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Narra Temo

Lo miré mientras él tan sólo callaba.

–Entiendo tu silencio, lo entiendo porque sé todo lo que has pasado en estos días y el miedo a lo que tu papá piense de ti. Pero aquí me tienes Aristóteles, podemos unirnos para defender lo que somos Aristóteles.

Debo hacerlo, tengo que dar el paso.
Me acerqué para besarlo, pero al hacerlo me detuvo con su mano.

–Es que Temo, no... Yo no puedo corresponderte, yo no soy gay.

¿QUÉ?

–¿Qué acabas de decir?

–Yo...

–Dime Aristóteles. ¿Qué acabas de decir?

–Temo, a ver. No lo mal entiendas, yo te quiero muchísimo. Eres mi mejor amigo. Nunca había tenido a alguien como tú.

Me levanté furioso y triste de mi lugar.

– ¿Amigo? Yo creí otra cosa Aristóteles, pensé que me mandabas señales. En tu sesión de fotos me dijiste que te sentías igual que yo.

No puedo creer que esto está pasandome, no otra vez.

–Temo, perdón. Yo sólo quería ayudarte. Neta jamás quise confundirte... Habíamos quedado que eso era una actuación. ¿Te acuerdas?

Se quedó en silencio al igual que yo y después sentí su mano sobre mí hombro.

–Mira, quiero que sepas que estoy orgulloso de ti. Siempre lo he estado... Eres súper valiente.

–¡Ni tanto! Ni tanto. Porque yo no he podido decirle a mi papá que yo soy gay Aristóteles. Y ahorita que ya te lo puedo decir, no sirvió de nada... ¿Me puedes dejar solo por favor?

–Neta podemos regresar al edificio juntos...

–Necesito estar solo. Dije molesto.

Lo único que quiero es que él se vaya y yo pueda desahogarme solo.

Miró la alcancía y extendió su mano para que yo la tomara, pero no puedo, quizá el enojo y la tristeza están cegandome ahora mismo.

Ignoré el gesto y giré mi cara esperando a que se fuera.

Me miró con tristeza pero me comprendió, dejó ahí la alcancía y se quitó el arete. Luego de eso, caminó alejándose de mí.

Justo en el momento en que se fue comencé a llorar sin consuelo, preguntándome a mí mismo por qué me estaba pasando esto a mí.

Luego de unos segundos ahí, sentí una mano posarse en mi hombro.

–No pasa nada Temo... Tranquilo.

Giré la mirada y ahí estaba, mi mamá en persona... Bueno, no en persona, pero me entienden.

–¿Mamá? ¡Mamá!

La abracé de inmediato y seguí con mi llanto.

–Sé que es difícil para ti lo que te está pasando, pero debes seguir adelante, debes levantar la vista y ayudarte a ti mismo, ahora no hay nadie con quien puedas apoyarte, ahora sólo queda una cosa... Sabes que es lo correcto decirle a alguien que nunca va a dejarte...

–¿Mi papá? ¿Crees que funcioné?

–Esa respuesta te la dará tu corazón. Y el corazón de Aristóteles le dará la respuesta a lo que debe hacer respecto a lo que puede o no sentir. No llores más hijo... Sé feliz.

En un parpadeo ella desapareció dejándome ahí solo nuevamente.

(...)

Luego de todo un fin de semana lleno de tristeza y depresión, llegó el lunes y prácticamente me obligué a mí mismo a levantarme, aún estoy adolorido del gym, mi papá se excedió un poco en llevarme ahí.

Labios De Miel ♥ AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora