La crueldad y la maldad son las columnas que sostienen el castillo, y un Rey desquiciado es quien domina su destino.
En un reino donde lo que se creía oro, terminó cayendo al suelo como simples cenizas de lo que alguna vez fue considerado un tesoro...
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—Ya me tomé la pastilla. —Thea dice a lo que asentí sin darle mucha importancia.
Después de todo, a mi no me molestaría que hubiese quedado embarazada de ayer, pero ella continuaba aferrada a la idea de no querer más hijos de momento.
—Hablando de ese tema, quiero que vuelvas a comenzar a tomar las pastillas anticonceptivas, ya que hemos pasado los últimos tres años usando condón, algo que a ninguno de los dos nos gusta y sin mencionar que nos complica más las cosas. —Expongo observándola acercarse hasta el mueble de cuero negro en la biblioteca donde me encuentro sentado.
—Está bien. —Responde para mi sorpresa, pensé que se negaría y que tendría que persuadirla para que aceptara debido al riesgo de quedar embarazada que ese método anticonceptivo mostraba, quizá mi castaña ya estaba abriéndose a la idea de tener a nuestro segundo hijo.
Thea se sube arriba de mi, colocando sus rodillas a cada lado de mis piernas, pasa sus manos por mi pecho hasta llegar a mis hombros a lo que yo acuno su trasero con ambas manos, me encantaba esta posición.
—Quiero que me hagas una niña, Shawn. —Dice rosando sus labios con los míos.
Suelto una pequeña risa. —¿Quieres que tengamos una niña? Pensé que no querías volverte a embarazar de momento. —Comenté, queriendo estar seguro de lo que Thea había querido dar a entender.
—No quiero embarazarme ya, pero ambos sabemos que con las pastillas hay posibilidad de que quede embarazada, ya nos pasó una vez, puede volver a pasar. —Menciona llevando sus manos a mi cabello para comenzar a despeinarlo. —Lo he meditado, y estoy bien con eso, me seguiré cuidando, pero si llego a embarazarme estaré más que feliz.
Asentí entendiendo su punto, yo también estaría más que feliz si llegara a darme otro hijo, o hija como ella lo quería. —Entonces haré mi mejor esfuerzo para darte una hija. —Bromeo, claramente ninguno de los dos tenía el poder para decidir eso.
Tiro de su labio inferior antes de comenzar a besarla, aprieto su trasero empujándolo hacia adelante para que mi castaña comenzara a frotarse sobre mi.
—¡Maldita sea con ustedes! —La voz impertinente de Niall resuena con eco dentro de las paredes de la biblioteca. —Yo quería darles una sorpresa, pero la sorpresa como siempre me la llevé yo. El día que llegue y no los encuentre haciendo sus cochinadas, ese día bajarán los ángeles a cantar aleluya.
Thea baja de mi regazo tan rápido como le es posible y de igual manera me pongo de pie para cubrirla mientras se le pasaba la vergüenza. Niall nos mira con burla, enarco una ceja. —El baile de invierno es hasta la próxima semana, yo no te invité a que vinieras antes. —Digo en un tono serio a lo que el irlandés se encoge de hombros.
