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Narra Temo

–Ah jajaja. ¿Nos? Amarrate. Amarrate. Dijo.

Tomé asiento y lo miré.

–¿Ya te enamorastes de una chamacona?

No, de un chavo en realidad.

–No me digas que la embarazastes Cuahutémoc...

–No, no...

–¡No me digas que la embarazastes porque te quemo las patas!

–No, no papá, para nada. Era un decir.

–Ah. Bueno. Ya que tengas tus hijos lo vas a entender. Pero para eso falta mucho. ¿Verdad?

Sí, no sé cuándo se legalice la adopción entre parejas del mismo sexo, en un futuro cercano no es...

–Sí. Susurré.

–¿Qué haces con ese cochinito?

–Pues Aristóteles me contó que trae broncas de lana. Me gustaría ayudarles un poco. Sonreí.

–Polita me ha contado sus broncas, así es que yo también coopero con la alcancía, ven acá, ándale, ven acá. Dijo.

Nos levantamos y me acerqué a él.

– Ahora sí voy a forrar ese cochinito. Es más ni va a entrar. No sabes cómo te admiro, Temistocles.

Se acercó más a mí y me abrazó. Correspondía de inmediato.

–Eres mi orgullo. Me dijo.

–Gracias papá. Debo irme.

(...)

–Hola Temo. Sonrió.

–Ari, milagro que llegas antes que yo. Este lugar es como nuestro lugar. Dije.

–Sí, así siento. ¿Cómo va todo? ¿Algo nuevo con la familia?

–Pues nada. A mi hermanita le gusta Dave, el hijo de Julieta y Robert. Dije.

–Qué chido. Sonrió.

Sonreí de igual manera y lo miré directo a los ojos.

–Ten, casi lo olvido. Dije.

–Oye. ¿Y si me acompañas mañana al photoshoot? Me dijo.

Eso no funciona conmigo Aristóteles, el dinero lo agarras porque lo agarras.

–Sí, sí Aris, siempre me la paso bien contigo. Pero no te hagas menso con lo de la alcancía. Dije.

–No me hago menso. Sólo que no me late, no es justo. Es tu lana.

–Pero yo quiero dártela. Es un regalo... Y los regalos no se niegan. Dije.

Me sonrió como siempre lo hace, me encanta verlo sonreír porque sé que muchas de esas sonrisas se las saco yo, o me las dedica a mí.

–Mil gracias, pero mira. Lo rompemos juntos. ¿Va?

–Va.

–Ya estás. Una.

Dos... Tres.

Dejamos caer la alcancía que él me regaló y al romperse me incliné para recoger el dinero.

–No, no, no. A ver. Temo. Temo, Temo, Temo, Temo, Temo. No, no, no¿Cómo me vas a dar todo esto? Es un chorro. No, no. Espérate.

–Ten. Te lo doy de corazón.

–Es que... Gracias. Nunca nadie había hecho algo así por mí. Gracias enserio. Dijo Mirándome a los ojos.

Te amo Aristóteles...

Labios De Miel ♥ AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora