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Cuarenta y dos

— ¿Y cómo se va a llamar?

Resumiendo, todos estaban en el registro civil, incluidos los padres de ambos, nadie se quiso perder el registro de la planilla que haría a Cebollita un ciudadano más de la República de Corea del Sur.

— Hemos estado pensando muchos nombres.

— Muchos, — reafirmó Jimin con el bebé en brazos.

— Hasta que coincidimos en uno; Haeri.

— ¿Haeri?

— ¿Park Haeri o Min Haeri? — preguntó la madre de Jimin.

Él justamente iba a hablar, pero Yoongi se adelantó a propósito alzando la voz.

— Obviamente que Min, el que hizo todo el trabajo fui yo.

— Yoongi tiene razón, — apoyó el mismo Jimin.

— Amor, — susurró conmovido de repente—, significa mucho para mí, — se acercó a él y lo abrazó con cuidado de no aplastar al bebé dormido.

— Lo sé, por eso voy a dejar que tenga tu apellido, pero ni creas que para el próximo te deje elegir el nombre, es un trato.

Rodó los ojos y asintió, tomó una plantilla, lo rellenó con una lapicera que había por ahí, y listo, ya era oficial.

— Será oficialmente Min Haeri dentro de unos treinta días o lo que dure el trámite.

Yoongi quería ir a celebrar el nombramiento de su primogénito con un trago de soju, sin embargo, con una sola mirada de su padre y Jimin se calmó, cambiando de bebida por un vaso de leche.

— No puedes tomar alcohol ni nada que tenga cafeína, debes esperar un poco más, —instruyó el señor Min.

— ¿Nueve meses no fue suficiente?

Largos minutos después estaban en una cafetería, todos amontonados en una mesa. En algún punto Taehyung tomó al bebé e intentaba por todos los medios que Jungkook lo tomara, pero  el rostro lleno de pánico y como sus pies estaban posicionados listos para escapar, dejó de presionar, de igual manera, su novio le envía indirectas cada vez que podía.

— Joder, todavía no nos casamos y ya quieres hijos, — soltó en un quejido.

— ¿Pero no te gustaría un bebé ahora y luego el anillo?

El rostro de espanto incrementó.

— No, no, no, ni hablar, joder no, — negó una y otra vez.

— Al menos cúmplele el sueño de verte con un bebé en brazos, — exigió Seokjin.

— Sí, cumple ese sueño maknae, — alentó Yoongi—, trata de sacar la foto y que se vea su cara, — susurró a su novio lejos de los oídos ajenos con una sonrisa burlona.

Jimin le besó la mejilla devolviéndole la sonrisa. El pobre chico presionado por todos en la mesa, extendió sus brazos esperando que sea Taehyung el que colocara al bebé. Nadie fue sutil al tomar unas cuantas fotos en distintos ángulos.

— Serás un buen padre.

— No le mientas Namjoon, — gruñó Yoongi—, serás un pésimo padre.

— ¡Hey tú no sabes eso! — se quejó meciendo levemente sus brazos cuando el bebé entre abrió sus ojos.

— Mi instinto maternal me lo dice, y sabemos que no falla, pregúntale a la billetera de tu novio.

— Solo fue suerte.

— ¿Ah sí? ¿Apostamos? Si pierdes te tatúas "oppa" en la frente con tinta permanente.

— Jungkook, amor, tienes las de perder y aunque te ame mucho, no podría verte a la cara con ese tatuaje ahí, — se disculpa avergonzado y divertido a la vez.

— En las buenas y en las malas, ¿no? — se quejó cruzando sus brazos, claramente ofendido.

Todos en la mesa estaban riendo, incluso los abuelos del pequeño Haeri.

— Eso pasará cuando tenga un diamante de cuatro quilates reluciendo en mi dedo anular.

— ¿Debería pedir un diamante más grande? — pregunta Jimin más para sí mismo, Yoongi lo oye y hace una mueca ofendido, por eso le da una palmada en la nuca—. Auch.

— Lo único que debes pensar es que los pañales que compraremos estos dos años que vienen equivaldrían a ese diamante, así que elige, los pañales o un reluciente anillo.




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