Capítulo 33: Rose

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ALLIE

Cata acababa de ser tía. Sí. Un miembro más en su familia. Madre mía qué responsabilidad más grande. Suerte que Jack y yo somos los mayores de la casa y que nuestra hermana es más pequeña, por lo que nos quedan aún unos largos años para poder llamarme tía. O no, conociendo a mi hermana es capaz de hacerme tía antes de que pueda cumplir los veinte años. Además, Maddie y Jack pasan cada vez más tiempo encerrados en su habitación haciendo guarrerías. Empiezo a asustarme. Tengo que llamar a Anne. No tenía novio la última vez que la ví, pero tiene quince años, conociéndola sabes que cambia más de novio que de ropa interior. Pero tiene quince años... aunque lo que hicimos en la fiesta de la playa hace dos meses no es de tener quince. Madre mía la tengo que llamar ya. Pero como siempre, conociendo a mi hermana no me lo cogió, y tuve que enviar el mensaje de texto más desesperado de mi vida. Estaba claro que el próximo regalo serían preservativos. Pero con Maddie si que voy a hablar. Hablaría con Jack, pero ese idiota no merece ni que piense en él, así que no lo voy a hacer más.

-Eres tía, caramelito- dijo la hermana de Cata sujetando a una bolita roja en sus brazos.

Cata no había hablado desde el segundo en el que entró a la habitación. Parece que se quedó sin aliento al ver aquella preciosura. Aunque es Cata, y sus primeras palabras después del parto de su hermana fueron:

-¿Rose? ¿En serio? ¿Estamos en los ochenta y no me he dado cuenta? No puede ser que llaméis a mi sobrina así. A mi única sobrina. ¡Se burlarán de ella en el patio del colegio! Me niego, le tenéis que cambiar el nombre.

Por muy fuerte que parezca sí, esas fueron sus primeras palabras. Pero su perspectiva del nombre de su sobrina cambió en cuanto Sara destapó la cara de la bebé. Cata era tía de la bebé más bonita que jamás había visto. Mi amiga volvió a enmudecer, y hasta diría que sus ojos se aguaron. Se acercó a la cama en la que se encontraba su hermana, y con sumo cuidado acunó a su sobrina entres sus brazos. En su cara apareció una enorme sonrisa de orgullo y felicidad, y esta vez sí puedo afirmar que ví caer una lágrima por su mejilla. La pequeña Rose, estiraba sus diminutas manos, consiguiendo llegar hasta la lágrima que Cata había soltado.

-Hola pequeña- la saludó-. Soy Cata, tu tía- sonrió por algún gesto que la bebé debió de hacer.

El tiempo en aquel momento se detuvo. Sara y Brian, miraban como Cata mecía a su recién nacida. Cata la acurrucaba con suaves y cortos movimientos. Jake estaba junto a Cata cogiendo la otra mano de Rose. Maddie y mi hermano estaban abrazados mirando la escena desde una esquina de la habitación. Los demás, Ari, Danna, Mike, Matt, Nick, Scott y yo, nos encontrábamos en los sofás de la otra esquina de la habitación. Algunos estaban desesperados porque esto terminara, otros asombrados por la pequeña que había nacido y otros, sorprendidos del amor que se respiraba en el aire. ¿Yo? era una mezcla de los tres.

-He de admitir que no soy muy partidaria de llamarte Rose, pero...- hizo una parada para coger aire-. Pero siempre estaré aquí, incluso en el patio del colegio para defenderte de las arpías que se metan contigo. Porque cariño, en esta sociedad hay mucha competencia, y tú eres sobrina de Cataleya Damons, y las cosas no serán fáciles- captó el asombro y las risas de los allí presentes-. No te preocupes- besó delicadamente su frente,- te enseñaré a defenderte de todas esas zorras.

-¡Cata!- interrumpió el novio de Sara.

-¡No hables así!- le regañó Sara, su hermana.

-Si es una bebé.

-Papá y mamá dice que ahora son como esponjas, lo absorben todo. Y no quiero que su primera palabra sea una mal sonante- concluyó Sara.

-Papá y mamá dicen que la sexualidad de ahora es mucho más rica que la de antes y aun así yo me aburro. No todo lo que dicen es verdad. Y estoy segura de que ni me estará escuchando. A no, espera- se paró para intentar recordar algo-. Sí, tienes razón. Ya me acuerdo, fue unas tres horas después de nacer yo. Ya sabes, llevaba la ropa del hospital y tu me cogiste del dedo y me diste un beso en la frente. ¡Ya me acuerdo!

Querida adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora