XLII

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XLII. Enemigo.






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Observé a Kian dormir tranquilamente, así como a Troon durmiendo a los pies de su cama.

Me preguntaba que diría Shawn de esto.

Hoy había sido un día bastante ocupado para él, por lo que desde temprano había pedido que no se le molestara, claro que la excepción fue Kian, pero este a su corta edad parecía entender que su padre estaba ocupado y en todo el día no fue a buscarlo entreteniéndose con sus tíos y con Troon, incluso con Matthew.

Besé la frente de Kian y me marché cerrando con seguro la puerta de su recámara, suspiré pensando en ir a mi recámara, pero me vi interceptada por Nash en uno de los pasillos.

—Shawn me lo contó hoy en la mañana, quise hablarlo contigo desde entonces, pero no encontré el momento adecuado, no tenía idea de lo que había sucedido, lo siento mucho, Thea. Ofelia fue especial para mi. —Soltó con tristeza y a mi me dolió su mención, mi nana era un tema muy sensible para mi, y aún guardaba el pequeño resentimiento hacia Shawn por no haberme avisado cuando esto sucedió, pero prefería no pensar en eso.

Nos abrazamos por un instante, al sentir tan genuina comprensión quise llorar, pero me contuve, y en su lugar me limité a sentir el apoyo que el abrazo de Nash me ofrecía.

En el momento que creí adecuado, rompí el abrazo separándome de el rey de las Netherlands, con lentitud hasta que su rostro quedó frente al mío, sus manos acunaron mis mejillas por unos instantes en los que se limitó a mirarme a los ojos, y finalmente besó mi frente con el mismo cariño que siempre lo ha hecho.

Nash se alejó después de hacerlo. —Te quiero, Nash. —Le Dije con sinceridad.

—Y yo a ti, cariño. —Y dicho eso se fue.

Suspiré viéndolo alejarse, era lo mejor que no habláramos demasiado.

Retomé mi camino, sólo que al final opté por ir a buscar a Shawn. Me dirigí al despacho, y para mi desagrado me topé con la misma empleada que seguía a Shawn, y a diferencia de otros empleados, ella no hizo una reverencia cuando pasó junto a mi.

Nunca había actuado como una reina, ni me importaba si alguien me aceptaba como tal o no, porque al final no importaba, yo lo era por el simple hecho de estar casada con el rey.

Me giré hacia ella y empleando una voz firme, ordené. —Detente y haz una reverencia ante tu reina. —Diablos, nunca imaginé que algún día yo diría algo así.

Desconocía su nombre, pero ella se detuvo y se volteó, se acercó con lentitud hacia mi como si me estuviera retando, me mantuve firme y con la barbilla alta esperando lo que haría;

—Lo haría si te considerara mi reina, ¿crees que no sé tu historia? Eras una simple empleada igual que yo, no eras nadie antes de casarte con el rey. —Quise decirle que yo era Thea Hallett, nieta de Alexir Hallett, hija de Harold Hallett, pero jamás usaría el reconocido apellido de mi familia, ellos habían trabajado duro para estar en la cima, pero yo no, así que me lo reservé. Ella continuó. —Yo que tú, mejor cuidaba tu puesto, puede que yo sea la próxima empleada que se vuelva reina.

Quise reírme, pero me mantuve seria. —Puede que haya sido una simple empleada como tú lo dices, ¿pero sabes la diferencia entre tú y yo? —Di un paso más cerca de ella mostrando autoridad. —Yo nunca perseguí a el rey, el rey me persiguió a mi.

»¿Sabes? Olvida la reverencia, no la necesito, ya que al final, con o sin esta, sigo siendo la reina. —Y con eso me marché dejándola con la palabra en la boca.

G O L D  |S.M.|   #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora