XXXIV. Osos de Peluche.—Es tarde, creo que es hora de que regrese a la alcoba y trate de dormir. —Thea dice rompiendo el silencio.
—Está bien. Descansa. —Le digo sin molestarme en mirarla, ella se pone de pie y se va.
Bufo quedándome en mi lugar, Kian no deja mis pensamientos, me sentía demasiado preocupado por él, yo solo quería su bienestar.
Me dolería no tenerlo cerca, de eso estaba seguro, pero él estaría bien en ese internado. Incluso me gusta pensar que le haría bien ese lugar pues ahí tendría la oportunidad de hacerse amigos, tal como yo encontré a Anne y Niall principalmente. Además, yo iría a visitarlo con frecuencia, y en periodo de vacaciones lo traería de regreso al castillo, yo no lo abandonaría como mi padre lo hizo conmigo, yo si estaría al pendiente de él. Ese era mi consuelo.
Rasco mi cabeza, la idea de ir detrás de Thea aparece de repente, pero se ve interrumpida cuando escucho pasos acercándose, creo que se trata de mi castaña que ha regresado, pero al girarme me llevo con la sorpresa de que no se trata de ella.
Hay una chica -una empleada nueva-, vistiendo únicamente sus delgadas prendas de pijama, viene descalza y su cabello negro cae por su espalda.
Ella luce sorprendida de verme aquí, e inmediatamente hace una reverencia. —Su alteza, no era mi intención perturbarlo. —Dice atreviéndose a mirarme a los ojos.
Para perturbarme tendría que ser alguien relevante, y no lo era.
—Solo haz lo que sea que hayas venido a hacer y márchate. —Ordeno sin emoción alguna y la empleada asiente antes de continuar su camino.
Ella pasa junto a mi yendo a la estufa donde pone a calentar un poco de agua, me está dando la espalda y la observo analizando su figura, la manera en la que esa pijama abrazaba perfectamente las curvas de su cuerpo y solo pienso en el atrevimiento de ella al salir a deambular así por mi castillo, ni siquiera la reina tenía esa osadía. —¿Harás té? —Pregunto y noto como se sobresalta antes de girarse y mirarme.
—Así es, su majestad. —Responde.
—Prepara para mi también. —Ordeno y ella con rapidez agrega más agua.
Me quedo en silencio observando sus movimientos, lo hace con agilidad y yo solo pienso en que si de mi castaña se tratara se estaría mostrando torpe y desorientada. Sonreí sin quererlo.
La empleada no es muy alta, y esto sale a relucir cuando trata de alcanzar un nuevo paquete de sobres de té y no le llega, renegando me pongo de pie y me acerco poniéndome a su lado y tomo lo que quería sin dificultad gracias a mi altura, ella me mira hacia arriba y reparo en lo cerca que estamos, su rostro era bonito, sus ojos cafés lucían profundos, y sus labios gruesos y rosados invitaban a morderlos, y sumando su buena figura, ella era una mujer realmente atractiva, pero una vez más, a mi no me interesaba nadie que no fuera Thea, podía estar cerca de esta chica de buen aspecto físico que no me provocaba nada, no sentía nada, me resultaba indiferente, sin importancia, me era una simple empleada. Y pienso que sin duda todo en mi solo quería a Thea, y ya era la segunda vez que lo comprobaba.
Le entrego el paquete con rapidez y retrocedo, ella parece despertar de un estado absorto a la realidad. —Gracias, su alteza. —Dice adquiriendo un sonrojo, pero no lo encuentro tierno a como lo hago cuando Thea se sonroja, este es un sonrojo tonto.
Regreso a mi antiguo lugar y me siento esperando por el té, la chica se apresura y no tarda en poner una taza de porcelana humeante frente a mi.
—¿Se le ofrece algo más, su majestad? —Cuestiono y niego.

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G O L D |S.M.| #3
Fiksi PenggemarLa crueldad y la maldad son las columnas que sostienen el castillo, y un Rey desquiciado es quien domina su destino. En un reino donde lo que se creía oro, terminó cayendo al suelo como simples cenizas de lo que alguna vez fue considerado un tesoro...