Capítulo 22: Una... ¿pesadilla?

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ALLIE

Abrí los ojos cuando sentí caer sobre mi cintura un peso extraño. Estaba tumbada boca abajo sobre una cómoda cama. Cuando pude enfocar y ver con claridad la habitación a mi alrededor, pude reconocer aquello como la cabaña de Nick. Giré para apoyarme sobre mi lado derecho y poder ver qué era lo que comenzó a oprimir mi cintura. Un enorme y musculoso brazo tatuado era lo que había. Sus dedos largo se encontraban totalmente relajados y, las yemas de estos rozaban las finas sábanas. Giré de nuevo para esta vez quedar boca arriba en la cama.

El brazo estaba totalmente relajado en mi cintura. Extendí mi mano y acaricié todo el antebrazo tatuado. Un reloj alargado se extendía sobre la piel firme y caliente. Seguí las agujas del reloj, luego su contorno y luego las líneas irregulares que rodeaban el dibujo y que se difuminaban con cada centímetro de piel que recorrían. Me di cuenta que estaba totalmente desnuda cuando desvié la vista desde aquel brazo hasta mis pechos. Me podría haber puesto histérica, pero me sentía extrañamente bien. Es decir, no me molestaba estar desnuda, estaba cómoda.

Ladeé mi cabeza hacia mi izquierda para ver de dónde venía aquel brazo. No hacía falta, sabía perfectamente que Nick se encontraba tumbado a mi lado. Estaba dormido, introducido en un profundo sueño al parecer. Estaba tumbado boca abajo con su cara en mi dirección. Tenía el pecho desnudo, las sábanas blancas cubrían su trasero de una forma muy escasa, y sus largas y tonificadas piernas de jugador de baloncesto se extendían a lo largo de la enorme cama en la que nos encontrábamos los dos.

Sentí curiosidad por saber qué pasaría si lo tocaba. No me detuve a pensar mucho si hacerlo o no, en realidad. Alargué mi mano y con suavidad pasé dos dedos por la ceja negra de Nick, luego seguí por su cien para terminar en su mejilla suave. Me detuve cuando llegué a sus carnoso y rosados labios. Estuve como uno o dos minutos pasando mis dedos por su labio superior, luego por el inferior para luego volver de nuevo al superior. Rocé su nariz por un segundo para luego posar mi mano en su hombro. Mi diminuta mano parecía ridícula posada allí, era increíble que el hombro de Nick fuera más grande que mi mano. Por algún motivo insignificante aquel hecho me hizo sonreír. Bajé las caricias con cuidado sobre su piel caliente, más bien que caliente era ardiente bajo mi tacto. Dejé pasar el tatuaje de su hombro para centrarme en su espalda, completamente libre de tatuajes. Todos los músculos de su espalda estaban completamente relajados a mi tacto. Una vez que terminé de recorrerla por completo comencé de nuevo. Posé mi mano otra vez en su hombro mientras bajaba por su omóplato para después seguir por su cintura y a continuación llegar a sus caderas. Hice el mismo recorrido pero en sentido ascendente con el otro lado de su espalda, para luego centrarme en el centro de esta, donde sus músculos se unían dejando ver una pequeña hondonada que me parecía muy sexi. Recorrí ese trozo de piel tantas veces que perdí la cuenta. Volví mi vista un segundo a su boca y me entraron ganas de besarle. Pero no de esas veces que quieres pegarte a él y no separarte hasta que desgastéis vueltos labios, no. Solo siento un ligero impulso de rozar sus labios con los míos. Me quedo inmóvil unos segundos examinando su expresión, para comprobar si sigue aun dormido. Cuando creo estar segura me inclino un poco y presiono tan solo unos milímetros su boca con la mía. Antes de que pueda separarme siento en mis labios como una sonrisa aparece en su boca y como su bazo en mi cintura me aprieta acercándome a él, tan cerca que mis pecho chocan con su desnudo hombro. Me separo de él y dejo reposar mi cabeza de nuevo en la almohada para mirarlo. No abre los ojos, pero la sonrisa sigue en su lugar. Mi mano se detuvo en la parte baja de su cintura, cuando me di cuenta de eso seguí por unos segundos la trayectoria ascendente de antes, pero una vez que volvió a sus caderas, la introduje debajo de las sábanas, descubriendo que Nick no llevaba nada de ropa. Su sonrisa crece aún más al sentir la sorpresa en mi rostro. Ahora me miraba con unos ojos verdes muy soñolientos. No dijo nada, solo se quedó allí observándome, y yo, solo me quedé allí observándole. Me miraba sin ninguna vergüenza, recorría mi rostro deteniéndose en cada detalle y aún más en mis labios. También bajala la vista a mi pechos y cuando eso ocurría se mordía el labio inferior tan fuerte que la piel bajo sus dientes se volvía blanca. Retiré algunos mechones que caían sobre sus enormes ojos verdes y, vacilante, me levanté de la cama de un salto. No podía ver a Nick en aquel momento pero sabía que estaría con el ceño fruncido, y así fue cuando miré por el rabillo del ojo.

Querida adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora