⟦ Sɪɴ Pᴀʟᴀʙʀᴀs ⟧ ~ᴷᴼᴼᴷᵀᴬᴱ~ ᵒᵐᵉᵍᵃᵛᵉʳˢᵉ

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«Latidos»
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Sintiéndose sumamente nervioso caminó entre los grandes pasillos del pulcro hospital.

Aún no lograba acostumbrarse a estar caminando sobre aquella zona, siempre había evitado los hospitales al no poder pagarlos y el ver que a comparación de donde se atendía aquel sector poseía gran diversidad de cosas le sorprendía, pero a la vez no.

Tendría que haberse quedado en su zona de confort y no tener que evitar la mirada de las personas que lo rebajaban al pasar a su lado y hacían muecas de asco e inconformidad.

TaeHyung sabía muy bien que aquel no era su lugar, pero no era necesario que se lo recordasen de aquella manera, sabía que era inferior a ellos, conocía cada uno de sus errores y su repulsiva actitud, por qué tenían que susurrarlo a sus espaldas.

Mordió su labio con la vista pegada en el suelo, estaba cien por ciento seguro de que no lo habían sacado de allí porque JungKook lo llamaba exclusivamente.

Si no fuese por el Alfa, de seguro grandes guardias lo habrían retirado de allí con solo comenzar a respirar el mismo oxígeno que aquella gente.

Caminó a pasos torpes en un vago intento de no chocar a nadie al estar tan sumido en sus pensamientos.

No quería armar una escena entre personas de tanto dinero, mucho menos sabiendo que sería incriminado sin importar que no fuese su culpa.

Suspiró y agarró con fuerza el borde de las mangas del abrigo de JungKook, aquel en específico era uno de sus favoritos, y al parecer también era el del Alfa ya que en cuanto lo sostuvo entre sus dedos por primera vez, supo que estaba impregnado del olor del Alfa, como si se lo hubiese sacado hacía tan solo unos minutos.

TaeHyung lamentaba que ya no sea así, después de tantos días se encontraba impregnado con su propio olor y ya no sentía que JungKook estuviese cerca por más que fuese casi diariamente a verlo.

Relamió sus labios ansiosos.

Estaba prácticamente frente a la puerta de la habitación del mayor, tan solo le hacía falta dar unos pasos más y tocar la puerta para llegar a ver sus orbes mirarlo a él nuevamente.

Ni siquiera le sorprendía demasiado sentir su aroma estando tan cerca de su habitación, después de todo, parecía ser un olor demasiado imponente que se impregnaba a donde fuese el Alfa.

Respiró profundamente y se plantó frente a la puerta de madera pulcra, y de seguro costosa.

Su mano se elevó con gran lentitud hasta dejar sus nudillos a escasos centímetros de tocar la superficie.

Cerró sus ojos un momento y trató de pensar con claridad.

Había esperado durante casi dos meses que el Alfa despertase, su lobo se había encargado de que la espera se le hiciese eterna, y ahora no sabía qué decir al pelinegro que seguro lo esperaba tras esa puerta como su única barrera.

Trató de calmar los latidos de su corazón y los saltos que daba su Omega sin ocultar su emoción y expectación de volver ver a su Alfa consciente de lo que lo rodeaba.