XXIV. Suéter.La miro en silencio, aún estando algo sorprendido por esta acción.
—Creo que por primera vez yo no tenía ninguna intención de tocarte. —Le digo más serio de lo que esperaba y su semblante cambia.
—Perdón, yo creí que tú también querrías esto. —Dice bajando su mirada apenada antes de tratar de quitarse de encima.
Me confundí por un instante pero reaccioné rápido rodeándola con mis brazos para evitar que se apartara. —Lo quiero Thea, siempre lo voy a querer contigo, lo que quise decir es que no tenía intención de tocarte aquí porque nunca me cruzó el pensamiento de que tú lo ibas a querer. —Le digo llevando mi mano derecha a su mentón y así hacer que me mirara. —Me fascina que tú tengas la iniciativa y lo sabes, además, también sabes que siempre que tú lo quieras yo voy a tocarte, porque para eso estoy cor meum, para darte placer siempre que lo desees.
Remojo mis labios y mi castaña presta suma atención a estos, no quería hacerla esperar más por lo que paso la misma mano con la que sostenía su mentón a su nuca, atrayendo sus labios a los míos. Introduzco mi lengua invadiendo su boca, mis manos bajan a sus glúteos apretándolos con deleite mientras que mi castaña deja sus manos sobre mis hombros.
Siento como se comienza a mover de adelante hacia atrás, así como también siento su humedad a través de la tela de mi pantalón deportivo lo cual me está poniendo bastante mal. —Frótate más. —Ordeno rompiendo el beso ya que quería sentir más de su humedad, Thea lo hace y se mueve con más insistencia logrando que ambos jadeemos.
Bajo la mirada observando con deseo la manera en la que se mueve, así mismo logro apreciar la mancha que ha dejado en mi pantalón gris claro. Estoy tan duro por ella, pero como siempre decido consentirla a ella primero; llevo mi mano derecha a su entrepierna acariciándola, empleo un delicado toque trazando sus bordes, regreso mi atención a su rostro y la veo cerrar sus ojos ante mi toque, muerde su labio inferior cuando uno de mis dedos resbala con facilidad en su interior, mi castaña libera su labio y gime. Saco mi dedo con lentitud antes de comenzar a frotar su clítoris mientras que Thea pasa sus labios a mi cuello mordiendo y succionando la piel en esa área, Dios, como me encanta.
Mis dedos continúan gozando de su humedad y mis pensamientos se inundan de un solo deseo; quería probarla.
Dejo de acariciarla y la aparto con delicadeza de mi cuello para poder mirarla a los ojos. —Quiero hacerte sexo oral, ¿me dejas hacerlo, cor meum? —Le pregunto y ella asiente con sus labios entreabiertos debido a su agitación. —Pero primero quítate el suéter. —Pido a lo que asiente por segunda vez.
—Tú también quítate el tuyo. —Dice y lo hago al mismo tiempo que ella arrojando las prendas al lugar que anteriormente ocupaba Thea.
Mi torso queda al descubierto, mientras que ella aún tiene mi playera negra puesta, hace el intento de quitársela, pero niego, pese a que no creía que alguien llegara a este lugar, no pensaba arriesgarme a que por accidente vieran a mi castaña totalmente desnuda y ella parece comprenderlo.
Introduzco mis manos por debajo de la la playera buscando el broche de su sujetador, al desabrocharlo, Thea se encarga de sacárselo sin la necesidad de quitarse la prenda de encima, su sujetador rosa termina junto a mi suéter y el suyo.
Busco con mi mano izquierda la palanca del asiento para así hacerlo hacia atrás y reclinarlo lo más que puedo hasta que quedo acostado con Thea en una posición como si estuviese a punto de montarme. Mi castaña me mira algo confundida sin entender mucho, no me sorprende, ya que nunca antes la había puesto como quería que se pusiera en este momento. —Sube con cuidado hasta mi cara, como si te fueras a sentar en mi rostro, ¿de acuerdo?
Su bonito rostro se sonroja y niega. —No creo estar cómoda haciendo eso. —Dice y al ella no querer no la presiono para convencerla de hacerlo, dejaría mi capricho de probarla para otra ocasión.
Asiento mientras miro como Thea toma el borde de mi pantalón e intenta bajarlo, para facilitarle las cosas alzo mis caderas y ella aprovecha bajando también mi bóxer, lo suficiente para que mi erección quedara fuera. Thea lo toma entre sus manos, mi atención está fija en cómo se alza dejándome ver el paraíso entre sus piernas para luego colocarse mi miembro en su entrada, trago duro al verla bajar con sensualidad, abriendo sus labios en un gemido cuando la lleno por completo, gimo al igual que ella, poso mis manos en su cadera incitándola a moverse, pero ella aparta mis manos colocándolas en sus piernas queriendo dejarme claro que ella sería quien tomaría el control esta vez. La dejé creer que cedería, obedeciendo sus órdenes sin emitir palabra alguna.
Mi castaña recargó sus manos en mi abdomen y comenzó a moverse lento, tan malditamente lento que la poca paciencia que tenía se estaba esfumando en desesperación. Su humedad me envolvía por completo, y el hecho de que no se moviera rápido hacía de la sensación una más placentera, pero yo no era el tipo de los que le gustaba hacerlo de esta manera, a mi me gustaba follarla duro, no lento o tranquilo.
—Muévete más rápido bebé, me estás matando.
Thea remoja sus labios y sonríe deteniéndose, y es aquí cuando lo entiendo todo, Thea solo hacía este tipo de cosas cuando quería algo. Ella sabía que nunca le diría que no cuando me tenía tan desesperado, rogando por ella en silencio.
—Quiero que pasemos Año Nuevo en la casa de mis padres y que te portes amable con ellos.
La miro incrédulo, pero cuando se vuelve a mover con lentitud sobre mi me encuentro a mi mismo asintiendo.
—Haré todo lo que tú quieras cor meum, pero por favor ya móntame más rápido.
Sonríe victoriosa y finalmente se empieza a mover con rapidez.
Y cuando termino corriéndome dentro de ella, pienso en que quizá, sólo quizá, me haría pronto de un segundo heredero.
🔜⚡️

ESTÁS LEYENDO
G O L D |S.M.| #3
FanfictionLa crueldad y la maldad son las columnas que sostienen el castillo, y un Rey desquiciado es quien domina su destino. En un reino donde lo que se creía oro, terminó cayendo al suelo como simples cenizas de lo que alguna vez fue considerado un tesoro...