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«Rubio»
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  Con el temor incrustado en su pecho subió muy lentamente sus brazos hasta rodear casi sin fuerzas el cuerpo de YoonGi.

  Bajó su mirada viendo su mano, donde yacía aquel regalo que el niño le había ofrecido para regalarle a su pequeño hijo.

  TaeHyung no podía procesar muy bien aquello.

   ¿Realmente aquel niño de cabellos azabaches y piel blanca era hijo de esa persona?

  No estaba seguro, quizás de donde en niño viniese, su nombre era muy común y había miles de “YoonGi” corriendo por ahí.

—¿Cuántos años tienes?— murmuro aflojando tan solo un poco su agarre en YoonGi.

—Seis.— musitó con tranquilidad.

  Una coincidencia. Declaró tragando sus ganas e llorar. Solo podía ser una cruel coincidencia que el mundo se había predispuesto para hacerle exactamente ese día ¿Cierto? Podía miles de niños llamados así, y que casualmente tuvieran siete años de edad.

—Uhm... — soltó TaeHyung tratando de controlar sus propios impulsos de correr de allí y continuar destapando las mentiras que lo rodeaban. —¿De dónde vienes? — su pregunta quedó al aire y rápidamente aportó —Yo soy de Daegu.

—¡Yo también! Pero nací en Busan, luego fui allí. — dijo el pequeño ajeno a una de las lágrimas que recorrió con lentitud el rostro de TaeHyung.

  Sorbió levemente y se separó de él con una sonrisa falsa.

—Ya me tengo que ir. — habló despacio —Adoré tú abrazo, — mencionó acariciando con parsimonia los cabellos negros del menor —¿Tus padres están aquí? Es peligroso que estés solo. — murmuró con la mínima esperanza, totalmente egoísta y cruel de que el niño dijese que no, y él no tuviera que ver al hermano de su ex-pareja.

  YoonGi dio un resoplido frunciendo su ceño, el Omega lo miró sin entender.

—Estoy bien aquí. — declaró —Mí tío dijo que me buscaría aquí en cuanto sean las doce en punto.

  TaeHyung asintió y de manera veloz verificó la hora en su celular.

  11:57.

  Respiró entrecortadamente y se levantó sintiendo sus piernas temblar. La bruma de saber que casi no tenía escapatoria lo acorraló como un depredador a su presa y sumido completamente en sus miedos dejó al niño confundido cuando corrió a la caja y pagó a velocidad luz, comenzando a correr de allí como alma que lleva el diablo.

  Las cuadras parecían hacerse cada vez más grandes, al punto de que terminar una, era una gran hazaña que conseguía luego de varias minutos de andar y andar.

  Siquiera se había fijado en que estaba uno o dos barrios de la que sería la guardería de su hijo.

  Luego de varias manzanas se vio obligado a bajar su paso, ya estaba cansado y el calor que entraba en su cuerpo con el frío viento provocaba que su mejillas quemaran y su garganta se secase con el doble de rapidez común.

⟦ Sɪɴ Pᴀʟᴀʙʀᴀs ⟧ ~ᴷᴼᴼᴷᵀᴬᴱ~ ᵒᵐᵉᵍᵃᵛᵉʳˢᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora