Capítulo 1: La vuelta a casa

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Desde que mi madre me mandó a visitar a mi hermana no había vuelto a hablar con ninguna de las chicas, ni siquiera con mi hermano y los chicos. Estaba deseando llegar para ver a Jack, quiera o no ya le empezaba a echar de menos. Y lo que no olvidaba de casa son las deliciosas tortitas que Lana hacía para desayunar. Eso no se me quitaba de la cabeza, básicamente porque las dos semanas que estuve con mi hermana solo comí leche con galletas, todo lo que había aparte de eso en el bufé estaba mohoso o simplemente no estaba. Era un hotel demasiado pésimo, pero si lo eligió mi padre, no me extraña.

En esta dos semanas lo único que hicimos fue ir a la playa, que por cierto gracias a eso he cogido un moreno espléndido, e ir de fiesta en fiesta. No puedo decir mucho de las habitaciones del hotel porque casi no hemos dormido en ellas, pero las pocas noches que lo hicimos no estaban nada mal. Al menos una cosa buena que tiene el hotel. Las amigas de Anne, mi hermana, son las chicas más geniales que he conocido en toda mi vida, y fiesteras como ellas solas. Mis padres enviaron a Anne a un internado  ceca de Seatle debido a las notas tan pésimas que sacaba, intentando que su niñita pequeña mejorara tanto académicamente como personalmente, intentando que se convirtiera en una mujer elegante y responsable. Pero sin saberlo la han enviado al lugar donde se produce las mayores fiestas del mundo y a mi hermana no hace falta que se lo digan dos veces para arreglarse e irse de fiesta, y menos con esas amigas suyas. Solo tengo que decir que me organizaron todas una fiesta para despedirme y hoy tengo un dolor de cabeza terrible.

Ahora estoy saliendo del aeropuerto de Rosehill y estoy llamando a mis padres para que vengan a recogerme. Como siempre se les ha olvidado y Jack, por lo que se ve, ha desaparecido del mapa, porque tampoco da señales de vida.

"-Allie mi amor. ¿Cómo estas?- grita mi madre desde el otro lado del teléfono.

-Hola mamá, estoy bien. Ya os estoy esperando en el aeropuerto. ¿Dónde estáis?- suspiro desesperada, son las tres de la tarde y hace un calor terrible.

-¿En el aeropuerto...? Oh Allie cariño se nos ha pasado por completo... Tom, tu hija está en el aeropuerto, me lo podrías haber recordado-. Escucho lo que le dice a mi padre retirando el teléfono para intentar que yo no me entere.

-¿Mamá?

-Sí, sí, mi amor estoy aquí. Lo siento mucho pequeña se nos ha pasado por alto por completo. Perdónanos. Estamos ya de camino para coger el avión a Irlanda. Lo siento mucho bebita, voy a llamar a Boris para que vaya a recogerte. Te prometo que te lo recompensaremos ¿sí? No volverá a ocurrir. Te queremos mucho mi niña. Nos vemos pronto, un beso para todos-. Se despide mandando besos a través del teléfono móvil.

-De acuerdo, no pasa nada mamá. Que todo vaya bien..."

Antes de que terminase de hablar ya había colgado. Esa es mi madre, comienza a hablar como si estuviera en una de sus reuniones y a enumerar diferentes apelativos cariñosos para que la cosa sea más suave. Ni si quiera me pregunta por las semana que he estado allí, ni por como está Anne ni nada. Ella y mi padre son así, uno de sus amores, a parte de sus hijos y un poco por encima de estos, es su trabajo. Son personas de negocios, por ese motivo es por lo que mis hermanos y yo nos podemos permitir todo lo que tenemos. En cierto modo no está mal, aunque de vez en cuando un impulso cariñoso por parte de tus padre no vendría nada mal.

"-Boris ya nos ha dejado en el aeropuerto. Ya va a recogerte, no te muevas de donde estas cariño. Muchos besos te queremos- Mami."

Ese mensaje fue la última noticia que tuve de mis padres en mucho tiempo. Después de que pasara una hora y cuarto, Boris, el chofer de la familia (mejor dicho el de mis padres) vino a recogerme del aeropuerto. Faltaba tres cuarto de hora para que llegase a mi casa (en Lantown) y yo con forme pasaba el tiempo me moría por tomar una ducha en mi cuarto de baño privado y relajarme en mi gran jardín con piscina. No hay nada más en este mundo que me relaje de esa forma. Cuando estoy muy estresada solo basta con una ducha, mi pijama de verano favorito y yo tumbada en una de las tumbonas del jardín, y sin faltar mi zumo de naranja recién exprimido. Me moría por llegar a casa. Pero con el día tan desastre que llevaba no podía faltar un atasco de mil demonios. Así que mis expectativas de llevar a las cuatro y tener toda la tarde libre se esfumaron por completo. Boris me dejó en casa a las seis y media, así que todo se fue a la mierda, ni si quiera había comido en todo el día, solo un vaso de leche con galletas rancias del hotel.

Querida adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora