Capítulo 32: ¿Niña o niño?

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MADDIE

Estaba en casa de mi novio. Madre mía, mi novio. Hace meses que estoy con Jack, y es sencillamente increíble. Parece que estoy viviendo en un sueño, que tantas veces he deseado que se hiciera realidad. Son cuatro meses y veinticinco días el tiempo que llevamos compartido, los mejores meses de mi vida (sí, llevo una cuenta muy exhaustiva). No me creo que esto me esté pasando a mí. Simplemente me he prometido aprovecharlo mientras dure. Allie me dice que estoy loca, que nunca nos había visto mejor a los dos, y que estamos hechos el uno para el otro. Nos ha dicho que somos la típica pareja que se une en el instituto y que pasa el resto de su vida juntos. Pero sinceramente, a mi se me hace difícil creer que esto sea para siempre. Cada vez hay más parejas que se separan. Y Jack nunca ha sido de tener pareja única, por mucho que me cueste admitir. Pero ahora no es el momento de pensar en eso. Tenemos que irnos al hospital.

Terminé de ordenar el cuarto de baño privado de la habitación de Jack y salí a la habitación. Me encontré a mi novio con el torso desnudo, a medio vestir, con la camiseta en sus manos y apoyado en el borde de su ventaja, justo en la que daba al porche de su casa. Me acerqué por detrás a su cuerpo y rodeé su cintura con mis brazos. Apoyé mi mejilla en su piel caliente y acaricié su torso con mis manos. Iclinandome un poco, pude ver que observaba como Allie, su hermana, se encontraba con Scott y se subía en su coche. Yo sabía que no le molestaba el hecho de que ella se fuera con Scott, ni mucho menos, él era un hermano más para Allie. El problema era que llevaban días peleados, y nunca habían pasado tanto tiempo el uno sin el otro. Eso ponía a Jack de los nervios, y hay que decir que Allie tampoco estaba muy feliz con su situación. Todo este enfado viene por la falsa relación de Allie y Matt, pero Jack ya sabe realmente por qué su hermana está ayudando a su amigo. He intentado que los dos entren en razón y hablen. Pero si uno es terco, la otra lo es más.

Jack se volvió y se terminó de poner la camiseta. Se sentó en el pollete de la ventana y, agarrándome de las caderas me acercó a él.

-Algún día vais a tener que hablar, sois hermanos. Y aunque no lo admitáis se amáis- le dije mientras pasaba su pelo por mis dedos-. Por cierto tienes que cortarte el pelo ya.

-No pienso cortarme el pelo- dijo rozando su nariz con la mía, mientras dejaba pequeños besos en la comisura de mis labios.

-¿Por qué? Ya mismo te podrás dejar una melena. Está bien, me he pasado, pero lo llevas más largo de lo normal.

-Me gusta como me agarras el pelo cuando te hago el amor.

Noté enseguida como la sangre acudía a mis mejillas y como estas ardían por la vergüenza. El sexo con Jack era increíble, pero aun no me había acostumbrado a hablar de esa intimidad que ambos compartíamos.

-Me encanta cuando te sonrojas- rió mientras me besaba.

-No empieces Jack...

-¿Que no empiece qué?- dijo con tono seductor mientras dirigía los besos a mi cuello y mientras me sentaba a horcajadas en su regazo.

-Pues...- sentía como sus grandes manos me acariciaban las caderas para luego apretarme con ambas mi trasero-...eso- dejé escapar un gemido.

-¿No quieres, amor?- sonrió Jack con la cabeza enterrada en mi pecho.

Él se levantó sin esfuerzo conmigo en su brazos. Andó a ciegas por la habitación y cuando encontró la cama me dejó caer en ella, a lo Cincuenta sombras de Gray. El fuego, que él provocaba cada vez que quería, comenzó a inundarme las entrañas. Sentía mi sexo palpitar y el placer recorrer cada centímetro de mi piel. Jack sabía perfectamente la respuesta de mi cuerpo ante sus encantos. Se colocó encima de mí, sin tocarme, sin acariciarme, sin besarme. Simplemente mirándome. Cerré los ojos esperando a que me besara, a que tomara contacto conmigo. Pero eso nunca llegó a suceder. En lugar de ello, sentí otro sentimiento que me llenó el pecho de amor y felicidad.

Querida adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora