⟦ Sɪɴ Pᴀʟᴀʙʀᴀs ⟧ ~ᴷᴼᴼᴷᵀᴬᴱ~ ᵒᵐᵉᵍᵃᵛᵉʳˢᵉ

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—¡TaeHyung! — la voz de su madre resonó sobre las paredes de toda la casa.

  Sus pequeñas manos comenzaban a temblar y sentía que por el tono que aquella mujer había utilizado, una paliza se acercaba con creces.

—¡Ven aquí estúpido!— el menor acercó aún más sus rodillas a su pecho y tapó sus orejas para evitar que los insultos de su progenitora entraran a su cabeza.

  Estaba asustado y no entendía nada de su situación.

  El espacio entre la parte trasera del armario y la ropa era ocupado por su cuerpo hecho una bola, el aire le era escaso entre las bocanadas exageradas y desesperadas que daba a la nada.

  No quería estar allí. Él quería jugar con su madre como lo hacía antes de que su padre se fuese, aunque realmente no le gustase que intentara tocarlo en lugares que le daban vergüenza.

  Los pasos sobre las escaleras de madera hicieron ruidos estruendosos hasta llegar al ático, donde se encontraba la habitación de TaeHyung y el armario donde se hallaba oculto.

—¡Ven aquí mocoso! — el grito de su madre logró hacer que un quejido de miedo escapara de su boca.

  Realmente temía a aquella Beta enfurecida con su persona.

  ¿Qué había hecho para ser tratado así?

  Sollozó tratando de no hacer ruido y tapando su pequeña boca con ambas manos.

  Los fuertes pasos continuaban sobre la habitación dando vueltas por todos lados.

  Luego de unos minutos, TaeHyung no escuchó nada.

  El silencio dominaba el lugar y rápidamente pensó en que su madre ya se había ido nuevamente a sus reuniones diarias, aunque luego de ellas volviese con mal olor y un terrible humor.

  Secando sus ojos y sorbiendo su nariz, abrió con cuidado la puerta del armario hasta dejarla semi-abierta.

  Con uno de sus ojos miró por completo el ático en busca de señales de su madre.

  Nada.

  Terminó de abrir la puerta y con cuidado de causar algún ruido salió de allí.

—¡Te atrapé! — la voz de la Beta sonó furiosa en un cruel grito.

  Sus manos agarraron de los cabellos de su hijo y sin esperar comenzó a tironear de ellos.

  TaeHyung chilló de dolor y trató de llevar sus manos hasta donde su madre tiraba de sus cabellos.

  Tomó con fuerza la muñeca de la Beta e hincó sus uñas allí.

  Un grito de la mujer no se hizo esperar y comenzó a sacudir a TaeHyung de un lado a otro, provocando que el dolor en su cuero cabelludo se incremente el doble.

—¡No! — chilló con fuerza —¡Suéltame! — hincó con más esmero sus uñas en la piel de la mujer e intentó patear sus piernas con fuerza.

  La Beta soltó sus cabellos y dejó que una pesada cachetada cayera sobre la mejilla del peli-castaño de diez años.

  El menor tapó su cara sintiendo las lágrimas recorrer su rostro.

  Su madre rio con ironía y le pegó nuevamente.

—Eres un estorbo. — escupió con acidez —No puedo creer que una monstruosidad así sea mí hijo. — el asco en su voz era palpable para el pequeño TaeHyung.

  De sus ojos las lágrimas se escapan sin siquiera poder hacer el esfuerzos de querer frenarlas, las palabras de su madre se metían en su cabeza sin darle tiempo a pensar en cosas más felices para amortiguar los duros golpes que recibía verbal y físicamente.

  La mujer continuó con su parloteo y a empujones dejó que cayera por las escaleras del ático.

—¡Tú no eres mí hijo! — bramó bajando a tropezones. —¡No quiero verte nunca aquí!

  El de cabellos castaños sintió todo su cuerpo doler, todas sus extremidades estaban lastimadas y no sabía si tenía algún hueso roto o fuera de su lugar.

—Mamá. — sollozó tratando de levantarse.

  La adulta lo miró desde arriba con asco y se acercó a él pisando sus dedos.
  TaeHyung soltó un quejido de dolor y lloró con fuerza.

—No soy tu madre. Mañana no quiero verte aquí. — declaró sin preocuparse en su condición en lo absoluto y dando media vuelta para encerrarse en su habitación con un estruendoso portazo.

  TaeHyung continuó llorando sobre el suelo. Todo su cuerpo dolía y no lograba entender gran parte de lo que había ocurrido.

  ¿Él tenía la culpa de que su aroma sea tan fuerte?

  Estaba seguro de que si nadie se hubiese acercado a él su madre sería la de siempre y lo amaría como años anteriores.

  Él no quería que los Alfas se acercaran a él y lo tocaran, con suerte, había huido de aquel maestro de su instituto, pero no se esperó que éste diera un aviso y su madre se enterara de que el niño “seducía” a los Alfas del lugar.

  Con cuidado se levantó en su lugar y abrazándose a sí mismo fue a pasos lentos a su cuarto en el ático.

  Se dejó caer sobre las mantas viejas y al instante se durmió con la idea de que todo sería un sueño en cuanto despertara y que ni su madre ni todos los Omegas del pueblo lo odiaran.
   Deseaba que su padre volviera, así su madre estaría feliz de tenerlo allí, quizá dejaría que le haga lo que quisiese únicamente para que se quedase en casa.

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~雨 / anpan.