Cebollita

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N u e v e

— ¿Por qué no sale una maldita sandía? Ya han pasado doce horas y nada, — gruñó acariciando su vientre mientras empezaba a plantear lanzar la maceta por la ventana.

— Yoongi, las sandías no crecen de un día para el otro.

— ¡Ah! Me estoy volviendo imbécil.

Jimin rio suavemente acariciando el antebrazo de su novio para reconfortarlo.

— Es difícil conseguir sandía en invierno.

Por la expresión que tenía pintando en su rostro estaba a punto de largarse a llorar.

— No, pero yo quiero.

Jimin sonrío tiernamente no pudiendo resistir las ganas de abrazar a su novio.

— Tengo que ir a trabajar, no quiero dejarte solo, pero alguien debe mantener a Gasolina satisfecho.

— Y a mi también, no te hagas el listo. —refunfuñó.

— Claro, —rio tontamente dejando que Yoongi le diera pequeños besos por toda su mandíbula,— sé lo que estás tratando de hacer, no servirá.

El mayor rodó los ojos y lo dejó para irse a su habitación a tomar una siesta.
Cuando Jimin volvió del trabajo se sorprendió al ver varios estambres de lana esparcidos por el suelo, rebuscó con la mirada a su novio y lo encontró pegado al móvil viendo un vídeo tutorial.

— ¿Yoongi?

— Joder amor, —regañó pausando el vídeo,— estaba apunto de ver los últimos pasos para hacer un suéter.

— Ah, —se arrodilló a su lado para abrazarlo,— te extrañé mucho.

— Yo también. —susurró seguido de un pequeño beso en los labios,— Vamos a aprender a tejer para hacerle mucha ropa a nuestro bebé, estoy muy emocionado.

— Sí, unos pequeños pantaloncitos, una bufanda, un gorrito para que cubra su cabecita del frío. —chilló emocionado.— ¿Cuándo sabremos el sexo?

El chico de piel nívea entrecerró los ojos en su dirección, pausando de nuevo el vídeo que había  reanudado apenas unos segundos atrás.

— En la próxima cita, aunque para mí no es importante, ¿a ti te importa? —la pregunta salió mordaz.

— Si es niña o niño lo amaré igual.