Labios De Miel ♥ Aristemo

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Narra Temo

Me encontraba en los vestidores de la escuela, esperando a Aris para jugarnos una reta aquí mismo en la escuela, la verdad me incomoda un poquito estar aquí, sobre todo porque me recuerda la única vez que me bañé en una ducha de la escuela, o en los vestidores... Nunca volví a ver esos bonitos boxers que mi tía Chela me dio.

–Ya estoy listo Temo, vamos. Me dijo sonriente.

–Sí, claro. Fui detrás de él hasta que llegamos a la cancha.

Me presentó a sus amigos y a sus compañeros del equipo de básquet. Los saludé tímido y comenzamos a jugar.

Un momento después, salimos de ahí para tomar un break. De pronto una chica llegó a dónde estábamos y se sentó en medio de ambos.

–¡Hola Ari! Hace tanto que no te veía.

–Karla, estamos en el mismo salón.

–Vamos, no es lo mismo verte a la distancia en el salón que verte así de cerca... ¿Cómo estás?

–Bien, creo. Contestó haciendo la plática muy corta.

–Que bueno... Debo irme, por cierto, ya te lo mereces.

–¿Qué co...?

¿LO BESASTE? ¿CON QUÉ DERECHO?

–Karla...

–Adiós. Dijo sonriendo y saliendo de ahí.

–¿Tu novia? Pregunté.

–Claro que no Temo, es una compañera del salón, tan sólo una conocida, ni siquiera amiga, la razón por la que no la tomo ni como amiga la acabas de ver...

–Pero... ¿Por qué no le dices que dejé de hacerlo?

–No lo sé... A veces me gusta que me bese... Osea no ella, podría ser otra chica o algo. Me afirmó.

Entonces... ¿A él le gusta ella? ¿O ellas? ¿Las mujeres? Sentí un fuerte dolor en el pecho, salí de ahí excusándome con ir al baño. Al llegar, una lágrima salió. No sé cómo pude creer que al menos Aristóteles sería honesto y me diría si tenía novia, quizá así no me hubiera ilusionado.

–Temo, ¿estás bien amigo?

–Sí Aris, no es nada.

–Pero veo que estás llorando, ¿a caso te pasó algo?

–No Aris... Sólo, recordé un momento con Diego. Creo que tu papá tiene un poquito de razón, no podrás seguir adelante si sigues aferrado a recuerdos de Toluca, recuerdos que no debes olvidar... Pero tampoco debes recordar tan seguido, no podrás mirar hacia tu futuro si no dejas el pasado como está... ¿Confías en mí?

Ya no sé Aristóteles...

–Sí Aris...

–Entonces ven, vamos a darnos un pequeño abrazo y vamos a seguir jugando para ganarles a estos chavos y ganarnos el refresco que quedamos sería el premio al equipo ganador. Me dijo motivado.

–Mejor sin el abrazo, ¿va?

–¿Seguro Temo?

–Sí, sí... Vamos.

Caminamos hasta la cancha de nuevo y ahí nos pusimos a jugar de nuevo.

Estábamos concentrados, ya no siquiera pensaba en lo ocurrido. Aristóteles me la pasó y anoté haciéndonos ganar, al menos a mí y a él, ya teníamos que retirarnos, así que como anotamos la canasta ganadora pues íbamos a ser los primeros en recibir nuestro premio, pero les dijimos a los chavos que nos dieran los refrescos luego... Creo que tenemos un poquito de prisa según Aristóteles.