14.☄

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—  No tengo ganas de salir, quiero quedarme en casa.

— Pero hoy día se estrena la película de súper héroes.

— Jimin, quiero pasar más tiempo aquí contigo.

— Pero yo no quiero.

— ¡Por favor! —pidió agudizando su voz y con las manos juntas.

— No, vamos al cine.

— No seas pesado.

— ¡Ah! ¡Por favor! ¡Min Yoongi! ¡Mueve tu perezoso trasero ya!

El mencionado rodó los ojos y se puso de pie, su rostro gritaba destrucción a todo aquel que quisiese acercar a él, pero a su novio no le importó.

— No quiero esto Park, se supone que ahora se hace lo que yo quiera.

— Se supone, ya deja de quejarte.

En todo el camino Yoongi se dedicó a decir una y otra vez lo disgustado que estaba, cuánto extrañaba a su cama y a su refrigerador, el éxtasis que sentiría al cobrar venganza cuando el bebé naciera.

— Y es por eso que no se tiene que caminar mucho, el bebé puede salir cabezón igual que tú, por Dios, no quisiera eso.

— Eso no tiene sentido.

Su novio lo observa por unos segundos ofendido, suelta un suspiro y comienza a caminar ignorándolo, Jimin sonríe risueño por la actitud infantil, corre a entrelazar sus manos. Compraron bebidas y palomitas solamente ya que Jimin ya había comprado con anticipación las entradas por internet, tomaron asiento en la sala. El de piel nívea no esperó a que la película comenzara para comer su mercancía.

— No vas a aguantar hasta el final, —se burló el menor.

— Somos dos personas en un cuerpo.

— Y no sabes la alegría que me causa eso.

Yoongi se atoró con las palomitas por la sorpresa, su novio comenzó a golpear su espalda suavemente con el rostro pintando en espanto.

— ¡Lo siento, lo siento! No quise asustarte.

— Sabes lo que tus palabras causan en mí.

— ¿Mis palabras te asfixian? —preguntó completamente horrorizado.

— ¡No idiota! Lo digo porque generan una reacción en mí.

— Tan dulce, —se tranquilizó robando un pequeño beso en los labios ajenos.

La película empezó y el rostro de Yoongi parecía a un perro en canoa. Llevaban veinte minutos de la película y sentía que iba a llorar de la frustración.

— Ese montaje es más falso que mí trasero, hasta yo puedo hacer eso con mí cámara —se quejó.

— ¡Shh!

— Desde aquí puedo notar lo falso que son esos dientes, la sangre no es roja, ¡ay por favor! Uno no muere de un disparo a la rodilla, —volvió a renegar, giró su cabeza hacia su novio que estaba absurdamente concentrado, le dio un golpe en la nuca, —¿qué mierda estamos viendo Park?

Al final fueron expulsados de la sala por las quejas del hombre embarazado.

— Vamos a comer.

— Eres imposible.

— No te quejes, ahora vamos a alimentarme.

CebollitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora