la nieve con mis padres. Hecho de menos estar en familia. Ya casi no recuerdo la sensación que tenía por aquel entonces. Es triste recordarlo y sentir como un vacío te cubre el pecho. No puedo decir como es acostumbrarse a que tus padres estén separados. Creo que fue poco a poco. Un día ascendieron a mi madre, al otro se convirtió en la dueña de la empresa y ya no tenía tiempo para estar con nosotros y al otro comenzaron las peleas entre ellos. Yo aun era pequeña para comprender muchas de las cosas por las que discutían pero sin embargo no me quito de la cabeza los múltiples insultos que se dedicaban uno a otro. Nunca me acostumbré a sus peleas, era imposible, creo que nadie se puede acostumbrar a eso. Las llevé como mejor pude, salía de casa, iba a mis clases, escuchaba música, todo para no escuchar sus gritos. Papá y yo seguíamos compartiendo muchos momentos juntos, pero de un momento a otro mi madre empezó a apuntarme a clases de piano, de ballet e incluso de imagen personal. Creo que yo apenas llegaba a los nueve años de edad. Las peleas comenzaron a ser más y más continuas hasta tal punto que dormían en habitaciones separadas, no se hablaban en las comidas y se peleaban por mi atención. Un día, recuerdo que llegué de clases y me encontré a mis padres sentados en el salón de casa. Me dijeron que tenían una noticia importante que darme, y ahí fue cuando anunciaron su divorcio. No puedo decir que me sorprendiera, me fui haciendo a la idea poco a poco, día tras día, pelea tras pelea. Al fin y al cabo todos sabíamos que no podíamos seguir de esa forma. Así fue como mamá consiguió mi custodia y nos mudamos de casa, justo a la mansión donde vivo ahora. Mi madre me siguió obligando a dar clases. Así que sigo con las clases de ballet, las de piano y con los ensayos de las animadoras. Por ese motivo me negué a darle clases a Mike, porque era físicamente imposible. ¡Dios, Mike! No, no, no.
Había quedado con Mike para seguir con las clases hoy en mi casa pero, visto lo visto, es imposible. El universo me odia.
“Me temo que tendremos que suspender las clases de hoy. Problema inesperado. Las recuperaremos en otro momento. Lo siento. -Danna”
Volví de nuevo a unirme al grupo de bailarinas tras haber enviado el mensaje a Mike. Sí, hoy tenía clases de ballet. Es como una segunda casa para mí. No me refiero a que esté superagusto aquí, ni que esto me encante tanto que me olvido de todos mis problemas cuando bailo. No, no es nada parecido a eso. De hecho es todo lo contrario.
Es solo una hora, una insignificante hora la que tengo que estar escuchando a Madeline decir estupideces como pliés en primera posición, battements tendus, battements frappés, adagio… Pero juro que si tengo que escucharla por dos minutos más me corto las venas. Afortunadamente le ha surgido un problema de necesidad y ha tenido que salir pitando de clase.
Al salir y encender mi móvil de nuevo me encuentro con treinta mensajes de Mike de tipo:
“QQQQQQQQQQQ????????
NOOO.
M DEBESS UN CLASSE.
ESTOO NO S PROFFESIONNAL DANA.
NO PUED PARAR CN LS CLASESS.
NO ESS JUSTOE.
CONTESTASD.
DANAAAAAAAAAA...”
Y con once llamadas perdidas del mismo autor que los mensajes.
“En primer lugar, mi nombre es Danna, con dos “n”. Y en segundo lugar, te rogaría que mecanografiaras mejor, no puedo entender prácticamente nada.” Contesté mientras dejaba mi bolsa en los asientos traseros de mi coche y me subía en el asiento del conductor.
“VALE, EN 1 LUGARR DEJA DE HABLAR COMO UNA SEÑÑORA DE NOVENTA AÑSO. EN 2 LUAGR ¡¡COMOO N TRAIGAS TU PRECCIOSO CULIITO AQUII PARA DARR CLASESS TE TATUARÁ “MENCANNOGRAFIA” EN UNA NALGAA”. VOY PARA TU CASAA”.
“¡Noooo!” Grité mientras escribía el mensaje. El señor que se estaba montando en el coche de al lado, incluso giró la cabeza al escucharme gritar. Le sonreí para que no se asustara, lo que me faltaba es que un señor que no conozco de nada venga a auxiliarme.
“Además, se escribe “MECANOGRAFÍA” - Danna”
No pude ver la expresión de Mike, pero estaba segura que se encontraría rojo como un tomate del enfado, porque me estaba llamando en ese mismo momento.
“-¿Diga?- intenté sonar lo más serena posible, aunque no era de ese modo para nada. Estaba perdida si se le ocurría aparecer por mi casa.
-Ni diga ni ostias. ¿Cómo es eso de que no me puedes dar clases? ¿Me estás tomando el pelo? Porque no tiene ni puñetera gracia- Mike gritó en mi oído, tanto que tuve que retirar el móvil de mi oreja.
-Mike por favor no vayas a mi casa. No puedo, no estoy allí…
-¿Dónde estás?- me cortó antes de que pudiera hablar. Seguía enfadado.
-Estoy saliendo de las clases de ballet…
-Ah ¿para eso tienes tiempo y para darme clases a mi no?...-Mike siguió farfullando cosas sin sentidos que cambiaron mi estado de ánimo en décimas de segundo.
-Escucha idiota, yo dedico mi tiempo a lo que quiera. Si recuerdas estoy haciendo un gran esfuerzo para darte clases, así que no pienso permitir que además controles lo que tengo o no tengo que hacer- cogí aire-. Te estoy diciendo que no estoy en casa.
-No te estoy diciendo lo que tienes que hacer. Solo digo que te comprometiste conmigo y no estás cumpliendo.
-¿Qué? Está bien, dime una sola vez que haya retrasado las clases.
Esperé a que contestara.
-Hoy- dijo con tono burlón. Juro que podía ver como sonreía.
-¡Dios Mike!
-Oye nena, me encantaría escuchar como gritas mi nombre pero ahora estamos discutiendo, no creo que sea el momento.
-Eres un completo idiota…
-Lo sé, pero he conseguido que sonrías.
-¿Qué?
Era extraño, pero tenía razón. No había caído en el hecho de que estaba sonriendo en aquel momento. ¿Qué es lo que pasa por mi cabeza? ¿Por qué sonrío?
-Sé que tengo razón nena.
-Deja de llamarme nena.
-Vale, estoy en la puerta de tu casa, te espero aquí…
-¡No!- volví a gritar.
Miré a mi costado, pero gracias a Dios el señor que antes me miró asustado ya se había ido.
-No estoy en casa.
-Oye nena, eso ya lo has dicho. ¿Me quieres decir algo diferente?
Suspiré, hablar con él me agotaba.
-Mi madre tiene una reunión de negocios importante en casa, así que no podemos dar clase hoy. ¿Contento?
-Ahora sí. Pero eso no es un problema, podemos dar clases en otro lugar…
-¿Dónde? Sabes que odio dar clases en Charlie’s y la bibliotecaria de la biblioteca municipal no deja ni que las moscas vuelen, de esa forma sería muy complicado intentar dar clase.
-Bueno… podríamos quedar en mi casa…
Noté como Mike dudaba de su propia idea a través del móvil.
-Si no es un problema para ti, claro- terminó.
-Eh… No, por mi no hay ningún problema. Pero ¿tú estás de acuerdo?
No estaba segura de que si para mí no era un problema, pero preferiría estar incluso en casa de Mike antes que en la mía.
-Oye nena, he sido yo quien lo ha sugerido.
-¿Sabes que significa sugerir? Vaya Mike, me sorprendes.
-¿Ahora quién es la idiota?- preguntó.
-Se me ha pegado de ti.
-Qué graciosa eres ¿no? Deja de hacer la tonta, te espero en casa.
-Oye espera, ¿no has llamado al timbre de mi casa, verdad?
-...No.
-¿Mike?
-¡Que no! No tardes.”
Sin despedirse colgó y me dejó con la palabra en la boca. Menudo estúpido. O sea que yo tengo que estar para darle clases tenga o no tenga cosas que hacer. ¿Qué broma es esta? Ni siquiera sé por qué motivo sigo dándole clases. A quién quiero engañar, no podía negar que dar clases con Mike me suponía una gran distracción. A parte del instituto y de las chicas, mi vida social era limitada debido a mi apretada agenda.
No me encontraba muy lejos de la casa de Mike, así que puse la radio y conduje tranquilamente. Me esperaba una tarde intensa de matemáticas, era comprensible que no tuviera ganas en absoluto.
Llegué veinte minutos después al humilde barrio donde se encontraba la casa de Mike. Dejé el coche aparcado frente a su porche y lo cerré antes de entrar. Por alguna extraña razón estaba nerviosa. Abroché mejor el cierre de mi abrigo mientras pisaba con zancadas indecisas el asfalto que me llevaba a la entrada de la casa de mi alumno. Hacía frío para la época del año en la que nos encontrábamos. Era otoño, pero el hombre del tiempo tenía razón cuando decía que este sería el otoño más fresco de los últimos cinco años.
Al subir los dos cortos escalones del porche de la casa, me planté frente a la puerta y respiré profundo. No sé cuánto tiempo pasó, pero juro que el árbol de al lado de la casa perdió todas sus hojas. No comprendo por qué motivo estaba tan nerviosa. Ya he estado antes aquí, no en una situación que me agrade recordar, pero no es la primera vez que vengo a su casa. Tal vez por el hecho de que voy a conocer a los padres de un chico. Nunca he conocido a los padres de ningún chico. Vamos Danna, no es que seas su novia. Sois amigos, y ahora su profesora particular. ¿Por qué motivo eso suena obsceno en mi cabeza? Maldito Mike, estoy pasando demasiado tiempo con él.
Está bien Danna, no puedes estar aquí todo el día. Toqué al timbre mientras cogía una gran bocanada de aire helado por última vez.
Me llevé una gran sorpresa cuando abrieron la puerta. Pensé encontrarme a un Mike enfadado, con la cara roja y las cejas fruncidas. Pero en lugar de eso me encontré con un chico mucho más bajito que él, de pelo negro y ojos tan azules como el mar. El pequeño sonrió al verme y puso una cara de confusión que me hizo sonreír a mi también.
-Qué guapa…- susurró mientras sus mofletes redondos cogían un tono rosado.
-Hola- saludé lo más cordial posible-. ¿Está Mike en casa?
El pequeño seguía sujetando el pomo de la puerta a la misma vez que parpadeaba en mi dirección.
-Hey campeón, ¿quién es?- dijo Mike apareciendo por detrás del niño-... Hola- susurró al verme. Parecía hasta sorprendido. Pero después dijo:- Llegas tarde.
-Oh sí, claro, como no. "Ey, hola, muchas gracias por venir. Me salvas la vida. Te debo una muy grande". Que pena que saludos como ese se estén perdiendo por idiotas como tú- dije haciendo comillas con mis dedos.
-Sí, lo que tu digas. Vamos entra- abrió la puerta aún más para que pudiera entrar y después la cerró con una patada-. Sígueme.
El niño salió corriendo delante de nosotros a lo que creo que era el salón. Y efectivamente lo era. Cuando llegamos lo vi decirle algo al oído a una niña que se encontraba arrodillada junto a la pequeña mesa del centro de la sala. La niña enseguida levantó la cabeza y miró en mi dirección. Al principio puede ver como empezaba a examinarme con sus grandes ojos azules, pero después terminó colocando en sus finos labios una amplia sonrisa de dientes torcidos. Se levantó del suelo y vino en mi dirección.
-Hola- dijo con una dulce voz aguda-. Me llamo Elisabeth, pero puedes llamarme Eli, todos me llaman así- se encogió de hombros-. ¿Tú cómo te llamas?
Mike se reía mientras se sentaba en uno de los sillones y se ponía bien cómodo.
-Hola, yo soy Danna, y todos me llaman Danna- sonreí.
-Hola Danna. Ese de ahí es mi hermano, Chase- señaló al niño que me abrió la puerta, él agachó la cabeza poniéndose aun más rojo que antes-. ¿Eres novia de mi hermano?
-¿Cómo?- pregunté atropelladamente.
-No de Chase tonti- dijo ella riendo-. De Mike- se encogió de hombros como si todo aquello fuera lo más normal del mundo-. Ven vamos a sentarnos.
Me cogió de la mano y me dirigió hasta donde se encontraba antes ella.
-¿Y bien?
Me obligó a sentarme en el suelo junto a ella mientras me miraba con esos enormes ojos.
-No, no soy la novia de tu hermano…- dije confundida.
Mike reía a carcajadas.
¿Cómo es que no me había dicho que tenía dos hermanos pequeños? ¿Son realmente sus hermanos? Quiero decir, no tienen ningún parecido. Ambos niños tienen el pelo negro, el chico un poco más que la niña, y unos ojos azules preciosos. Por el contrario Mike tiene el pelo rubio y los ojos marrones, de un tono tan oscuro que casi los puedes confundir con las pupilas. Y tampoco es que compartan muchas facciones. Las expresiones faciales de Mike son tan finas y delicadas que parece sacado de una revista de modelos, por muy cursi y estúpido que parezca. Y me da asco admitirlo, pero es así. Es asquerosamente guapo. Estos niños son muy diferentes a él. Tienen pómulos grandes y nariz ancha. Son guapísimos, pero muy diferentes a Mike.
-Ya me parecía a mí, eres demasiado guapa para él…- concluyó Eli.
-¡Eyy!- se hizo el ofendido Mike.
-Tiene razón- apoyó Chase a su hermana.
-¿Qué? ¿Te vas a poner de parte de ella?
-Miky, tienes que admitir que no eres muy guapo. Se te cae la baba cuando duermes…- dijo distraída Eli mientras recogía unos folios de la mesa.
-Está bien niños, a vuestra habitación- Mike se levantó de un salto y señaló las escaleras.
-Como quieras, pero tengo razón.
Eli se levantó decidida, y cogiendo los folios que había ordenado, salió dando saltitos del salón. Sin embargo Chase pareció dudar al principio, pero nada más que oyó el grito de su hermana desde la planta de arriba, salió corriendo escaleras arriba.
Yo comencé a ponerme cómoda. Me quité el abrigo y lo dejé en uno de los sofás. Volví al sitio donde se había sentando antes Eli para sentarme.
-Si quieres puedes sentarte en el sofá, estarás más cómoda- dijo Mike mientras se sentaba a mi lado en el suelo.
-No gracias, aquí está bien- dije mientras sacaba mis apuntes de matemáticas-. No me habías dicho que tenías dos hermanos.
-Tú no me habías dicho que bailabas ballet.
Cierto, hay muchas cosas que no le he dicho. Eso me hizo replantearme qué clase de amistad habíamos estado manteniendo durante todos estos años. En fin, los amigos lo comparten todo. Yo sé que Cata tiene una hermana, que odia a los animales y que su color favorito es el rojo. Pero no sé cual es el color favorito de Mike, ni sabía que tenía hermanos, ni sé cuál es su comida favorita. Creo que esos son pequeños detalles que los amigos saben reconocer fácilmente. Lo único que hemos compartido estos últimos años han sido fiestas, partidos, clases y muchos insultos. ¿Qué clase de amistad es esa?
-Será mejor que empecemos ya- interrumpió mi extraño análisis-. ¿Por dónde nos quedamos?
Estuvimos media hora de reloj con álgebra, pero Mike tiene la misma paciencia que el pelo de un calvo, por lo que tuvimos que pasar a trigonometría. Parece que esto se le daba mejor y echamos el resto del tiempo en resolver problemas de triángulos. La primera clase que dimos me llevé una gran sorpresa. Parecía entender mucho de algunas cosas y muy poco de otras. Pero cuando lo empecé a observar en clase se me resolvieron todas la dudas. Había veces en las que realmente estaba atento a la explicación del profesor, pero otras, el muy imbécil se ponía a hablar con cualquier chica que se le sentara al lado. Eso me puso de mal humor, porque pasaba la hora y no había atendido en nada, y después era yo la que se lo tenía que volver a explicar. Por eso le prohibí sentarse con chicas en clase de matemáticas. No porque estuviera celosa, cómo insinuó él, sino porque no me gusta perder el tiempo. Mientra más atienda en clase menos tendré que quedar con él, y antes terminará esto.
-No haremos un descanso Mike.
-Vamos, he hecho dos actividades y LAS DOS estaban bien. Creo que me merezco un descanso.
-Has hecho dos actividades de las SEIS que hay que hacer. Y has tardado una hora. No creo que te merezcas un descanso.
-Eres una aguafiestas. Y esto es una mierda.
-Estoy de acuerdo, es una mierda. Pero tienes que aprobar esta mierda.
-Guau, ¿eres Danna con dos “n”? ¿Existe la palabra mierda en tu vocabulario?- dijo perplejo apoyándose en los cojines del sofá.
Aun seguíamos en la misma posición. Sentados en el suelo con el sofá en nuestra espalda y la mesa frente a nosotros.
-Eres un idiota- lo insulté.
-Y un tonto, por eso no consigues novia- dijo Eli entrando al salón y dejándose caer en uno de los sofás.
-Oye enana, ¿y tú qué sabes?
-Es obvio, nunca has traído a una chica a casa. Y la primera que traes es tu profesora de matemáticas- dijo mientras se tumbaba boca abajo y colocaba sus manos debajo de su barbilla-. Oye, no recuerdo que fueras tan malo en matemáticas.
-Pequeña te estás pasando. ¿Qué haces aquí?- dijo Mike molesto.
¡Dios! ¿Y yo quería perderme esto? ¡Ni loca!
-Me aburro muuuchooo…
Eli rodó por el sofá hasta colocar sus pies en el respaldar y dejar su cabeza colgando a los pies de este.
-¿Y Chase?
-Arriba, está leyendo otro de esos libros aburridos.
-¡Mike, Mike, Mike!- gritaba Chase corriendo escaleras abajo-. Harry acaba de encontrarse a Sirius. ¡Esto es emocionante!
Eli entornaba los ojos mientras cambiaba de nuevo de posición. Chase agitaba en el aire un libro mientras Mike sonreía nostálgicamente. Aquella imagen se me tornó tan familiar que sentí una punzada enorme en el pecho.
-¿En serio? Ahora viene lo mejor- dijo Mike.
-¿Podemos hacer algo divertido?- preguntó la niña.
-Deberías leer Harry Potter. ¡Es de lo más divertido!- dijo Chase.
-Es de lo más aburrido- se burló Eli-. ¿Cuándo llegará mamá?- le preguntó a Mike.
La niña se levantó y corrió hasta sentarse en las piernas de su hermano mayor.
-Hoy vendrá tarde pequeña, tiene doble turno- dijo Mike mientras recogía el pelo largo de la niña en una coleta.
-¡Vaya mierda!- gritó.
-¡Elisabeth!
-¿Tú puedes decirlo y yo no?
-¿Has estado escuchando?
-Muy poco, sois unos aburridos los dos- dijo la niña quitándole el libro de las manos a su hermano.
-¡Eh! ¡Se están peleando! Me lo voy a perder- se quejó Chase.
-Tú y yo nos pelearemos si no dejas de leer esto- dejó la niña el libro encima de la mesa-. Además seguirá ahí más tarde. Vamos a hacer algo divertido porfaaa…- suplicó en las piernas de Mike.
-¿Y si hacemos algo de comer? Tengo hambre, y la cocina es divertida ¿no?- interrumpí la discusión de hermanos.
Todos se me quedaron mirando por unos largos segundos. Eli en seguida me sonrió y corrió hacia la cocina gritando. Chase asintió divertido. Creo que tenía miedo de pelearse con su hermana, la verdad. Por otro lado, Mike tenía una mirada extraña en sus ojos.
-¿Qué? ¿Por qué me miras así?- le pregunté mientras ordenaba un poco los apuntes de encima de la mesa.
-No tienes que hacerlo. Quiero decir que esto no entra dentro del trato de darme clases.
-No estoy haciendo nada. Solo tengo hambre y tu hermana se aburre- me levanté de un salto-. Y si te soy sincera, yo también.
Él me siguió hasta la pequeña cocina. Allí ya estaban los dos niños, pero en muy distintas circunstancias. Chase estaba sentado en una de las sillas de la pequeña mesa, mientras que Eli había acercado una de estas a la encimera y se estaba subiendo en ella para alcanzar a uno de los armarios. Mike fue tras ella y la bajó de un solo movimiento, como quien coge una pluma. Eli era delgada y no tenía que pesar mucho, pero tampoco era tan ligera como una pluma. Mike empezó a regañarle, pero ella no paraba de decir que tenía hambre.
-Está bien, dejad de discutir- interrumpí-. Eli eso no estaba bien. Tú hermano tiene razón, aunque sea un bruto explicándose.
-Es que él nunca me deja hacer lo que quiero- hizo pucheros.
-¿Qué? ¡Si siempre haces lo que te da la gana!- gritó Mike.
Chase se reía desde su silla.
-A ver, ¿qué te apetece ahora?- le pregunté a la niña.
-Quiero tortitas, iba a coger la harina.
-¡No puedes subirte en una silla…!- gritó Mike.
-La próxima vez deberías de pedírnoslo a uno de nosotros, ¿de acuerdo? Pequeña es peligroso que te subas en la silla.
La niña asintió y se sentó en la mesa. No volvió a haber ninguna discusión más entre ellos. Pude observar cuánto quería Mike a aquellos niños, y por mucho que Eli consiguiera irritarlo, el cabreo se le pasaba enseguida.
-No sabía que supieras cocinar- me preguntó mientras echaba más harina a la masa.
-Hay muchas cosas de mi que no sabes- dije.
-Vaya, ¿estás ligando conmigo nena?- me guiñó un ojo.
-No- reí-. Y no me llames nena. Grace me enseña cada vez que tengo un hueco. Es una cocinera excelente.
-¿Y Grace es...?
-Oh, perdón. Es mi ama de llaves, bueno la de mi madre.
-Vaya, te resultará raro estar aquí- dijo mientras vertía un poco de masa en la sartén.
-¿Cómo?- pregunté.
-Quiero decir que te resultará raro estar en esta minúscula casa sin nadie que te haga la comida o que te limpie el culo después de cagar.
-¿Qué? ¿Qué tontería estás diciendo?- estaba molesta.
-La estás cagando Miky…- susurró Eli con la boca llena de tortitas y chocolate.
-¿Por qué tienes esa estúpida idea en la cabeza? ¿Tan superficial me crees?
-No te estoy diciendo que seas superficial, pero es obvio.
-¡Dios Mike! Eres un estúpido de verdad. ¿Crees que no puedo estar aquí sin pensar en que vivo en una casa más grande? ¿Crees que no puedo vivir sin servicio? ¿Que soy una niña pija y rica que no sabe hacer nada? ¿Que no valoro las cosas? ¿De verdad crees todo eso? No sabes lo equivocado que estás. No sabes que preferiría vivir mil veces aquí que en la fría mansión en la que vivo. No sabes nada Mike.
-Chase y yo nos vamos- interrumpió Eli.
-¿Ahora que se pone interesante?- se quejó el chico.
-Tonto, estamos molestando. Cómo se nota que eres un chico- dijo molesta-. Además yo también quiero escuchar, lo haremos detrás de la puerta…- dijo esto último susurrando, pero lo llegamos a escuchar.
-A vuestra habitación.
-Mierda- dijo Eli.
-Danna no creo que seas…
-No, ya lo has dejado bastante claro.
Salí de la cocina dispuesta a recoger mis cosas y salir pitando de allí, pero Mike no me dejó.---
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Querida adolescencia
Teen FictionAllison Johnson, Madison Carter, Danna Garcia, Cataleya Damons y Ariadna Gonzales. Estas chicas, entre ella, no tienen mucho en común, pero son amigas por un motivo en concreto. No hace falta compartir los mismo gustos o aficionas para tener una re...